Se cuentan con los dedos de una mano. En España solo hay cinco plantas que producen biometano. Hace justo un año se conectó a la red la primera instalación alimentada con los excrementos de 2.000 vacas. El biometano es un gas renovable que se genera con residuos agrícolas, ganaderos, forestales, de vertederos, del sector agroalimentario... Su producción es testimonial en nuestro país, pero el potencial es enorme: podría generar hasta el 45% del gas natural que consumimos al año, según los cálculos de la Asociación Española del Gas (Sedigas).

"Es una apuesta estratégica a nivel europeo igual que el hidrógeno, pero necesita un plan de acción a nivel nacional", explicaba Joan Batalla, presidente de la asociación este jueves. "Estamos a la cola de Europa cuando tenemos una gran capacidad de producción. Hablamos de un recurso de kilómetro cero, autóctono y que puede contribuir al reto demográfico porque tiene un impacto en el territorio en el que se instala". Según la Comisión Europea, España es el tercer país con mayor potencial para el biometano después de Francia y Alemania.

Nuestro país es el mayor productor europeo de carne de cerdo. Lideramos este mercado y los residuos que generan las macrogranjas pueden gestionarse para producir este biometano y, al mismo tiempo, solucionar el problema medioambiental de los excrementos animales. La agricultura y la ganadería contaminan un 35% más que el sector eléctrico.

Castilla y León, Andalucía, Castilla La Mancha y Aragón tendrían los mayores potenciales de producción de este gas. No es de extrañar. Son las más grandes y con mayor peso del sector primario en sus economías. El potencial de biometano de nuestro país se podría traducir en 2.236 plantas si se decidiera aprovecharlo todo. Desde los residuos orgánicos, agricultura y ganadería que aportarían un 15% cada una, hasta el cultivo intermedio cuando la tierra no está produciendo. Este último sería el mayor potencial capaz de generar el 36% del biometano.

Apostar por aprovechar toda la capacidad supondría movilizar 40.500 millones de euros de inversión y generaría cerca de 62.000 empleos entre directos e indirectos, ha resaltado Sedigas. Por otro lado, la utilización de ese potencial en la producción de biometano también evitaría la emisión de 8,3 millones de toneladas de metano "que, de otra manera, se liberarían a la atmósfera de forma natural por la descomposición de los residuos reutilizados para generarlo", ha añadido la organización.

Los planes europeos de desconexión del gas ruso cuanto antes han provocado una revisión de todas las cifras de los posibles sustitutos. El biometano es uno de ellos porque funciona prácticamente igual y no requiere ningún tipo de adaptación en las instalaciones. El plan RePowerEU ha revisado su objetivo para 2030: quiere que el biogás cubra el 10% de la demanda total. (Nota: el biometano es el biogás refinado. La diferencia entre ellos es la concentración de metano).

En Suecia y Dinamarca ya cubren más de un 20% de sus necesidades de gas con estas versiones renovables. En España no llegamos al 2%. Es principalmente biogás. La versión depurada del biometano es testimonial con esas cinco plantas en todo el país. En Alemania son 238. En Francia se elevan a 477. "Nosotros tenemos capacidad para multiplicar por 43 los objetivos marcados por el Gobierno", aseguran en Sedigas. El Ejecutivo va a revisar las cifras objetivo de todas las renovables a lo largo de este año.

En el sector lamentan que el apoyo de las administraciones haya sido "prácticamente inexistente". Eso explica las diferencias de números cuando nos comparamos con otros países europeos, donde los incentivos públicos han sido "vitales". No obstante, se están "dando los primeros pasos" para el desarrollo de este vector energético. "A día de hoy hay más de 200 proyectos en desarrollo", ponía de ejemplo el presidente de Sedigas.

Hace unos días Repsol anunció un acuerdo de cooperación con la asociación de agricultores y ganaderos Asaja para aprovechar los residuos que genera este sector.

A pesar del atractivo que suponen las fuentes autóctonas de energía y libres de carbono tras la invasión rusa de Ucrania, en Sedigas insisten en que todavía existen barreras administrativas, regulatorias, económicas y fiscales que que limitan la inversión en nuevas infraestructuras de producción de biometano, "reduciendo la penetración de este en el sector gasista y perjudicando la economía y el empleo de las zonas --muchas rurales-- donde se podrían desarrollar estos proyectos".