Ahorro

Guía práctica: qué hacer antes de renovar cualquier contrato (teléfono, luz, internet)

Factura de la luz y el gas. Telecinco.es
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El momento de renovar un contrato (ya sea de teléfono, luz o de internet) no es un simple trámite administrativo, sino una gestión que afecta directamente a la economía familiar, y que está íntimamente relacionada con tus derechos como consumidor. 

Con los mercados energéticos y telecos saturados por ofertas agresivas y campañas comerciales constantes, tomar una decisión mal medida puede acabar traduciéndose en tener que afrontar una serie de gastos innecesarios o limitaciones a nuestra libertad de decisión en el futuro. Sin embargo, bien planteado, se puede ahorrar dinero, reducir riesgos y alinearte mejor con tus necesidades reales.

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Conocer al detalle tu contrato vigente: el punto de partida

Antes de renovar cualquier contrato, es indispensable conocer a fondo la situación actual en los siguientes términos:

  • Fechas y plazos: identificar la fecha de finalización real. En el sector energético, por ejemplo, hay una ventana legal de 14 días previos para cambiar de comercializadora sin penalización. Sin embargo sobrepasar este plazo podría suponer la renovación automática y, quizás, pasar a una tarifa más elevada automáticamente.
  • Tipo de tarifa: en energía hay diferencias significativas en coste y flexibilidad, por ejemplo entre PVPC regulado o mercado libre; tener la información precisa sobre el contrato te ayuda a elegir mejor.
  • Condiciones contractuales: Es importante revisar letra pequeña y las cláusulas de permanencia, si hubiera. Si hablamos de un contrato de conexión a internet o móvil, esto engloba la velocidad real de navegación, límites de datos, penalizaciones por baja, así como plazos y condiciones de permanencia. Aunque las permanencias per sé no están permitidas, si puede haber penalizaciones en caso de haber contratado algún servicio concreto.

Este primer paso evita desagradables sorpresas futuras, como que pasemos automáticamente a una tarifa variable más cara, quedar ligado y sin vuelta atrás a un plan de menor calidad o incluso perder derechos por renovación.

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Diagnosticar tu uso real: la clave del ahorro

Renovar un contrato sin comparar con tus hábitos es renunciar a ahorrar. Por eso, en el caso del contrato de teléfono e internet es conveniente calcular el consumo real de datos y llamadas. Si a menudo tienes minutos no consumidos o datos no utilizados, podrías cambiar a una tarifa menor sin perder cobertura ni velocidad.

En el caso del contrato de luz y gas habría que fijarse en los picos y hábitos de consumo. Plataformas o apps como Fintonic o la de tu propio proveedor permiten ver el histórico; lo que te dará pistas sobre si te encaja mejor una tarifa plana, discriminación horaria o indexada al mercado.

Solo una vez conozcas bien tu perfil, necesidades y uso real podrás hacer comparativas útiles entre las propuestas de las operadoras, por ejemplo, a la hora de elegir la tarifa aislada adecuada y evitar planes desproporcionados.

Explorar el mercado: comparar antes de renovar

El paso siguiente es investigar las opciones disponibles. Para ello podemos hacer uso de los comparadores disponibles que permiten comparar tarifas de luz, gas o móvil sin sesgos comerciales.

Además, ten en cuenta que muchas compañías no adelantan ofertas en sus canales públicos, pero a menudo sí tienden a rebajar la tarifa si les pides una renovación competitiva, fundamentada en datos de tu consumo, o solicitas el cambio de compañía. Esto es especialmente notable en las compañías de telefonía, pero se da en casi todos los ámbitos.

Ten en cuenta que el mejor momento para cambiar suele ser cuatro semanas antes del vencimiento. En electricidad, los precios del mercado mayorista bajan en primavera y otoño, lo que ayuda a conseguir condiciones más económicas.

Teniendo todo esto en cuenta puede llegar a permitir ahorrar entre un 10% y un 30% en función de nuestro tipo de contrato y tipo de consumidor que seamos.

Presta atención a las condiciones y penalizaciones

En la actualidad, las cláusulas de permanencia no están permitidas per sé, pero en mercados como la telefonía e internet se ‘disfrazan’ para engancharnos bajo pena de penalización si lo hacemos antes de tiempo. Por ejemplo, cuando se nos oferta un producto extra, a coste cero, pero con el compromiso de permanecer en la compañía un tiempo determinado. No cumplirlo implicaría pagar una compensación que suele ser más elevada que el valor del producto en sí. 

También se da el caso de que se nos oferten servicios añadidos en forma de extras ocultos o servicios contratados (antivirus, apps, seguros de rotura), que se suman al montante de nuestra factura, encareciendo el contrato. 

También hay que tener en mente que no todo es el precio. Si tu internet bajó de velocidad real (test de velocidad), se ofrece una cobertura insuficiente o el servicio de asistencia telefónica no funciona como debería, es mejor cambiar de proveedor.

Plan de acción paso a paso

  1. Marca un recordatorio de renovación: ideal 30 días antes del fin de contrato.
  2. Descarga y analiza tu factura: identifica tarifas, consumo y extras.
  3. Consulta comparadores ajustando a tu uso real.
  4. Llama a tu actual proveedor: menciona que estás comparando ofertas; puede aplicar rebaja sin cambiar de compañía.
  5. Revisa condiciones de baja: penalizaciones, cuotas de instalación, plazos.
  6. Toma una decisión informada: plazos, precio, nivel de servicio, compromiso.
  7. Documenta todo: emails, condiciones, confirmaciones, número de pedido.

Así podrás renovar sin pagar de más, sin perder servicios que realmente usas y sin sorpresas a largo plazo.