La crisis sanitaria mundial refuerza las fronteras y los Estados Nación

  • El concepto de frontera se encuentra en el nacimiento del Estado nación y sigue mutando con el tiempo

En tiempos de crisis sanitaria mundial por la expansión del coronavirus, son cada vez más los países que están adoptando medidas para controlar la circulación de personas y mercancías dentro y fuera de su territorio. Son decisiones que provocan fricciones y desacuerdos, ya que afectan al resto de actores del panorama político internacional y a sus habitantes.

Por eso, en momentos así se hace aún más palpable el papel de la soberanía de cada Estado a la hora de marcar los límites de su fronteras. Las consecuencias de esos juegos de poder son múltiples y existen desde que existe el propio concepto de frontera: crisis migratorias, vetos comerciales… ¿Qué es una frontera y cuál es su origen? ¿Para qué sirve realmente una frontera?

¿Qué es una frontera y cuál es su origen?

El concepto de frontera viene de muy atrás y está íntimamente relacionado con otro concepto clave: el de soberanía. Por eso se dice que la idea de frontera como línea que delimita el territorio perteneciente a un país tiene su origen en la aparición de los Estados Nación. Para que exista una frontera debe existir un poder sobre una zona determinada que permita establecer ese límite a partir del cuál nos encontramos en ‘tierra de nadie’, o bien en el área de control de otro Estado.

Aunque ha existido todo tipo de fronteras a lo largo de la historia (por ejemplo, en el caso de los grandes imperios, como el romano), el concepto actual de frontera tiene su origen en el surgimiento del Estado nación, una forma de organización política que se caracteriza por un territorio claramente delimitado, una población más o menos constante y un gobierno que actúa dentro de los límites de ese territorio. Esta idea nace con el trato de Westfalia, que puso fin a la Guerra de los Treinta Años (1648), terminando con el orden feudal propio de la Edad Media.

Paralelamente, durante los siglos XVI y XVII, los europeos descubrieron, exploraron, conquistaron y cartografiaron distintas áreas geográficas del mundo con el objetivo de dar a conocer una imagen real de éste, siendo partícipes del nacimiento de las naciones y de su normalización. Éstas se desarrollaron a lo largo del siglo XVIII gracias precisamente a las fronteras y a la creación de una identidad nacional.

Tras ello vendría el siglo XIX, con la colonización y el reparto de territorios, proceso que reforzó el valor ideológico del concepto de Estado y, por tanto, el valor de las fronteras. Posteriormente, en los siglos XX y XXI surgieron conceptos como geopolítica y globalización, básicos para comprender el concepto de frontera en nuestro tiempo.

Por otro lado, el concepto de Estado nación y la estabilización de fronteras se encuentran en constante cambio. Durante siglos se han desarrollado (y siguen haciéndolo) todo tipo de conflictos relacionados con los límites de poder de los distintos Estados (como las dos Guerras Mundiales) y este proceso tampoco puede darse por concluido con la creación de la ONU (precisamente tras la Segunda Guerra Mundial). En estos conflictos se mezclan a menudo cuestiones geoestratégicas y políticas, intereses económicos, así como realidades culturales que piden diferenciarse.

Además, surgen cada vez más estructuras supranacionales, como la Unión Europea o la misma ONU, que suponen en la práctica un reparto de competencias y de poder con otros países y, por tanto, una pérdida voluntaria de soberanía. También voces críticas con el concepto de Estado tal y como lo entendemos, que apuntan que, cuanto más se esfuerza un país por levantar muros, más débil es en realidad la soberanía que se intenta proteger.

¿Para qué sirve una frontera?

Las fronteras no se demarcan únicamente en tierra, sino que existen también las fronteras aéreas, territoriales, fluviales, marítimas y lacustres. Además, no tienen por qué ser palpables, aunque muchos estados utilizan distintos sistemas de seguridad -y, muchas veces, de simple intimidación- para marcar su terreno y evitar la entrada de personas o mercancías determinadas (por ejemplo, en el caso del tráfico de drogas).

Así, en principio una frontera sirve para hacer valer los límites de la soberanía de un Estado, sea cual sea la extensión de este poder. También para proteger a la población de un país contra cualquier tipo de amenaza (real o ficticia) exterior y para regular qué bienes pueden entrar o no dentro de sus límites territoriales.

La frontera marca también el límite en el que se aplica el Derecho del territorio de que se trate: todo lo que ocurra fuera de ella pertenece a otra jurisdicción, o a ninguna. Implica también la pertenencia a una comunidad, a través de la nacionalidad. La protección de un ciudadano de determinado país le persigue aunque viaje fuera de sus fronteras. En sentido contrario, las personas “sin estado” (grandes protagonistas de la actual crisis de refugiados) quedarían en un limbo legal de absoluta desprotección.