La regla de las tres 'ces' para que padres y maestros detecten un caso de bullying

La regla de las tres 'ces' es clave para detectar casos de bullying. Freepik
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A pesar de los esfuerzos en la concienciación y lucha contra el acoso escolar o bullying, todavía sigue siendo una realidad presente en las escuelas. Según los estudios, aproximadamente unos 2 millones de alumnos son víctimas de esta lacra todavía presente en los centros escolares, lo que supondría que están afectados alrededor de un 25% de todos los alumnos en centros educativos españoles. Es por ello que nunca es suficiente para detectar estos casos y poder poner remedio a los mismos.

El método para detectar casos de bullying

La regla de las tres 'ces' surge de la Asociación NACE (No al Acoso Escolar). Carmen Cabestany, profesora y cofundadora de la asociación, ha elaborado esta guía para identificar señales de bullying en los alumnos. Estas señales pueden ser evidentes para padres y también para el personal docente que trate con la posible víctima de acoso escolar. Hay que tener en cuenta que según los datos que maneja NACE, apoyados en un informe del Defensor del Pueblo, tan solo el 14% de alumnos que sufren bullying lo cuentan a sus familias, y sólo el 10% a sus profesores. El 60% se apoya en su círculo de amigos y un alarmante 16% ni siquiera lo cuenta a nadie.

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Teniendo en cuenta estos comportamientos tras haber sufrido bullying, resulta muy necesario darnos cuenta cuanto antes de ciertas señales que pueden ser sinónimo de haber sido víctimas. A grandes rasgos, como dicen desde la asociación, “cuantas más 'ces' observemos en el comportamiento de los chicos, más probabilidades hay de que estén sufriendo acoso escolar o cualquier otro tipo de maltrato”.

La primera señal de alerta sería el prestar atención a los 'cambios'. Puede ser complicado discernir si estos cambios de comportamiento pueden ser naturales o esconder casos de violencia en la escuela, pero deberías estar alerta a ciertas señales como tristeza aparentemente sin causa justificada por otros motivos familiares/personales, bajadas en el rendimiento escolar plasmadas en las notas, están menos comunicativos en clase o en casas, etc.

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Otra de las 'ces' expresadas en esta guía contra el maltrato escolar es 'campana', otra de las formas conocidas para definir faltar a clase (probablemente te suenen más hacer novillos o hacer pellas). Si nuestros hijos/as o los alumnos/as de repente dejan de tener la misma respuesta ante la obligación de ir a la escuela y comienzan expresar que no quiere ir al colegio con ejemplos como ponerse malo de forma repentina los domingos, es una señal clara de que tienen un temor a enfrentarse a esa situación que se están callando. Puede llegar hasta el punto de no solamente mentir sobre el estado de la enfermedad que impide ir, sino llegar a la somatización de la angustia y del miedo, con síntomas como dolor de cabeza o de estómago, náuseas, etc. Este es un indicador bastante potente para detectar y afrontar casos de víctimas de bullying.

La tercera de las 'ces' sería el 'cuerpo', más concretamente si detectamos cambios en el cuerpo, cambios físicos evidentes que hagan saltar las alarmas. Desde NACE apuntan a esa actitud del que sufre abusos que "suele ir con la cabeza baja y la mirada triste".

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¿Una cuarta C?

Para tratar de conseguir mejores resultados en la detección de alumnos que estén sufriendo casos de bullying, Cabestany estableció una cuarta 'ce' especialmente destinada a la observación por parte de los docentes. Esta sería la aparición de 'costumbres' sospechosas.

Según la Asociación NACE, se deben observar ciertas conductas que la víctima comienza a llevar a cabo para tratar de evadir a su agresor o agresores. Por ejemplo, que llegue el primero a clase (de forma anormal) puede ser una forma de rodearse lo más rápido posible de profesores y sentirse seguro. Si llega el último, también habría evitado coincidir con los abusones fuera de la vista de testigos y de quienes le pueden proteger.

Además, otras conductas pueden dar pistas a los profesores. Por ejemplo, si reniega de salir a la pizarra, ya que ahí es un lugar en el que se sienten más vulnerable ante posibles mofas por su forma de expresarse, la vestimenta, el físico, etc. Si comienza a pedir acudir al baño siempre fuera de la hora del recreo, puede ser porque evite acudir a un lugar en el que está siendo victimizado, encerrado o agredido en las horas de patio. Si se observa un incremento de la frecuencia con la que se acerca e interactúa con el profesor, con excusas no muy elaboradas, probablemente lo que está buscando es protección. Como dicen desde NACE, “Entender el lenguaje escénico nos da pistas importantes para saber qué está sucediendo”.