Resolvemos dudas: por qué fallan los meteorólogos en el tiempo que hace en tu pueblo

eltiempohoy.es 10/03/2018 08:38

Salvo el verano donde solo podemos hablar de sol y moscas (salvo en el tercio norte), la previsión del tiempo es harto complicada en España porque, a diferencia, de otros países vecinos, tanto nuestra orografía, la geografía peninsular (y las insulares) y su posición entre el Atlántico y el Mediterráneo, dos masas de aguas contrapuestas que nos rodean salvo por la delgada franja pirenaica. ¡Wow!

El ex portavoz de AEMET, Ángel Rivera, y uno de los grandes referentes de la Meteorología en España ya lo ha señalado en alguna ocasión concedida a medios de comunicación con motivo de la lluvia de críticas cuando los meteorólogos fallan o sus previsiones no son acertadas al 100%.

A menudo, olvidamos que la Meteorología es una ciencia inexacta y que la atmósfera siempre tiene una sorpresa reservada por muy avanzada que sea la tecnología de nuestros satélites. Al final, la naturaleza manda.

En concreto, son tres los factores que complican (a veces, mucho) el trabajo de predecir si hoy sacamos el paraguas o la manga corta.

La geografía: España es un país muy montañoso

Y en nuestro caso, como decía Ángel Rivera, España es uno de los países europeos más complejos a nivel geográfico, tan solo comparable a países alpinos, como Suiza. Y ni tan siquiera este país, porque es interior. En nuestro caso, las montañas se asoman a la costa por el norte, el sur y el este e incluso en los archipiélagos, por ejemplo, en el Cantábrico, a pocos kilómetros de la playa hemos ascendido ya a una considerable altitud. Esto también ocurre en puntos del Mediterráneo.

Por eso, las montañas marcan la cantidad de precipitación de lluvia o nieve que dejan los frentes de borrascas y puede ocurrir que en una cara caiga una gran nevada mientras en la otra vertiente a pocos kilómetros luzca el sol. Ocurre a menudo en Madrid mientras en la provincia de Segovia nieva a mansalva.

La gota fría y las lluvias torrenciales están marcadas por la geografía. El terreno marca y determina que, por increíble que parezca, a pocos kilómetros de una zona que puede inundarse apenas caigan unos cuantos litros de agua.

Las montañas provocan que los frentes se desgasten antes y lleguen secos y prácticamente muertos a algunas zonas mientras que en otras se reactivan gracias a esas condiciones.

La orografía: todo tipo de accidentes

Tenemos una enorme cantidad de montañas y valles, ya no solo en todo el país sino en las propias comunidades autónomas. Hay regiones como Madrid o Navarra donde en un mismo día dos puntos separados por 50 kilómetros pueden tener una situación totalmente diferente.

Eso se debe a las condiciones de ese terreno: un valle, una meseta, una montaña... cada accidente marca la letra pequeña del tiempo que hace cada día, por ejemplo, que pueda precipitar más, que sea más complicado indicar la precipitación exacta o que nos podamos quedar cortos. Por desgracia, a día de hoy, aunque la tecnología ha mejorado notablemente, las previsiones no son perfectas para este tipo de zonas.

El Atlántico y el Mediterráneo

Ambos determinan (y mucho) el tiempo que hace en cada área de influencia: oeste y este, respectivamente. Sobre todo, hay que prestar atención al Mediterráneo porque es una auténtica caja de sorpresas en cualquier estación del año.

Al acumular tanto calor de los meses de verano acaba siendo una bomba de relojería, que tan solo necesita una pequeña chispa para generar tormentas perfectas. Pero estas se detienen a poco más 100 kilómetros al interior donde empieza a perder fuerza. En esa delgada línea es complicado saber hasta qué punto una situación meteorológica marcada por el Mediterráneo (por ejemplo, una borrasca formada aquí) puede o no derivar en un episodio de tormentas virulentas o lluvias intensas.

Lo mismo ocurre en puntos del oeste de Castilla y León cuando llegan frentes de Atlántico o, más sangrante para los amantes de la nieve: en el tercio norte el viento húmedo del Atlántico que entra por el Cantábrico puede dejar nevadas impresionantes en primera línea, pero tras pasar por las montañas de la Cordillera pierde toda la fuerza y se acabó la precipitación.

Por eso, también es tan complicado dar en el clavo de previsiones en épocas cambiantes, como son la primavera y el otoño, fechas en las que en apenas 24 horas podemos pasar de un verano anticipado o tardío a un invierno riguroso.

Por estas razones, hay que ser benévolos y tener en cuenta que no siempre es fácil predecir en un país como el nuestro. A cambio, disfrutamos de una enorme variedad climática y de un tiempo que, a menudo, es la envidia de nuestros vecinos.