Este verano ha sido realmente extraño por la combinación de factores meteorológicos que se juntaron. Tuvimos unas temperaturas extremadamente cálidas (1,6ºC por encima de la media de esta estación, siendo el segundo verano más caluroso desde 1965), y más precipitaciones (un 7% por encima de la media del trimestre), según la AEMET.
Una estación veraniega cálida y húmeda (a pesar de la sequía que se está viviendo en estos momentos) y, además, nublada. Pudimos disfrutar de muchos días de playa debido a las altas temperaturas y las olas de calor, especialmente en julio, pero el cielo no acompañó. Estaba lleno de nubes.
Ahora ocurre todo lo contrario: cielos despejados y temperaturas de 30 grados que van a continuar hasta final de mes. Además, la lluvia tan necesaria no tiene previsto dar de beber a nuestros embalses, y de momento tendremos que esperar.
Las predicciones de la AEMET traen un soplo de esperanza para el norte durante la semana, pero con baja probabilidad. Los modelos indican que es probable que esté nuboso y pueden caer algunas precipitaciones débiles. "Esta situación puede extenderse por el resto del Cantábrico, el Valle del Ebro y los Pirineos. La situación es de incertidumbre, pero puede que también se den incluso algunas tormentas en Baleares y en el litoral catalán", añade la agencia meteorológica.
El bloqueo anticiclónico que estamos sufriendo continuará la próxima semana y el tiempo será estable en casi todo el país. Sin embargo, un régimen de vientos del norte provocará una bajada significativa de las temperaturas en la Península y Baleares.