Sánchez frena las prisas de Torra: Habrá reunión "cuando haya Gobierno"

  • La Generalitat transmitió la idea de que la cita será "cuanto antes mejor"

  • Los entornos de Sánchez y Torra ofrecen versiones contrapuestas de sus 15 minutos de conversación telefónica

Hablar es una cosa. Entenderse, otra muy distinta. Pedro Sánchez ya puede decir que ha vuelto a hablar con Quim Torra -después de meses de incomunicación entre Gobiernos y hasta cinco veces sin coger sus llamadas de teléfono- pero los 15 minutos de conversación entre ambos no han supuesto alteración en sus posiciones ni acercamiento aparente.

El único atisbo de avance, el único saldo concreto que queda del reencuentro es la disposición del presidente en funciones a una reunión, e incluso en esto hay un punto de discrepancia. Torra dice que Sánchez la quiere "cuanto antes". Sánchez le desmiente y difiere la cita "hasta que haya Gobierno", único deseo inmediato que le mueve a estas alturas de película.

Ni Sánchez ni Torra han llegado a dar, de momento, explicación pública de lo que se dijeron en la famosa llamada. Lo que se sabe es a base de comunicados. Uno por cada parte. La confrontación de ambos revela un diálogo en planos distintos, cada uno atornillado a su propio guión. Hablar de teléfono escacharrado es ir quizás demasiado lejos, pero casi.

El clima de la conversación. La Generalitat describió la charla con un socorrido recurso: "cordialidad", decía su comunicado para definir el tono del reencuentro entre Torra y Sánchez. Moncloa recurrió a una expresión más fría y burocrática: "normalidad institucional", fue la expresión elegida para eludir cualquier atisbo de afectividad entre los protagonistas.

El conflicto. Es una de las cuestiones clave en las que hace hincapié el independentismo para plantearse cualquier tipo de diálogo. Que la otra parte -o sea, el Gobierno central, en este caso Sánchez- admita la raíz política del llamado problema catalán. Por su redacción, el comunicado de la Generalitat daba a entender que así había pasado en la charla, y daba cuenta de ello como si fuera una especie de triunfo: "Sánchez ha vuelto a reconocer la naturaleza política del conflicto, como ya hizo en la primera reunión en Moncloa", explicaba en su resumen de la conversación.

Pero el Gobierno no quiso ir tan lejos. "La voluntad de Pedro Sánchez es encontrar una respuesta a esta crisis política". Éstos son los términos concretos que utilizó el entorno del presidente para referir lo que le dijo al President. Pedro Sánchez, en efecto, desde que está en marcha la negociación con ERC sí que maneja la expresión "conflicto político" para definir lo que antes llamaba "crisis de convivencia". Pero a Torra no le quiso conceder este tanto.

. La reunión. Habrá reunión, sí. Es el único compromiso concreto que queda de los 15 minutos de llamada. Pero es significativa la diferencia de tiempos que maneja cada parte.

El entorno de Torra transmitió que Sánchez se había mostrado dispuesto a una cita, "cuanto antes mejor", sugiriendo una inmediatez que para nada está en la versión ofrecida luego por Moncloa. "No tendrá problemas en realizarla (la reunión) cuando haya un gobierno y arranque la legislatura", precisaba el comunicado del Gobierno. Es decir, con tiempo; con la condición de que haya gobierno; y, además, no con tratamiento personalizado para Torra, sino "como hará con el resto de los presidentes y presidentas autonómicos". La diferencia de impresión es notable.

. La reivindicaciones. Cada uno a un lado del teléfono, cada uno habló para su público. Torra aprovechó los 15 minutos para recordarle a Sánchez que "la solución pasa por el ejercicio del derecho de autodeterminación, el fin de la represión y la libertad de los presos políticos". Desde Moncloa no se entró a concretar los asuntos enunciados por Torra, simplemente se dijo que había hablado de sus "principales reivindicaciones", precisando que el presidente había replicado recordándole que "estamos en un Estado Social y Democrático de Derecho y que defiende plenamente la independencia de la Justicia". En ambos casos, de manual. Más propio de monólogos consecutivos que de una conversación.

. Los reproches. Los hubo también. Torra, en la versión difundida por su entorno, afeó a Sánchez "la dureza de su campaña contra el independentismo" y el no contestar a sus llamadas. Sánchez puso el acento en remarcar que su propósito es "reducir la tensión" -sin señalar a nadie, pero casi- y en recordar a Torra que el disponer de un Gobierno y un presupuesto "harán posible abordar cuestiones clave para la vida de millones de catalanes y catalanas". Una forma de dejarle caer que hay vida más allá del procés.

La bilateralidad y la conferencia de presidentes

Las distancias entre Sánchez y Torra puestas en evidencia en su escaso cuarto de hora al teléfono se vieron ratificadas, además, en el episodio ocurrido justo a continuación.

Mientras el presidente del Gobierno hablaba, en esa misma ronda de llamadas, con presidentes de otras comunidades autónomas, Moncloa anunciaba su intención de promover una Conferencia anual de Presidentes en el Senado. "Y así se lo estoy comunicando hoy a todos", informaba Pedro Sánchez en un tuit. A Torra le faltó tiempo para quejarse, en otro tuit, de que a él no se lo había dicho y rematar de forma irónica: "Puede ser porque ya no me considera un presidente autonómico. Todo en orden.

Ni antes, ni durante, ni después, ha sido fácil esa llamada cuyo principal valor, más allá de resultados concretos, está en el hecho de haberse producido. ERC reclamó el restablecimiento del contacto institucional y un gesto hacia la figura del President de la Generalitat. Sánchez descolgó el teléfono. Ahora, toca esperar.