Entrevistas

Andrea Vilallonga, experta en comunicación: "Los malentendidos por WhatsApp siempre parten del mismo punto"

Andrea Vilallonga, experta en comunicación. © Vico Vang.
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Andrea Vilallonga es una comunicadora nata. Aunque diga que tiene tareas pendientes en comunicación, esta experta con más de 18 años de experiencia es toda una referencia en lo que a comunicación verbal y no verbal se refiere. Muchos la conocerán por su paso por televisión, en programas de máxima audiencia como 'OT'. Otros, por sus charlas en TEDx Talks o por sus libros y actividad en redes sociales, donde a menudo comparte consejos para mejorar nuestra comunicación, ya sean en el entorno laboral -donde trabaja habitualmente- o en la vida personal.

Como escritora ha publicado 'Mírate' (Aguilar, 2017) y 'Ámate' (Aguilar, 2020), y ahora, también 'Ni puto caso' (Aguilar, 2025), un libro con el que nos da las claves -claras, aplicables y con mucho humor- para que nos hagan más caso y también para que aprendas cuándo tienes que dejar de hacérselo tú a otros, sin sentir coacción ni miedo a la crítica.

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"Si te interrumpen cada vez que intentas aportar algo, si lanzas una idea y la ignoran hasta que otro la repite más alto, si te curras un mensaje con intención y recibes un OK como respuesta… este libro es para ti", señala. Compartimos la charla que tuvimos con ella para hablar de su tercer libro, que presentará próximamente en Barcelona (el martes 4 de noviembre a las 19h en la Casa del libro de Rambla Catalunya) y en Madrid (el martes 18 de noviembre a las 19h en el Espacio Cupra).

Pregunta: ¿En qué notas que cojeamos más a la hora de comunicarnos, ya sea en la pareja o en el trabajo? 

Respuesta: Cojeamos todos, en todos los ámbitos, en no cuestionarnos qué es lo que estamos haciendo bien y mal. Y entonces, por consecuencia, lo que comunicamos siempre es cómo podemos tener más razón. Estamos en querer tener razón pero sin hacer un análisis previo de qué es lo que ha pasado, qué es lo que se necesita o cómo lo he hecho.

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P: En otros países, como por ejemplo, Estados Unidos, dominan mucho más la oratoria, la comunicación en público. ¿No crees que en España no hace falta mejorar en esto? ¿Es una asignatura pendiente? 

R: Estoy de acuerdo contigo, falla en España, pero no solamente ES una cuestión de oratoria, yo creo que es una cuestión de consciencia porque la oratoria al final es como hacer teatro, explicas las cosas, aprendes a comunicar ciertos temas de una manera en un sitio donde te van a escuchar, es como una plataforma… Pero lo que nos falla mucho también es la inteligencia emocional que tenemos cuando hablamos los unos con los otros. En el libro, además, divido las dos cosas. Sobre la oratoria, sin embargo, yo que me dedico a esto desde hace 18 años, creo que hemos mejorado mucho, sobre todo los jóvenes. Y esto es gracias a las redes sociales. Todo no va a ser malo… 

P: ¿En qué sentido les han ayudado?

R: Creo que les ha ayudado el hecho de verse en el móvil, de hacer vídeos… Las redes les han dado esa exposición donde al verse, al tomar conciencia, han ido corrigiendo cosas. 

P: Lo único que ocurre es que esas conversaciones son unidireccionales. O sea, te estás hablando siempre a ti mismo y se pierde la posibilidad de comunicarte con la otra persona: ver cómo gesticula, sus sentimientos, etc. 

R: Sí, además, esto no solamente pasa con las redes sociales. El hecho de que ahora podamos mandar audios de WhatsApp hace que se pierda también esta comunicación interpersonal, porque al final no es un diálogo, son pequeños monólogos intercalados. Yo te cuento mis historias y tú me cuentas las tuyas. 

P: Sobre el título de tu libro que es ‘Ni puto caso’, ¿por qué hay personas que hablan a las que no les hacemos ni puto caso? ¿Se comunican mal? ¿En qué pueden mejorar?

R: No hay una razón global del por qué no, sino que hay muchísimas pequeñas razones por las que no nos hacen caso en distintos entornos. En el libro hablo de las 10 razones por las que no nos hacen ni puto caso y, la primera de ellas, es porque puede ser que no les gustes a primera vista. Desde luego, es la peor de todas las razones porque no depende de ti. En el resto, puedes hacer algo... 

P: Y en esta primera, ¿por qué no?

R: En la primera, lo único que puedes hacer es entender qué pasa y ver cómo puedes liberarte de ello. Y aquí, por ejemplo, están los juicios de valor que hacemos las personas: si es del mismo entorno social, si es de otro país. Se llaman prejuicios cognitivos y son los culpables de bloquear la comunicación con los demás instantáneamente. 

P: Como explicas en el libro, hay personas que hablan mucho -tú dices "pegan la chapa"- y lo que consiguen es que desconectes y no les hagas demasiado caso. No van al grano, tienen mucho que decir porque a lo mejor tampoco saben concretar… ¿Qué pasa aquí? ¿Es un problema de ego? 

R: Hay dos visiones. Está el ego, está el “es mi momento y os vais a enterar”. Este tipo de personajes busca, justamente, por ego, toda esta parte de voy a brillar y me da igual si te gusta o no. Y luego está la parte de las personas que lo hacen más desde el miedo, que necesitan justificar todo lo que dicen, porque detrás hay inseguridad. A veces hay jefes que justamente hacen esto, se explayan muchísimo porque eso les da seguridad. Lo que pasa es que los demás no escucharán ni la mitad. 

P: En el segundo caso, ¿cómo lo pueden trabajar?

R: Lo primero es detectar en cuál de los casos me encuentro, después hay un tip que doy en el libro que muchas veces cuando tenemos que hablar con los demás, en vez de pensar en el qué quiero contar, la gran pregunta es para qué lo necesita el otro. Esa es la pregunta de la conexión. No se trata tanto de explicar lo mío, sino de conectar con lo que el otro necesita que yo le cuente. Y esto es un cambio comunicativo muy bestia. Antes lo más importante en la comunicación era uno mismo, ahora en comunicación lo más importante es el otro. 

"En la comunicación debes estar alineado con tus necesidades"

P: Por el contrario, están las personas a las que les cuesta mucho hablar porque son muy tímidas. ¿Qué consejo les darías?

R: Comunicar bien depende de lo que tú quieras comunicar, es decir, no creo -y siempre digo- que hay una sola y buena manera de comunicar. Si tú necesitas hablar y tú crees o necesitas ser oído, entonces tienes que cuestionarte y ver cuáles son los esfuerzos que puedes hacer. La timidez o la introversión son obstáculos muy grandes porque tienen más de carácter que las herramientas de comunicación. Pero si esta persona es tímida o introvertida, y no necesita hablar, y está perfectamente bien en su entorno, también me parece perfecto. Eso también es una buena comunicación. Al final hay que estar alineado con tus necesidades. 

P: Pero hay determinadas profesiones, como las que están de cara al público, donde las personas tímidas tienen que trabajar la comunicación sí o sí. 

R: Tienen que trabajar la comunicación al 100%. Y no es nada fácil.

P: ¿Cómo? 

R: Primero, tomando conciencia. Porque si esta persona está en el mood de yo soy tímida, no me gusta comunicar y no pienso salir de aquí, no podemos hacer nada. Esto me pasa mucho. Muchas veces me contratan para ayudar a tal perfil a comunicarse mejor, y cuando me reúno con él o ella, son personas que ni quieren y ni les apetece. En ese caso, no puedo trabajar. Por lo tanto, para comunicarnos primero tenemos que tener conciencia de lo que necesitamos. 

Después de eso, se establece un plan que trabaja desde el cuerpo. Lo primero que hay que conseguir con estas personas es presencia física. Es decir, la postura corporal, la escucha activa, el movimiento corporal… Si tú trabajas todo eso, poco a poco tu cuerpo le va a mandar los mensajes a tu cerebro de que estás siendo más seguro de lo que tú te sientes. En este sentido, tengo como referencia a Amy Cudie. Ella es americana, y lo lleva al extremo, es verdad, pero tiene una técnica que me ayuda muchísimo.

P: ¿Con quién la aplicas?

R: Con personas que tienen una corporalidad o una emoción más interna. Trabajamos desde fuera, porque no se sienten tan traicionados en su manera de ser, sino que solo estamos trabajando el cuerpo, y poco a poco ves el cambio. Es brutal... 

P: Es curioso que hay personas con mucho talento que no se comunican bien…

R: Hay personas que prefieren que su talento o sus habilidades se sepan con el tiempo. No tienen la necesidad de impactar inmediatamente con “mira qué buena soy". El problema de los tímidos, muchas veces, es que creen que la única manera que existe es ser un chulo piscinas o un vendedor de humos. Y no. Tú puedes comunicar lo que haces bien desde tu manera de comunicar. Nos han hecho creer que solo existe esa manera, pero hay muchas formas de comunicar y muy efectivas. 

P: No sé si tú tienes la misma impresión, pero tampoco está muy bien visto llamar la atención, hablar mucho, ser el más visto… 

R: Sí, pero fíjate que ahora volvemos a un mundo en el que se impone esta manera de comunicar. Por ejemplo, Donald Trump la tiene. Él habla todo el rato -que seguro será un aburrimiento aguantarle-, pero en su caso es para mostrar poder, para que no tengas tiempo de pensar. ¿Sabes qué es lo que hacen los vendehumos? Te hablan todo el rato. 

P: A mí me parece difícil aguantar un discurso tanto rato…

R: Yo es que cada vez que lo veo, me genera un pico corporal brutal, pero a nivel comunicativo lo observo y digo, ¡qué crack! Le da absolutamente igual. Eso también es una forma de comunicar. ¿Buena o mala? No lo sé. ¿Consigue lo que quiere? Pues, aparentemente, sí. Será que no es tan mala…

"Las personas que tienen carisma son personas que saben conectar con el público"

P: ¿Cuál crees que es el comunicador que enamora? 

R: El comunicador que enamora es el que tiene un 50% de contenido y un 50% de conexión. En el libro también hablo del carisma. Las personas que tienen carisma son personas que saben conectar con el público, conectar con el interlocutor, no hace falta que sea el público, sino entender lo que necesita el otro, hacerlo de una forma abierta y amable, pero al mismo tiempo saben mucho. Y saben mucho cómo estructurar los mensajes, cómo hacer llegar las cosas, cómo afirmar lo que quieren afirmar. Hay que saber leer a la persona que tienes delante. Ser cálido, que no es ser ñoño. La parte de educación, la parte de sonrisa, la parte de escucha, la parte de presencia, la parte de cortesía.

P: ¿Te refieres a ser educado? 

R: Sí. Yo siento que es uno de los valores que se están perdiendo. Decir hola, adiós, pedir por favor las cosas, dar las gracias… 

P: ¿Tú crees que en otras épocas hemos sido más educados que ahora? 

R: No sé si en otras épocas. Lo que noto es que ahora vamos tan rápido que no vemos a la persona. Hacemos las cosas porque necesitamos hacerlas, decimos las cosas porque necesitamos decirlas y no tenemos en cuenta demasiado a la otra persona. Cuando llegas a un sitio y pides las cosas por favor -que no cuesta nada- o sonríes, la respuesta que recibes siempre es mejor. O igual no, pero tú te sientes mejor. 

"Parece ser que si no gritas, si no impones, si no dejas existir al otro, no puedes existir tú"

P: Ahora los discursos que vemos en los medios y redes están muy polarizados, son más extremistas, incluso agresivos. Quizá tenga algo que ver, ¿no?  

R: Exacto, es que ahí está, parece ser que si no gritas, si no impones, si no dejas existir al otro, no puedes existir tú. Y me parece muy triste, la verdad. Porque lo ideal de la comunicación es lo que he dicho al principio, es la coexistencia de los dos: el tú y el yo. 

P: En el libro también hablas del sincericidio, esas personas que de sinceras se pasan y acaban haciendo daño. ¿Por qué? ¿Qué falla en este tipo de comunicación?

R: Aquí estamos confundiendo la sinceridad como algo positivo y, en realidad, estamos pasados de vuelta. Una cosa es dar tu opinión para que mejore el otro, y otra cosa, es decirlo porque te apetece decirlo y porque te molesta lo que está haciendo el otro. Si no te han pedido una opinión y la das, estás atacando a los demás. El sincericidio es un ataque. Si realmente tu objetivo es ayudar a los demás, antes de lanzar "los sincericidios", primero verifica si esta persona quiere tu ayuda, si realmente la necesita, y qué es lo más importante, porque tu opinión o tu visión no siempre es la correcta. Nos empeñamos en dar nuestra opinión desde nuestro contexto.

P: El humor también es una de tus herramientas favoritas, siempre lo dices. ¿Cuándo se recomienda y cuándo no?

R: De nuevo estamos en el autoanálisis. El humor va de, quiero ser el graciosillo del grupo y llamar la atención, y por eso, estoy usando el humor para relajar el ambiente, o estoy usando el humor para decir cosas que me parecen mal, pero las digo con humor para que parezca que están bien. Lo que sí que te puedo decir es que globalmente decir las cosas con sentido de humor, con gracia, con ligereza, hace que la información llegue mejor al cerebro. Porque cuando estamos relajados, es decir, cuando te ríes, tu cerebro se relaja y está más abierto a escuchar. El humor genera confianza y genera la sensación de romper las jerarquías, de humanizar. La risa es una de las emociones más potentes que existen. A veces pensamos que las cosas serias no se pueden hacer con humor, pero no es así. Las cosas serias se pueden hacer con humor y con ligereza. 

P: Dedicas varios capítulos en el libro a la comunicación digital y el apasionante mundo de los grupos de WhatsApp. ¿Qué es aquello que no suele funcionar cuando queremos comunicar por ahí algo? 

R: Dar por hecho que lo que escribes, se entiende cómo lo escribes. Esto es para el Whatsapp y para el email. Tú puedes escribir un mensaje y luego, la otra persona, leerlo dependiendo de cómo esté y se encuentre en ese momento. Imagínate que alguien que te cae mal, te escribe. Siempre lo vas a leer peor. 

P: ¿Se puede comunicar cosas importantes por Whatsapp? 

R: Todo lo realmente importante, que está vinculado con las emociones, tiene que comunicarse -como poco- con la voz. Sí que es verdad, sobre todo en el email, que se pueden escribir cosas importantes, pero hay que ver qué palabras escogemos y el tono. Para eso también están los emojis, que son realmente útiles. Y las notas de voz. Yo soy más fan de una llamada por teléfono.  

P: A mí me cuesta, debe ser generacional. Lo encuentro invasivo…

R: Sí, la generación millennial y la generación Z no suelen llamar por teléfono. Antes de llamar hay que pedir permiso siempre.

P: Cuando quieres comunicar algo en un WhatsApp. ¿Cuáles son los ingredientes que tiene que tener ese texto?

R: Depende de quién sea el interlocutor. No es lo mismo enviarle un WhatsApp a tu jefe, que enviarle un WhatsApp a tu mejor amiga. La primera cosa que debemos tener en cuenta es a quién le vamos a enviar el mensaje, y lo segundo, es cómo está el interlocutor. Enviamos WhatsApps otra vez desde nuestra necesidad, y ése es el núcleo de todos los malentendidos del mundo. Si estamos hablando de un conflicto, yo recomiendo siempre preguntar. Es importante hacer preguntas de contexto para entender qué ha podido pasar. Porque si no, tú vas a estar acusando desde tus prejuicios, de tus sentimientos. Una vez que esa persona te cuenta lo que le ha pasado, puedes descubrir muchas cosas. Antes de lanzar una acusación, primero hay que preguntar. Con este enfoque, habría menos guerras.