Las ‘leonas del Atlas’ rompen barreras en Marruecos

  • El pase a la final de la Copa de África, y clasificación para el Mundial 2023, de la selección nacional de fútbol femenino marroquí desata la alegría y el orgullo colectivos en un momento social y económico difícil para el país

  • Las ‘leonas del Atlas’ lograron el lleno en el estadio Moulay Abdallah de la capital marroquí y empujaron a centenares de rabatíes a las calles a celebrar el resultado

  • Es una gran noticia, que rompe con los prejuicios y estereotipos de la mujer marroquí”, afirma la profesora de Derecho Internacional Público de la Universidad de Cádiz Siham Zebda

Son las dos de la madrugada y los cláxones y las vuvuzelas suenan en el centro de la capital de Marruecos en una noche de calor pegajoso. La selección marroquí de fútbol femenino acaba de clasificarse, tras una semifinal agónica –en la tanda de penaltis- contra el equipo nacional nigeriano, para la final de la Copa de África. El año que viene estarán en el Mundial, donde se enfrentarán, entre otros equipos, al español, que disputa estos días también la Eurocopa. Han desatado un orgullo inédito entre el pueblo de Marruecos, que celebra el logro deportivo un momento social y económico áspero con tan poco que llevarse colectivamente a la boca.

Pero la victoria, todos son conscientes, va mucho más allá de lo deportivo. Han roto barreras en un país desigual. “Es fabuloso. Es una gran noticia que rompe con los prejuicios que hay sobre las mujeres marroquíes”, afirma a NIUS la profesora de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales en la Universidad de Cádiz Siham Zebda. Para la docente marroquí, que dirige el Laboratorio de inmigración, interculturalidad e inclusión social de la UCA, el éxito del equipo nacional evidencia “la diversidad de las mujeres marroquíes, lejos de estereotipos simplificadores”.

“Es una victoria histórica. En un país como Marruecos, donde la igualdad hombre-mujer deja que desear, este resultado demuestra que las mujeres tienen presencia exitosa en un ámbito totalmente conquistado por los hombres”, asevera el empresario rabatí Rachid Berrada, que ayer siguió con entusiasmo junto a sus dos hijas pequeñas el pase a la final de las ‘leonas del Atlas’.

Desde hace días las jugadoras de la selección nacional de fútbol de mujeres acompañan discretamente la vida de los marroquíes gracias a sus éxitos. Las efigies de las ‘leonas’ adornan las marquesinas de los autobuses y los paneles publicitarios en las grandes ciudades, y la formación del once marroquí figura en portadas de diarios y revistas en los anaqueles de los kioscos en un verano de profunda crisis económica, sequía e incendios. Una alegría colectiva.

Celebración inédita

El llenazo en las gradas del estadio, algo inédito en una competición femenina en Marruecos, es el mejor termómetro. Espoleados por la gratuidad de la entrada, decenas de miles de personas se acercaron en una tarde de lunes al estadio Moulay Abdallah de Rabat -55.562 personas oficialmente, récord africano-, muchas más de las que finalmente pudieron tomar asiento en el estadio. Las ‘leonas’ están doblemente en casa, porque la mayoría de las integrantes del equipo juega en el AS FAR (Asociación Deportiva de las Fuerzas Armadas Reales) de Rabat, cuya sede es precisamente el Moulay Abdallah de la capital marroquí.

El hashtag de guerra a esa hora en las redes es #dimamaghrib. Siempre Marruecos. “Ha sido un partido excepcional, como el ambiente. Antes la gente no iba al estadio a ver a las chicas y hoy ha estado lleno. El público ha animado como nunca, ha estado de diez”, celebra el rabatí Zakaria Khatla. “Jugaron muy bien, y hay que tener en cuenta además que tenían delante a la selección de Nigeria, que es la campeonas de África, lleva ocho títulos, y la mayoría de sus componentes juega en Europa”, precisa Khatla de vuelta del estadio Moulay Abdallah.

El reclamo de la gratuidad, eso sí, estuvo a punto de causar una desgracia, porque las carreras y los empujones se sucedieron cada vez que las fuerzas de seguridad marroquíes permitían, de manera intermitente, el acceso al graderío. Ya comenzado el encuentro, las fuerzas antidisturbios de la Policía marroquí hubieron de intervenir, y fuimos testigos de la detención de algún joven.

“Desgraciadamente es una de esas cosas ‘made in Morocco’, si la entrada se cobra y Marruecos no juega, no habría venido nadie al estadio, y hoy, que no hay que pagar por entrar, no hay sitio. Y nosotros nos hemos quedado sin poder ver el partido”, nos explica Mustafa, que aguarda, expectante, junto a su esposa y dos hijas, la posibilidad de que la Policía permita en el descanso del partido acceder al Moulay Abdallah. Hay tristeza en los ojos de decenas de niños que querían disfrutar de la fiesta en las gradas.

La agonía del choque, 120 minutos y tantas de penaltis, abunda en la épica. Contrariamente al estereotipo de un pueblo de sangre caliente, las ‘leonas del Atlas’ resuelven con temple el momento de tensión máxima. La encargada de ejecutar el último lanzamiento desde el punto de penalti, el que a la postre les dio el pase a la final, es Rosella Ayane, 26 años, símbolo, a su vez, de la ruptura de barreras de todo tipo: hija de un marroquí emigrado a Londres, jugadora del Tottenham Hotspur inglés, a pesar de no hablar apenas árabe marroquí ni francés, es una de las líderes del equipo.

Este domingo, las marroquíes se enfrentarán a sus rivales de la selección sudafricana en Rabat en la final de la Copa de África. Algo está cambiando en Marruecos, donde un equipo de mujeres lleva el nombre del país por el continente y el mundo haciendo gala de un fútbol elegante –el marroquí, tanto el practicado por hombres como por mujeres, se está ganando a pulso la vitola de fútbol preciosista- y formas discretas y prudentes, y también donde las mujeres no pueden jugar una pachanga junto a sus pares masculinos en las playas de la misma capital que las celebraba ayer. Con todo, lo decía el digital Le360 este domingo: las ‘leonas del Atlas’ “han tenido el mérito de reconciliar a los marroquíes con el fútbol femenino. Sus actuaciones y sus celebraciones están siendo un bálsamo para el corazón”.