Las aduanas de Ceuta y Melilla, en el aire cinco meses después

  • Camino del medio año de la vuelta a la normalidad con Marruecos, el Gobierno de Pedro Sánchez sigue sin dar detalles sobre el prometido “restablecimiento gradual” de los “dispositivos de control aduanero” en las fronteras de las dos ciudades autónomas

  • Ceuta y Melilla siguen aguardando una propuesta integral del Ejecutivo central para revitalizar sus economías, en la que se debe deshojar la margarita de eliminar o mantener la excepción Schengen y consumar o no la integración en la Unión Aduanera

Medio año ha transcurrido desde que el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, envió al rey Mohamed VI de Marruecos la carta que sellaba el fin de la larga crisis que entonces atravesaban los dos países y más de cinco desde que las delegaciones de los dos países firmaban en Rabat la Declaración conjunta con la hoja de ruta de la nueva etapa en las relaciones bilaterales. Aunque la mención se hacía en una forma calculadamente ambigua –se hablaba del “restablecimiento de manera ordenada” de “los dispositivos apropiados de control aduanero y de personas a nivel terrestre y marítimo”-, la creación de una aduana comercial en Ceuta y la reapertura de la de Melilla era uno de los más destacados acuerdos del ambicioso acuerdo bilateral. Junto con la cooperación de Rabat en la lucha contra la inmigración ilegal –el más palpable de los beneficios de la flamante nueva etapa-, el otro gran logro de España a cambio del apoyo del Gobierno a la soberanía marroquí en el Sáhara Occidental. Pero las aduanas siguen esperando su momento desde entonces.

Lo cierto es que apenas semanas después del acuerdo, concretamente el 17 de mayo, las fronteras de las dos ciudades autónomas españolas con Marruecos reabrían para el tránsito de personas tras dos años y dos meses cerradas primero por la crisis sanitaria y después por el desencuentro diplomático. Lo hacían, en todo caso, sólo para ciudadanos con pasaporte comunitario o con permiso para circular en el espacio Schengen. A partir del 31 de mayo pudieron ya entrar en las ciudades autónomas también los trabajadores transfronterizos con su documentación en vigor.

Además, el 15 de junio comenzaba la Operación Paso del Estrecho –Marhaba en Marruecos- que, a punto de concluir este viernes, se ha completado con plena normalidad (y con cifras más modestas que las inicialmente previstas a pesar de los dos años que por la pandemia primero y la crisis diplomática después el dispositivo hispano-marroquí no tuvo lugar; con cifras del Gobierno de Marruecos del primero de septiembre el tránsito por los puertos marroquíes había caído un 16% respecto a 2019, última Operación Marhaba que se celebró en condiciones normales).

Sin embargo, los dos Estados siguen sin ponerse de acuerdo en el espinoso estatus de la frontera comercial entre Ceuta y Melilla y Marruecos. Recordemos que Rabat acabó con décadas de contrabando al cerrar de manera unilateral la aduana comercial de Melilla –creada tras la independencia de Marruecos en 1956- en el mes de agosto de 2018 y prohibía el eufemísticamente denominado como “comercio atípico” desde Ceuta en octubre de 2019.

La decisión marroquí había hecho ya mella en el sector empresarial ceutí y melillense cuando llegó la pandemia del coronavirus y la frontera quedó cerrada a cal y canto. Cuatro meses después de la apertura limitada de fronteras, la actividad comercial de Ceuta y Melilla es una sombra de la que era hace unos años. El volumen de la actividad económica en torno a las dos ciudades y Marruecos se estimaba entre los 1.500 y los 2.000 millones de euros anuales, y de aquella vivían decenas de miles de personas.

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Marruecos: silencio y desinterés

Lo cierto es que hasta ahora las autoridades marroquíes no han mostrado demasiada diligencia en la resolución de la cuestión. Por no mostrarla nunca han confirmado su disposición a instalar las citadas aduanas. Por lo general, los controles de mercancías siguen siendo estrictos en ambos sentidos, aunque se han venido relajando durante el verano.  La última declaración al respecto de las aduanas de un responsable de la Administración marroquí fue a comienzos del pasado mes de junio. Entonces el director general de Aduanas e Impuestos Indirectos, Nabyl Lakhdar, daba prácticamente por descartada la implantación de las aduanas esgrimiendo falta de espacio.

“En estos momentos ni las condiciones geográficas lo permiten. Los pasos de Ceuta y Melilla son solo pequeños pasillos. El control aduanero exige mucho más que eso”, aseguraba en una entrevista con el semanario marroquí TelQuel. “Nos harían falta varias decenas de hectáreas para construir áreas de visita, control, etcétera. La configuración actual de Bab Sebta no lo permite. No tenemos la superficie necesaria para un proyecto así”, zanjaba en el caso de la aduana de Ceuta.

Lo cierto es que la polémica generada una vez sus declaraciones hubieron trascendido obligó al jefe de las aduanas marroquíes a matizar sus palabras, admitiendo horas después a la agencia EFE la posibilidad de que las aduanas vieran algún día la luz: “Cuando los dos ministerios se pongan de acuerdo sobre los aspectos relacionados con Ceuta y Melilla, nosotros los aplicamos”. Tras las declaraciones de Lakhdar y su posterior rectificación, nada se ha oído desde el Gobierno marroquí en los más de tres meses transcurridos.

Sea como fuere, los ceutíes y los melillenses siguen aguardando noticias del Gobierno central sobre su futuro económico. No sólo si habrá aduana comercial y cuándo será esta una realidad, sino si el Ejecutivo de Pedro Sánchez eliminará la excepción a Schengen para Ceuta y Melilla –la cual ha permitido tradicionalmente la entrada en las ciudades autónomas sin visado a los ciudadanos marroquíes empadronados en las provincias limítrofes, Tetuán en el caso de Ceuta y Nador en el de Melilla- y dará luz verde al ingreso de las dos localidades en la Unión Aduanera. Se sigue aguardando el Plan Estratégico sobre el futuro de sendas ciudades autónomas a pesar de que el Ejecutivo central lo prometió para finales del pasado mes de junio.

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Pocas pistas han llegado del Gobierno de Sánchez desde el acuerdo del 7 de abril sobre el futuro de la frontera comercial entre Marruecos y las dos ciudades autónomas. Después de su reunión a mediados de mayo con su homólogo marroquí Nasser Bourita, en la misma víspera de la reapertura de las fronteras, el ministro de Exteriores José Manuel Albares confirmó que los dos países trabajaban en la apertura de las aduanas.

Pero no hubo acuerdo entre las delegaciones española y marroquí tras su reunión del pasado 7 de junio al respecto. En el encuentro, en el que se admitió haber abordado “los aspectos del próximo régimen aduanero en Ceuta y Melilla”, participaron representantes de los ministerios de Exteriores, Interior y Hacienda españoles. Unos días después, el 15 de junio, ninguna de las dos delegaciones daba noticia alguna de las aduanas en Ceuta y Melilla tras la reunión también en la capital de España del ministro del Interior Fernando Grande-Marlaska y su homólogo marroquí Abdelouafi Laftit.

Fuentes conocedoras de las negociaciones aseguraban hace ahora un mes a El Faro de Ceuta que las autoridades de los dos países continuaban trabajando en la cuestión. Según estas fuentes, “no se prevé una dimensión a gran escala, sino más bien algo de carácter fundamentalmente regional para regular el tránsito de productos entre dos regiones limítrofes pertenecientes a dos países distintos” con vistas, sobre todo, a que circulasen productos manufacturados y frescos.

Lo cierto es que, en las puertas del otoño y con la XII Reunión de Alto Nivel Marruecos España aún sin fecha –aplazada a finales de 2020, las dos administraciones se comprometieron a celebrarla antes de final de año-, el futuro de las aduanas de Ceuta y Melilla sigue siendo un misterio.