Conte conjura una crisis de Gobierno, pero sale magullado

  • El primer ministro saca adelante una difícil votación en el Parlamento

  • Su antecesor Matteo Renzi mantiene la tensión entre los partidos de Gobierno

Las crisis de Gobierno en Italia se producen de forma cíclica y suelen ser anunciadas como en esa fábula que alertaba de la llegada del lobo. Nunca ocurre, pero todas las partes aprovechan para tirar de la cuerda y en ocasiones se llega a romper. Tampoco será así esta vez. El primer ministro, Giuseppe Conte, ha conjurado una rebelión interna que amenazaba con moverle la silla, pero mantiene al enemigo en casa. Su némesis se llama ahora Matteo Renzi, quien ya ocupó ese asiento y sabe mejor que nadie que basta un mal paso para despeñarse. A él no le importaría en absoluto darle el empujón definitivo.

Lo que se escenificaba este miércoles en el Parlamento era la aprobación del fondo de rescate europeo, conocido como MEDE. En Italia estas siglas suenan a espantajo, una buena parte del arco parlamentario lo rechaza porque su activación sugiere austeridad impuesta desde Bruselas. El Movimiento 5 Estrellas (M5E) convirtió su aversión en una de sus banderas, pero ahora en el Gobierno ha tenido que tragar otro sapo.

Un grupo de parlamentarios había firmado una carta para impedir que la reforma saliera adelante. El Gobierno temió fracasar, que Conte tuviera que acudir a la importante cumbre de este jueves en Bruselas sin los mínimos deberes hechos y que la cuestión terminara por hacer descarrilar al Ejecutivo. Pero tras días de reflexión y de movilización interna en el M5E, dieron los números.

El resultado más ajustado se produjo en el Senado, donde la mayoría es más exigua, con 156 de sus señorías a favor, 129 en contra y cuatro abstenciones. Como en la Cámara baja, algunos miembros del M5E se desmarcaron de la línea de su partido. El Cinco Estrellas añade otro elemento para su continua sesión de psicoanálisis.

Ni siquiera se votaba a favor o en contra de recurrir a este mecanismo, sino de validar una reforma que ya había sido aprobada por la Comisión Europea y que Italia llevaba tiempo postergando. El MEDE y sus circunstancias hace tiempo que dejaron de existir para mutar en Conte. El tema le persigue, lo llevan machacando tanto con él, que el fondo se ha convertido en un trasunto de sí mismo.

Así que, en realidad, lo que se decidía en el Parlamento era apoyar la figura del primer ministro o dejarlo caer. Ninguno de los partidos de Gobierno se podría permitir en este momento ir a elecciones anticipadas, donde previsiblemente ganaría la derecha. Y así, votaron a favor de Conte. Es decir, de la aprobación de la reforma del MEDE.

Renzi, la amenaza del tercer hombre

Pero en este clima, faltaba la figura del tercer hombre. El ex primer ministro Matteo Renzi, autodeclarado aprendiz de Maquiavelo, olió el caos y salió de caza. Su formación, Italia Viva, es una escisión de los socialdemócratas del Partido Democrático (PD) y miembro minoritario de la coalición que esta fuerza comparte con el M5E. Italia Viva cuenta con 30 diputados y 17 senadores, que, sin embargo, resultan fundamentales en cualquier votación ajustada.

Renzi dejó calentarse el juego del MEDE y votó a favor de la reforma. En cambio, lleva días impidiendo la intención de Conte de crear un comité formado por seis altos empresarios, que coordinarían junto al primer ministro la gestión de los fondos de recuperación europeos. El Gobierno ha celebrado varias reuniones del Consejo de Ministros, pero los integrantes de Italia Viva se han levantado siempre de la mesa.

Conte llega a Bruselas con la aprobación del MEDE en el bolsillo, pero sin un plan que establezca qué hacer con los fondos de recuperación. La gobernanza de la ayuda comunitaria ya le costó un enfrentamiento a Pedro Sánchez con Podemos, sus socios de Gobierno, que criticaban un control absoluto por el PSOE; y está quemando también a su colega italiano, pese a que la estrategia de ambos haya sido distinta.

Conte pide “cohesión”

“El Gobierno necesita la máxima cohesión por parte de las fuerzas de la mayoría para continuar luchando en la UE. La confrontación dialéctica es signo de vitalidad y riqueza, pero siempre que se realice con espíritu constructivo y no para distraer los objetivos”, pronunció Conte en la Cámara de Diputados. Su discurso fue sombrío, gris, gobernativo, nada que ver con el nervio de su oponente.

El senador Renzi salió a la Cámara alta con ganas de morder, de volver a la primera plana, de la que lleva lejos demasiado tiempo. “Me pueden dar uno, dos subsecretarios o los que usted quiera, pero yo no quiero un ministro en la mesa que decidirá sobre los fondos europeos. Si quieren más poltronas, les cedo las nuestras. Lo que está en juego es la credibilidad del país y de las instituciones”, rugió.

El ex primer ministro critica que el debate sobre los 200.000 millones que recibirá Italia de la UE quede en manos de un grupo de empresarios y que Conte gobierne por decreto “a través de directos en Facebook que sustituyen al Parlamento”. “Si hay un procedimiento que mantiene esta gobernanza de los fondos europeos, nosotros votaremos no”, dijo el senador, ante los aplausos de la oposición.

Renzi fue uno de los grandes impulsores del pacto de Gobierno entre PD y M5E, pero desde el día que se materializó la alianza está deseando aniquilar a Conte. La pandemia lo impidió, disparó la popularidad del primer ministro y guardó toda crisis en el cajón. Ahora que la gestión sanitaria vuelve a estar en entredicho, Renzi vuelve a sacar la artillería. Mientras, Conte supera otra crisis, pero la debilidad de su Gobierno queda expuesta como antes de que llegara el virus. El siguiente ‘round’ no tardará en llegar.