El deterioro del nivel de vida empuja a los marroquíes a la calle

  • Varias ciudades marroquíes registran concentraciones de protesta ante la carestía de productos básicos

  • Las protestas llegan a las calles de Dajla, la segunda ciudad del Sáhara Occidental

  • Mohamed VI anunció la semana pasada un plan de choque para hacer frente a las consecuencias de la sequía

La tormenta perfecta. La inflación –la subida de está afectando especialmente a los precios de los carburantes y los productos alimentarios-, la fuerte sequía –la peor en tres décadas, ya se deja notar en la producción agrícola, en un país en el que más del 40% de la población activa trabaja en el campo- y la práctica desaparición del turismo desde hace casi dos años, entre otras repercusiones económicas de la pandemia, están golpeando sin piedad a la sociedad marroquí.

El malestar por el deterioro de las condiciones de vida ha empujado ya a muchos marroquíes a expresar su descontento en la calle, como ocurrió el pasado fin de semana en Casablanca, Tánger o Rabat –en algunos casos con una asistencia considerable- entre otras localidades.

Las protestas del domingo se nutrieron del simbolismo añadido de la coincidencia con el undécimo aniversario del Movimiento 20 de Febrero, la variopinta secuela –seculares, izquierdistas, islamistas- de la Primavera Árabe en Marruecos. No en vano, aunque las concentraciones, como la que se celebró en Rabat, estuvieron marcadas por la reivindicación social, se cantó “libertad, dignidad y justicia social” o “librémonos del Estado policial”, eslóganes coreados en las mismas calles de la capital de Marruecos en aquellos meses de efervescencia contestataria.

“Tenemos fosfato y dos mares pero vivimos en la miseria” fue otra de las pancartas –entre las banderas negras del Movimiento 20 de Febrero- que pudo verse en los aledaños del Parlamento marroquí en Rabat.

Robo de verduras en mercados

Aunque lejos del foco mediático del que sí gozan las grandes ciudades, la crisis está afectando igualmente la vida cotidiana en el mundo rural marroquí, donde vive la mayoría de la población marroquí. El domingo pasado trascendían imágenes de individuos robando fruta y verdura de puestos del mercadillo ambulante de Had Oulal Jelloul, en la localidad de Kenitra –localidad costera situada a 35 kilómetros de Rabat-, las cuales han provocado la indignación de muchos ciudadanos del país magrebí.

Las escenas merecieron una nota de la agencia oficial de noticias MAP en la que se daba cuenta de una “inhabitual especulación de precios de ciertos productos de consumo”. Según la misma fuente, las fuerzas de seguridad intervinieron para garantizar el orden e investigan ya lo sucedido. En la memoria regional colectiva está presente el recuerdo de Mohamed Bouazizi, el joven vendedor ambulante de frutas y verduras de la localidad tunecina de Sidi Bouzid cuya inmolación hizo prender la mecha del descontento en diciembre 2010.

Por su parte, el Gobierno del liberal Akhannouch, que vincula la carestía de vida a la “inesperada recuperación económica” y a “la subida continua de los precios de los cereales y los hidrocarburos en los mercados internacionales”, reacciona como puede a un problema social que no tiene visos de solución sencilla ni rápida.

Consciente de los riesgos de que el descontento prenda en protestas más nutridas –y a pocas semanas del inicio del mes sagrado de Ramadán, que implica necesariamente desembolsos económicos importantes para las familias marroquíes-, el propio monarca Mohamed VI anunciaba la semana pasada un plan de choque para hacer frente a las consecuencias de la sequía en el mundo rural por valor de unos mil millones de euros. Desde el Ministerio de Economía se anuncia además una subvención de 350 millones de dólares para subvencionar los precios de la harina.

Protestas en el Sáhara Occidental

También han llegado las protestas al territorio que fuera hasta 1975 colonia española. Aunque las concentraciones contra las autoridades locales son habituales en las principales ciudades saharauis, en las últimas horas se ha producido una nutrida marcha en las calles de la ciudad de Dajla, al sur del territorio. Sus convocantes exigen a las autoridades marroquíes que investiguen las causas de la desaparición y el fallecimiento de un pequeño comerciante local, Habib Agrishi, en extrañas circunstancias.

Como puede observarse en grabaciones procedentes de las calles de la antigua Villa Cisneros, las fuerzas de seguridad marroquíes disolvieron, al emplearse con contundencia, las protestas convocadas en la noche de lunes, según se hacían eco medios digitales marroquíes como kifache.com o Gouda.ma. El fin de semana pasado el representante del Frente Polisario ante Naciones Unidas remitía una dura carta al secretario general de la institución en la que deploraba el silencio de la ONU ante “los crímenes perpetrados contra los civiles saharauis y los activistas por los derechos humanos” y exigía una investigación ante lo sucedido. Con todo, la familia del fallecido ha pedido, según recogía el digital kifache.com, que no se explote políticamente la muerte.

Una nueva zona militar junto a la frontera de Argelia

Entretanto, las autoridades marroquíes no descuidan un ápice el frente defensivo en pleno conflicto diplomático con Argelia. En las últimas horas ha trascendido que el país magrebí contará a partir de este momento con tres mandos militares al crearse la zona militar de la región oriental, junto a la frontera argelina.

Según recoge el perfil de Facebook FAR Maroc –siempre bien informado en lo relativo a las últimas noticias sobre las Fuerzas Armadas marroquíes-, la nueva región militar oriental tiene el objetivo de reforzar la defensa en la zona y combatir la amenaza de la delincuencia transfronteriza, el contrabando o la inmigración ilegal.

Al frente de la nueva región militar estará el general de división Mohamed Miqdad. Recordemos que en agosto del año pasado Argel rompía relaciones diplomáticas con sus vecinos al que acusaba de estar apoyando el secesionismo en su territorio y de espionaje a sus autoridades. El problema de fondo hoy y desde hace décadas entre las dos potencias magrebíes es el conflicto del Sáhara Occidental, cuya independencia Argelia defiende. En noviembre de 2020 el Frente Polisario daba por roto el alto el fuego con Marruecos en vigor desde 1991.