El 'Simón italiano', foco de todas las críticas

  • El economista Domenico Arcuri fue nombrado comisario especial para la emergencia sanitaria

  • Fue nombrado a dedo, ha suscitado muchas polémicas y se le ha criticado por actuar de forma autónoma

Una catástrofe en el mundo real no suele ser como en la televisión, donde emerge un héroe, se gana el favor del público y termina salvando el mundo. No en una pandemia. Aquí los personajes pueden acertar o equivocarse, está claro que no son infalibles. Pero los patinazos pesan. Ocurre en Italia, como en muchos otros sitios. El pecado original del dedazo y varios traspiés persiguen al comisario especial para la gestión del coronavirus, Domenico Arcuri, convertido en blanco diario para la oposición, colectivos sanitarios y la prensa más hostil al Gobierno.

Acuri presenta un perfil muy distinto al de Fernando Simón en España. El italiano no es científico, sino economista, directivo empresarial y funcionario. Calabrés, de 57 años, estudió en la universidad privada Luiss, que ha servido de cantera para diferentes gobiernos socialdemócratas; e inmediatamente después entró a trabajar en el Instituto para la Reconstrucción Industrial (IRI), un organismo público de referencia para los economistas de la corte de los presidentes.

Desde hace 13 años es consejero delegado de Invitalia, una agencia estatal dedicada a atraer la inversión empresarial, y en marzo fue nombrado por el primer ministro, Giuseppe Conte, comisario extraordinario para la emergencia sanitaria. Su buena fama como gerente favoreció una designación a dedo.

Es el máximo responsable de la emergencia sanitaria, aunque su trabajo debía compatibilizarse con el de los expertos médicos de Protección Civil y el Instituto Superior de Sanidad, los encargados de centralizar la información científica. La tarea de Arcuri consistía más bien en facilitar la tarea al personal sanitario, como una especie de conseguidor de material de protección, test o camas en los hospitales. Para ello cuenta con un equipo de unas 40 personas.

Con la pandemia abriéndose paso en Europa a través de Italia, la suya era una misión ingrata. Y entonces tampoco había demasiados modelos donde compararse. Por eso, las primeras fallas derivadas del déficit del sistema sanitario quedaron en el terreno de los errores admisibles, aunque pronto comenzó a convertirse en centro de distintas polémicas.

Mascarillas, UCI, vuelta al cole…

La primera llegó cuando Arcuri maniobró para que las mascarillas tuvieran un coste regulado de 50 céntimos, lo que provocó que los farmacéuticos dejaran de vender millones de ejemplares, ya que las habían comprado a un precio superior. Italia sufrió durante días de desabastecimiento y, aunque después se palió, el comisario se convirtió ya en un avatar perfecto para atacar la gestión del Gobierno. Su nombre no ha desaparecido desde entonces de las portadas.

“Por una vez estaría bien que se reconociera que hemos estado extraordinarios”, decía en junio, cuando Italia parecía haber salido de la primera ola. Pero después tocó planificar la vuelta a las clases, para lo que ideó la compra de un modelo de pupitres con ruedas que garantizarían la separación entre alumnos. Se estima que la inversión tenía un coste de unos 450 millones de euros y además llegaron tarde, por lo que muchos colegios tuvieron que abrir más tarde de lo previsto.

Arcuri no comparece, ni mucho menos, a diario, como lo hace Fernando Simón. Pero sí que mantiene una intensa actividad pública, en medios y ruedas de prensa, en las que hace balance de la situación sanitaria. En la última dijo que “no hay ninguna presión en las UCI”, pese a que en muchas regiones la ocupación de pacientes covid en cuidados intensivos supera los umbrales de alerta, lo que ha provocado el cabreo de médicos y anestesistas. También en las últimas semanas daba cuenta de nuevas camas en estas unidades que aún no estaban disponibles.

El país se encuentra en una situación muy delicada, este martes fallecieron 731 personas, la cifra más alta desde el pasado abril. La emergencia ha provocado la saturación de los hospitales de media Italia y el colapso en varias zonas del norte, por lo que los médicos siguen reclamando recursos y acciones contundentes al Gobierno, como un confinamiento general.

Un paragolpes con demasiado poder

“Es cierto que ha sido atacado en muchas ocasiones como un modo de criticar al Gobierno. Pero es que fue el propio Conte quien le dio carta blanca para actuar, dotándole de enormes competencias que no son fiscalizadas por nadie más”, señala al teléfono Lorenzo Pregliasco, cofundador de Youtrend. El politólogo remarca que resulta embarazoso que “una persona de su responsabilidad utilice datos equívocos”.

La comunicación institucional durante la pandemia ha sido hegemonizada por el poder político. Conte y -en mucha menor medida- su ministro de Sanidad, Roberto Speranza, han sido quienes han asumido un protagonismo indiscutible. A diferencia de España, desde el punto de vista oficial, los expertos médicos han tenido un papel secundario a nivel comunicativo; aunque no así los virólogos, que se han transformado en verdaderas estrellas mediáticas. Arcuri, mientras tanto, ha ejercido el rol de paragolpes del Gobierno.

Fuentes de su equipo señalan a NIUS que “cuando la crítica tiene un contenido político hay que obviarla, pero la clave ha sido siempre responder cuando ha habido dudas técnicas”. “Al principio tuvo que pedir perdón porque lo acusaban de falta de transparencia, pero creo que ese periodo pasó”, agrega esta fuente. La fundación Openpolis, que se encarga precisamente de velar por la transparencia en las administraciones públicas, condenó que actuara “de forma autónoma”.

Arcuri reconoce que su padrino político fue el ex primer ministro Romano Prodi y no oculta su cercanía a los socialdemócratas, motivo de más para colocarlo en la diana de una agresiva prensa italiana de derechas. Y a eso se le suma una investigación del Tribunal de Cuentas que podría obligarle a devolver 1,4 millones de euros, ya que durante años habría cobrado un sueldo superior al que indica la ley como consejero delegado de la empresa pública Invitalia. Su salario llegó a superar entonces los 600.000 euros anuales.InvitaliaSu salario llegó a superar entonces los 600.000 euros anuales.

El Gobierno ya le ha asignado también conducir un acuerdo con la siderúrgica Ilva, que perteneció al Estado y ahora amenaza con dejar en la calle a unos 11.000 trabajadores. Y, en paralelo, también será el encargado de supervisar el suministro de las primeras vacunas de la covid. El jefe de la oposición, Matteo Salvini, afirma que “Arcuri ha sido nombrado para ser comisario de todo y no ha resuelto nada”. A su lado, los frentes de Fernando Simón parecen poca cosa.