Europa se la juega otra vez en las elecciones presidenciales de Francia

  • La distancia entre los dos candidatos en las encuestas ha aumentado hasta casi quince puntos tras la primera vuelta electoral

  • Los analistas destacan la paradoja de que muchos de los votantes que aborrecen a Macron votarán por él para contener a Le Pen

Francia y Alemania son probablemente los dos únicos Estados miembro de la Unión Europea cuya estabilidad política es vital para el bloque. Si Alemania parece vacunada contra la marea parda que sí condiciona la vida de otros países europeos, Francia es en este sentido el enfermo de Europa. Una victoria de la ultraderechista Marine Le Pen, con las competencias que tiene el presidente de la República en Francia, prácticamente absolutas en política exterior y Defensa, supondría la entrada de la Unión Europea en la unidad de cuidados intensivos.

Durante meses y sobre todo en las últimas semanas se han publicado cientos de análisis que intentan entender qué hace que todos los sondeos den por encima del 40% a Le Pen en la segunda vuelta que se celebra este domingo.

Los datos económicos del quinquenio de Macron son mejores que los de muchos de sus vecinos, la inflación es prácticamente la mitad, el desempleo bajó de casi el 10% hasta el 7,6% (Macron había prometido el 7%) y las rentas subieron, también las más bajas. Los cambios impositivos han tenido un efecto neutro en la presión fiscal y no ha habido recortes de servicios sociales. Pero una gran franja de la población francesa está muy enfadada con Macron.

La disyuntiva de los votantes

Muchos analistas dicen que la decisión electoral no se centrará ni en el balance económico de la presidencia de Macron ni en lo que promete Le Pen (un programa que generaría un agujero fiscal anual de más de 100.000 millones de euros según los medios franceses). Otros dicen que intentar explicar la elección en función de votantes de izquierdas y votantes de derechas lleva al error, que estamos ante europeístas y patriotas, como les gusta llamarse, o globalistas y nacionalistas, como no les gusta que les llamen.

Los datos de la primera vuelta, en la que Macron ganó a Le Pen por casi cinco puntos, dicen que en realidad se pueden buscar en otro sitio las brechas: los jóvenes y los mayores prefirieron a Macron mientras las edades medias se decantaron por Le Pen. Las personas con estudios superiores optaron por el presidente mientras que quienes no tienen ni el bachillerato lo hicieron por la candidata ultra.

Quienes viven en las grandes ciudades votaron mayoritariamente a Macron y quienes viven en ciudades de menos de 100.000 y en pueblos dividieron su voto entre los dos. La renta separa (el votante medio de Macron es algo más rico que el votante medio de Le Pen), pero mucho menos que los otros aspectos mencionados aquí.

Las encuestas

Los sondeos de los últimos días han visto cómo Macron ha ido aumentando su ventaja desde cuatro hasta casi 15 puntos. La victoria de Le Pen es improbable pero todavía es posible y toda Europa cruza los dedos hasta el punto de que Pedro Sánchez y los primeros ministros alemán (Olaf Scholz) y portugués (Antonio Costa) publicaron este jueves, en un hecho inédito en unas elecciones francesas, una columna en el diario ‘Le Monde’ pidiendo el voto para Macron.

Macron promete más de lo mismo pero con una política algo más centrada en la lucha contra la crisis climática y una vuelta de tuerca a las grandes reformas que no hizo en los últimos años, como la polémica reforma de las pensiones, que promete consensuar. Le Pen ofrece recuperar una Francia que nunca existió, un país que intentará desmantelar la Unión Europea sin salirse de ella (Brexit obliga) para crear una “Alianza de naciones” que tenga una relación especial con Rusia y no con Estados Unidos, un país fuera de la estructura militar de la OTAN.

La amenaza de Le Pen

La Francia de Le Pen también sería un país donde se discriminaría a las personas por nacionalidad. Los derechos plenos sólo serían para los franceses de nacimiento. Los nacionalizados tendrían algunos menos. Los extranjeros (europeos o no) tendrían limitados sus derechos por ejemplo para recibir ayudas públicas o pensiones. Sí tendrían que pagar impuestos como cualquiera.

Le Pen prometió en 2017 sacar a Francia del euro. Esa promesa, según los estudios post-electorales, era rechazada masivamente por los franceses. Su plan actual pasa por el bloqueo de la Unión usando masivamente el veto, por romper las cooperaciones con Alemania que están en los cimientos de la construcción europea y por tratar en pie de igualdad a Moscú y a Washington.

La Francia de Le Pen arrinconaría a la Asamblea Nacional (en las legislativas de junio su partido aspira a muy pocos escaños porque se juega a un sistema de dos vueltas donde también se aplica el cordón sanitario) para gobernar por referéndums. Violaría así la Constitución francesa.

La postura de Europa

Bruselas espera que gane Macron y que la vida política siga relativamente estable, pero ya mira a 2027. El sistema francés prohíbe al presidente ejercer más de dos mandatos de forma consecutiva. El surgimiento de Macron se debió en parte al hundimiento de los partidos tradicionales y su presidencia lo ha reforzado. ¿Qué hay después de Macron? ¿Es inevitable que un Le Pen u otro candidato ultraderechista termine un día controlando la única potencia nuclear de la Unión Europea?

Le Pen (y el aún más ultra Zemmour) sumaron entre los dos el 30% de los votos. Los conservadores tradicionales se quedaron en un 4%. Tampoco los ecologistas ni los socialistas alcanzaron el 5%. A la izquierda del socialismo casi se coló en la segunda vuelta Jean-Luc Mélenchon con un 22%. ¿Puede propiciar Macron (a quien los franceses consideran de centro-derecha) el renacimiento de las fuerzas tradicionales de centro-derecha y centro-izquierda o debe centrarse en ir haciendo crecer la figura de algún sucesor?

Algunos focos señalan a Édouard Philippe, primer ministro en la primera parte del mandato de Macron y un personaje que tenía mejor valoración que el presidente. Se habló de celos y de una mala relación entre ambos pero puede ser una figura centrista que en 2027 pueda hacer frente a Marine Le Pen (si aguanta) o al siguiente Le Pen, su sobrina Marion.