Italia está comprando más petróleo que nunca a Rusia

  • La mayor refinería en el país, propiedad rusa, ya no puede acceder al mercado internacional como consecuencia indirecta de las sanciones

  • La única solución ha sido aumentar la compra de petróleo ruso para poder mantener el funcionamiento

  • Esto podría poner en conflicto de manera indirecta a Italia con Europa

Cuando el debate europeo aún sigue abierto sobre la inclusión del mercado del petróleo dentro de las sanciones a Rusia tras la invasión a Ucrania, el gran aumento de compra del barril de crudo por parte de Italia a Rusia genera desconcierto. La tendencia ha sido, al margen de las medidas que aún puedan tomarse a nivel europeo, de acortar cada vez menos el mercado que los países mantenían con Rusia.

Los datos que ha recogido el Financial Times muestran que Italia se ha convertido en el mes de mayo en el principal importador de petróleo ruso, en contra de la dinámica de disminución de los países vecinos. En concreto ha comprado 450 mil barriles de crudo, cuatro veces lo que se compraba en febrero y el dato más alto desde 2013. ¿A qué se debe y por qué se ha producido este fenómeno?

¿Por qué Italia necesita tanto petróleo ruso de repente?

La explicación se encuentra en la necesidad de mantener abierta la refinería Lukoil Isab di Priolo, la más grande de Italia, que se encuentra en la provincia de Siracusa, en Sicilia, y que es propiedad de una empresa petrolífera rusa. Trabaja, según datos de Il Sole 24 Ore, el 13,6% de todo lo que llega en Italia y luego exporta el producto en muchas partes del mundo.

Fue construido en 1972 y primero fue italiano hasta que en 2008 termino en manos de la empresa rusa. Hasta este momento compraba solo un 30% de petróleo del Kremlin y, el resto, lo adquiría en el mercado internacional de otros compradores. La cuestión central es que como consecuencia indirecta de las sanciones -ya que no se ha ordenado el embargo aún de la compra de petróleo ruso- las bancas europeas no ofrecen créditos a empresas rusas, para no verse en medio de sus negocios, y ahora, Lukoil en concreto, no puede obtener el petróleo de sus otros proveedores. La única opción que ha quedado es que su único proveedor sea su propio país, Rusia, del que aún puede efectuar compras. Esto todo ocurre en territorio italiano, alineado en la postura europea de las sanciones, lo cual compromete mucho al país.

¿En qué lugar deja esto a Italia?

Las claves de esta guerra se están materializando de forma diferente según las vulnerabilidades o las especificidades de cada país. Matteo Villa, especialista en datos del ISPI (Instituto italiano de estudios de política internacional), nos ofrece un mapa sobre la problemática. “En Alemania, un país aún más dependiente de Rusia que nosotros, están trabajando de forma muy clara. El objetivo es llegar a finales de este año siendo completamente independientes del petróleo ruso, incluso tomando medidas nacionales, fuera del embargo europeo que aún no se ha aprobado”, explica.

Ahora mismo cada país mide sus dificultades y comienza a ver qué puede hacer para dejar de financiar al Kremlin y tiene que hacer un gran equilibrio entre sus posibilidades y una infraestructura que no es fácil de modificar de la noche a la mañana, es por eso que las soluciones de ahora modificarán también la geopolítica del país en el futuro.

Un problema societario

“El problema aquí es societario, es de a quién pertenece esta empresa. Las sanciones son, aún a día de hoy, un instrumento de presión difícil de interpretar algunas veces. La empresa no es objeto de sanción directa pero se ve afectada de forma colateral. En este caso las necesidades de la empresa le han dejado una única opción: comprar petróleo al único que puede vendérselo, su propio país, antes de parar la producción”, explica el experto.

El caso particular de Italia preocupa a Villa, que cree que no se está dando demasiada importancia en el debate público a la subida de compra de petróleo ruso. “Está claro que está ocurriendo de forma involuntaria, pero eso no quiere decir que Italia no tenga que resolverlo. Posponer una solución creará más problemas al Gobierno, esta es también una cuestión política”, añade. La contradicción entre la postura afín a las sanciones y la práctica, con las necesidades y las infraestructuras de cada país, puede poner en riesgo un consenso.

“El Gobierno conoce este problema desde marzo, corre el rumor de que quiere nacionalizarla y eso cambiaría el aspecto societario, al menos por un tiempo, que ahora es la principal barrera para diversificar los proveedores. Si es una empresa italiana podría comprar a otros países que no fuesen Rusia y se solucionaría”, añade Matteo Villa.