La pandemia deja sin chispa a una soporífera gala de los Oscars 2021

  • Ni la presencia de Harrison Ford, la frescura de Zendaya o los intentos del DJ de poner un poco de ritmo a la gala funcionaron

Un aullido (el de Frances McDormand premiada como Mejor Actriz), un baile (de Glen Close a pesar de haber perdido el Oscar en su octava nominación) y un discurso (de Youn Yuh-jung, Mejor Actriz de Reparto) fueron los tres mejores momentos de una noche anodina, en la que “Nomadland” consiguió el premio a la Mejor Película y Mejor Dirección.

La edición número 93 de los Oscar se esperaba atípica, como ha sido todo el año anterior y el contexto de pandemia que provocó que la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas retrasara la gala, de febrero hasta ahora. Pero lo que nadie pensaba es que fuera a desarrollarse de un amanera tan aburrida y plana como al final resultó.

El comienzo fue prometedor, con forma de inicio de película y títulos de crédito incluidos. Sin embargo, la ceremonia pronto derivó en una triste sucesión de discursos y entregas de galardones en los que se echó en falta el calor del público, la habilidad de un showman que dinamizara el acto y el contenido de los trailers que avanzan el contenido de las producciones cinematográficas, que este año no se incluyeron.

La actriz surcoreana al rescate

Ni la presencia de Harrison Ford, la frescura de Zendaya o los intentos del DJ de poner un poco de ritmo a la gala que tuvo lugar en la antigua estación de Union Station, en Los Ángeles, funcionaron. Menos mal que la actriz surcoreana Youn Yuh-jung, premiada con el Oscar a la mejor actriz de reparto en la película “Minari”, subió al escenario y, con un divertido discurso, animó la noche al dar las gracias por haber podido conocer a Brad Pitt mientras bromeaba con lo mal que todo el mundo pronuncia su nombre.

“¿Cómo habré podido yo arrebatar el premio a Glenn Close”?, añadió cuando se dio cuenta de que la actriz americana se quedaba sin premio, de nuevo, en una intervención que por fin consiguió sacar una sonrisa tanto a los artistas nominados, como a los presentadores que pudieron estar presentes en la gala.

Un baile y un premio para la historia

Y fue Glenn Close quien, varios minutos después, protagonizó otro de los escasos momentos destacados de la noche con un baile en el que seguía el ritmo de un antiguo tema de la película “School Daze”, de Spike Lee. Toda una lección de cómo una artista es capaz de quedar en la memoria de los espectadores sin ser premiada esa noche.

Una anécdota que hay que sumar al momento histórico de la fiesta del cine protagonizado por una cineasta china: Chloé Zao, que por segunda vez en la historia consigue que el premio a la Mejor Dirección recaiga en una mujer, en este caso por la película “Nomadland”. Zao, saliéndose de lo habitual, subió al escenario con un sobrio vestido y unas zapatillas deportivas para decir: “Esto es para cualquiera que tenga la fe y el coraje de aferrarse a la bondad en sí mismos y a la de los demás”.

Poco glamour y ninguna mascarilla

La ceremonia de este año estaba planteada como un show que cambiaría la dinámica de lo realizado hasta ahora. Dirigida por el director Steven Soderbergh, se anunció una gala con la que olvidar la pandemia. Así, se hicieron a los asistentes pruebas de Covid y se les sometió a cuarentena con la antelación suficiente para garantizar que nadie fuera positivo en la enfermedad y que no tuvieran que llevar mascarilla en la gala.

De esta manera se intentó que la magia el cine hiciera olvidar a los espectadores el sufrimiento que estos últimos meses ha inundado los hogares de todo el planeta. Sin embargo, la magia esta vez no fue suficiente. A la lentitud del ritmo de la ceremonia se unió la falta de glamour de los vestidos, con algunas excepciones como los maravillosos diseños de las actrices Amanda Seyfried (vestida por Armani) o Halle Berry (Doce&Gabanna), y el de la presentadora Angela Basset (Alberta Feretti).

Desafío

Y es que este año era todo un desafío conseguir que la gente siguiera una retransmisión basada en películas que, en su gran mayoría, no han conectado con el público debido a que durante más de doce meses no se ha podido asistir a las salas de proyección. Con este panorama era difícil conseguir que la audiencia no disminuyera y más teniendo en cuenta que los datos de seguimiento de las ceremonias de premios ya estaban decayendo antes de la pandemia.

Sin embargo, tampoco ha funcionado el giro que se le ha querido dar al acto y el año próximo la Academia tendrá que plantearse si repetir experimentos como el realizado con Soderbergh. Tanto el realizador, como sus socios Stacy Sher y Jesse Collins, han fracasado estrepitosamente en el intento de mantener pegados a las pantallas a los espectadores, por más que se empeñaran en venderlo como “una película en tres actos”.

Un final abrupto

Como cosecha habrá que quedarse con el Oscar conseguido por el español Sergio López-Rivera, al Mejor Maquillaje en la película “La madre del blues”, y con la esperanza de que la próxima edición consiga ser mejor que esta, lo cual no será muy difícil, ya ni siquiera el final de la gala, consiguió tener un buen cierre. Tras comunicarse que Anthony Hopkins había ganado el premio al Mejor Actor y comprobar que este no estaba presente, se dio por finalizada la ceremonia, casi sin avisar. Un final acorde con el resto de lo vivido las cuatro horas anteriores.