El hombre más gordo del mundo sufrió una depresión durante la pandemia de covid al aumentar de peso

  • El británico Paul Mason de 61 años llegó a pesar media tonelada y fue hospitalizado

  • Intentó quitarse la vida durante la pandemia al aumentar 120 kilos en seis meses

  • Paul Mason está a la espera de realizarse dos operaciones de rodillas, que interrumpió la pandemia

El británico Paul Mason de 61 años llegó a pesar media tonelada y fue hospitalizado durante la pandemia al sufrir una recaída. Solo en su casa confinado comenzó a comer: bolsas de patatas fritas y tabletas de chocolate se convirtieron en su aliciente y tuvo que ser ingresado.

Paul Mason, como nos pasó a mucho, se dedicó a comer para combatir la depresión, la soledad, y los intensos dolores que en su cuerpo después de tantos años de sobrepeso. Ahora ha contado en una entrevista con medios británicos que esa recaída se convirtió en un “grito de ayuda”. También ha revelado las cosas que tuvo que escuchar en los hospitales, cuando años anteriores vivió numerosos tratamientos contra su obesidad mórbida.

La historia de Paul Mason

El británico aseguró que 10 años antes le tocó escuchar que si moría lo iban a trasladar a un matadero, porque las instalaciones del hospital no eran adecuadas a su talla. Eso, en palabras del personal médico, algo que Mason definió como “repugnante.

Mason de 61 años, dijo que no era algo improvisado, sino que era un plan elaborado durante sus tres años viviendo en una sala de hospital: “Si yo moría en el hospital, no podrían tratar con alguien de mi tamaño, así que se organizaron por si eso ocurría en el hospital. " Tendrían que llevarme a un matadero donde matan a los animales grandes”.

“Y me incinerarían en la cremación de animales. Pensé que era repugnante. No podía creer que estuvieran haciendo eso”, dijo el hombre, que pesar de su peso, ya no es el más gordo del mundo.

Llegó a aumentar 120 kilos durante la pandemia de covid

Paul Mason había acumulado un centenar de kilos durante el confinamiento, atiborrándose de patatas de bolsa, pero para su suerte los servicios médicos lo sacaron de su casa, a pesar de que el ascensor estaba roto y tuvieron que sacarlo entre muchos.

“Nadie me escuchaba, no pasaba nada, yo podía verme deslizándome otra vez hacia los viejos tiempos y eso fue un grito de ayuda”, según ha publicado el tabloide Daily Mail. Paul necesitaba dos prótesis de rodilla, una nueva cadera y varias operaciones de hernia, pero sus operaciones no se pudieron realizar a causa de la pandemia, por lo que buscó consuelo en los bocadillos.

“Uso (las patatas fritas) para mantenerme aislado, porque tengo un dolor terrible debido a la artritis y mi médico ya no me dará ningún alivio adecuado para el dolor. Me dijo que tengo que vivir con eso”, dijo.

Paul, que ahora vive en viviendas protegidas financiadas por los contribuyentes en Plymouth, agregó que está decepcionado de haber aumentado de peso, pero está tratando de no dejar que eso lo deprima y ahora ya está concentrado en su recuperación.