Un impuesto extraordinario al 1% más rico para financiar un fondo europeo de 1,6 billones de euros

  • Los hogares con una riqueza por debajo de dos millones de euros estarían exentos

La respuesta de los gobiernos y de la Unión Europea al impacto económico producido por la crisis del coronavirus no se sale de las medidas habituales y económicamente ortodoxas. La estrategia ya se usó tras el estallido de la crisis financiera en 2008. Que los gobiernos con dificultades para financiarse en los mercados acudan al MEDE (el fondo de rescates), que el Banco Europeo de Inversiones preste a empresas y que el Banco Central Europeo mantenga controladas las primas de riesgo comprando deuda pública de los países de la Eurozona.

Más allá queda el debate, por ahora divisivo porque el norte varios países, entre ellos Alemania y Holanda, no quieren ni oír mentar la bicha, de algún tipo de mutualización de deuda: extraordinaria y temporal en forma de coronabonos o estructural y permanente en forma de eurobonos. La Comisión Europea propone un fondo para prestar dinero a los gobiernos para que paguen los gastos de los ERTE de 100.000 millones de euros y Francia mueve un documento para crear a medio plazo un fondo de reconstrucción económica.

Todas las propuestas conllevan un punto en común: generan deuda, ya sean nacional o europea. Deuda que en una Europa de limitados crecimientos y bajísima inflación será muy difícil de absorber.

El debate entre gobiernos e instituciones europeas tiene su correlato en las instituciones académicas, que buscan alternativas novedosas para financiar la respuesta económica al coronavirus y la reconstrucción económica de Europa a medio y largo plazo.

Impuesto únicamente al 1% más rico y durante 10 años

Gabriel Zucman y Emmanuel Saez (Berkeley) y Camille Landais (London School of Economics) proponen en un artículo publicado en el portal ‘Voxeu’ la creación de un impuesto temporal, progresivo y a nivel europeo sobre la riqueza del 1% más rico de la población del continente. Calculan que sería suficiente para financiar un fondo dotado con el equivalente al 10% del PIB de la UE que se encargue de repagar en diez años toda la deuda que genere esta crisis.

Zucman, Saez y Landais explican que la mutualización de deuda sería “no sólo políticamente inteligente para salvar el proyecto europeo, sino también la respuesta óptima desde un punto de vista económico”. Argumentan que “la mutualización es el modo más eficiente para hacer que se implementen rápidamente las políticas necesarias para lidiar con la crisis sanitaria y proteger a la población de sus efectos económicos”.

La clave a largo plazo es, según los autores, definir ya una estrategia común para repagar todo el exceso de deuda que genere esta crisis. Eso, creen, “favorecerá una recuperación económica rápida y facilitará la aceptación política de la puesta en marcha de eurobonos”.

Alemania lo hizo después de la Segunda Guerra Mundial

Los autores del artículo miran al período de posguerra para ver qué estrategias fueron las mejores para reducir las gigantescas deudas públicas generadas por el conflicto. Toda la Europa democrática creció con fuerza desde finales de los años 40 del pasado siglo, pero ese crecimiento necesitaba algo más para reducir deuda con rapidez. Francia lo hizo a través de una fuerte inflación que en los años 50 rondaba el 50%. El Reino Unido con una estrategia similar pero a más largo plazo. Alemania fue, según los autores, quien aplicó la estrategia más inteligente: impuestos progresos a la riqueza.

Explican Zucman, Saez y Landais que esos impuestos fueron limitados en el tiempo y muy progresivos y permitieron que Alemania occidental creciera tanto o más que sus vecinos occidentales sin cargar el peso en las clases bajas y medias, que son las más perjudicadas cuando la inflación se dispara. Creen que esta idea dañará menos el crecimiento económico que otras soluciones como la consolidación fiscal y la reducción del gasto público.

Tomando ese ejemplo proponen un impuesto temporal sobre la riqueza del 1% más rico de la población europea, que sea muy progresivo y cuya recaudación vaya directamente a repagar eurobonos emitidos para financiar la respuesta a la crisis.

Los autores explican que los más vulnerables han sido “desproporcionadamente dañados por el confinamiento” porque la mayoría de los que tienen mayores ingresos pueden seguir trabajando desde casa y las capas más ricas de la sociedad pueden usar su riqueza para absorber el choque.

Mejor tasar riqueza que ingresos o consumo

Creen que la herramienta más progresiva sería tasar la riqueza –porque está más concentrada que los ingresos y que el consumo-. Según sus datos, el 1% más rico de la población de Francia, Alemania, España y los países escandinavos ostenta entre el 20% y el 25% de la riqueza.

Creen que el impuesto debería ser europeo porque eso evitaría buena parte de la evasión (irte a otro país europeo no te salvaría) y porque mostraría de forma concreta la solidaridad europea en la lucha contra la epidemia y sus efectos económicos. Hacerlo europeo “cambiaría la discusión sobre cómo pagar los efectos de la crisis, que de ser sobre transferencias nacionales pasaría a ser sobre transferencias entre individuos según su riqueza”.

1% al 1%, 2% al 0,1% y 3% a los mil millonarios

El impuesto tendría tres escalas. Los hogares con una riqueza por debajo de dos millones de euros estarían exentos. Son el 99% de los hogares europeos. Del 99,0% al 99,9% (los que tienen entre dos millones de euros y ocho millones de euros) pagaría un 1% anual sobre su riqueza. Los que tienen una riqueza superior a ocho millones de euros pagarían un 2% anual. El puñado que sobre pasa los 1.000 millones de riqueza pagaría un 3% anual.

Los cálculos de Zucman, Saez y Landais dicen que este impuesto recaudaría aproximadamente un 1,05% del PIB europeo cada año. Si la lucha contra el virus y sus efectos económicos costara un 10% del PIB europeo, este impuesto debería mantener activo una década. Sus cálculos se basan en que la población europea tiene una riqueza equivalente a 5 veces el PIB europeo, que el 1% tiene aproximadamente el 22,5% de la riqueza total y el 0,1% el 10%.