Anatomía de una semana en el abismo entre Marruecos y España

  • Cinco días marcados por la llegada masiva de migrantes a Ceuta hicieron saltar por los aires las relaciones entre España y Marruecos, que tocan fondo

Si las fronteras son las cicatrices de la historia, las que separan España y Marruecos son heridas abiertas que supuran. Esta semana, que se abrió con la entrada de 8.000 personas en Ceuta y se cerró con la de un centenar más en Melilla, no han dejado de hacerlo. Cinco días que culminan de la peor manera una crisis que se ha venido fraguando desde hace más de medio año, quiebran los logros de una vecindad siempre difícil, aumentan la desconfianza entre los dos países, dejan en el aire la cooperación en materias esenciales, escenifican sobreactuación, dejan imágenes tristísimas y se cobran dos vidas humanas. Y, lo peor de todo, sin que se vislumbre mejoría en el horizonte.

Marruecos se siente herido con España por una serie de hechos percibidos de forma ignominiosa por Rabat, que culminan en el ingreso con documentación falsa y hospitalización desde el 17 de abril del líder del Frente Polisario Brahim Ghali, organización con la que Marruecos se encuentra en guerra. Para España, que ha abandonado el tradicional cordial tono cuando a sus relaciones con las autoridades marroquíes se refiere, lo sucedido en torno a Ceuta es una “agresión” y un “chantaje”.

En Rabat irrita que Madrid no avisara de sus intenciones respecto al jefe de la organización saharaui, que Ghali no haya comparecido aún ante el juez por los diferentes delitos de los que se le acusa y que el Gobierno español hiciera oídos sordos a sus repetidas quejas. Las autoridades españolas respondieron que la admisión del líder del Polisario se debía a razones “estrictamente humanitarias”, algo que no convenció para nada a Rabat.

Y así, tras avisos durante varias semanas en forma de declaraciones de los líderes de su diplomacia, comunicados de prensa y artículos en medios afines, Marruecos estalló. ¿Cómo? Facilitándole las cosas a miles de jóvenes llegados hasta las puertas mismas de Ceuta para que cruzaran la raya.

Lunes

Una oleada inédita de personas, hasta 8.000 -1.500 de ellas niños-, cruza a lo largo de la jornada a nado la frontera ceutí del Tarajal. Se trata en su mayoría de jóvenes magrebíes –sobre todo varones- procedentes de municipios de la región y de otras partes de Marruecos, una parte importante son niños. Hay también familias. Una parte importante de estas personas tiene orígenes subsaharianos, y sobreviven en montes cercanos a la ciudad autónoma, o en grandes ciudades de Marruecos. Efectivos del Ejército español son desplegados junto a la frontera.

Martes

Continúa, aunque en menor medida, el éxodo migratorio en Ceuta durante la madrugada. Las fuerzas de seguridad marroquíes establecen un cordón que sella el paso a la carretera de la frontera por la mañana. Tres millares de personas son devueltas a lo largo del día. Pedro Sánchez llega a Ceuta para transmitir el apoyo del Gobierno de España a la población. Miles de jóvenes aguardan poder emular a otros tantos muchachos en Castillejos. Y son muchas las personas que siguen llegando a la localidad por las carreteras de la región atraídos por el efecto llamada. Reina la confusión. Marruecos retira a la embajadora de Marruecos en Madrid, Karima Benyaich, quien lo deja claro: “Hay actos que tienen consecuencias y se tienen que asumir”. La ONU pide a las partes que colaboren para rebajar la tensión.

Miércoles

Continúa el control marroquí de la frontera de Castillejos. El goteo de regresos se prolonga durante toda la jornada. Cientos de jóvenes frustrados deambulan por las calles de Castillejos esperando volver a tener ocasión de cruzar la frontera; no pierden la esperanza. Las fuerzas del orden marroquíes no quieren que se formen grandes grupos. A última hora de la tarde, con la tensión en aumento, comienzan a producirse choques con la Policía y las fuerzas auxiliares, que acaban derivando en una batalla campal. A medianoche las fuerzas de seguridad marroquíes logran establecer el orden en Castillejos.

Jueves

La jornada amanece en calma en la localidad fronteriza aunque centenares de jóvenes siguen deambulando por sus calles o aguardando en los montes y caminos del entorno. Las zonas aledañas a la carretera de la frontera está completamente despejada. Las fuerzas de seguridad impiden que se formen grupos. Las autoridades locales comienzan a fletar autocares para llevar a los muchachos de vuelta con sus familias. La ministra de Defensa Margarita Robles se dirige con contundencia a Marruecos: “No vamos a aceptar el más mínimo chantaje (…) la integridad de España no es negociable ni está en juego y vamos a usar todos los medios necesarios para garantizarla y vigilar las fronteras”. El ministro de Exteriores marroquí, Nasser Bourita, le responde acusando a España de “doble lenguaje y las posiciones de Madrid”. Marruecos anuncia que la embajadora en Madrid no regresará hasta no tener todas las respuestas al caso Ghali y este abandone suelo español.

Viernes

Cuando la situación en torno a la ciudad de Ceuta parecía estabilizada gracias al despliegue de las fuerzas de seguridad marroquíes, Melilla. Varios centenares de personas intentan desde la madrugada acceder a la ciudad autónoma, unas setenta lo logra. Por primera vez también lo hacían jóvenes de origen marroquí y no solo subsahariano. La ministra de Exteriores, Arancha González Laya, aseguraba que no habrá cambios en la posición española respecto al Sáhara Occidental aunque admitía por primera vez la necesidad de hacer autocrítica.

Perder el norte

El norte de Marruecos, con el Rif como columna vertebral, ha sido tradicionalmente la zona más levantisca y también una de las más pobres del país. La situación socioeconómica es delicada en todo Marruecos en los últimos meses como consecuencia de la pandemia, pero en las comarcas más próximas a las dos ciudades españolas en suelo norteafricano, las de Tetuán y Nador, la situación se agrava por la desaparición del contrabando entre finales de 2019 y principios de 2020 y el cierre de la frontera en marzo de este último año. Miles de vecinos de la localidad fronteriza tienen familia en Ceuta y también varios millares iban y venían a diario a trabajar a la ciudad autónoma española, algo que no es posible desde hace más de 14 meses.

Las autoridades aduaneras marroquíes aseguran que dejan de percibir anualmente entre 360 y 540 millones de euros en aranceles por el comercio atípico. Rabat trabaja en el desarrollo de proyectos comerciales y turísticos en los entornos de las dos ciudades españolas e impulsa la actividad económica de Tánger, pero la pandemia ha supuesto un frenazo en su ejecución y el remplazo de actividad no ha sido ni mucho menos evidente estos meses.

La gente de Castillejos, como la de los otros municipios de la costa del primer Mediterráneo marroquí, sigue llamando a sus localidades por los nombres que les dieron a los españoles. “Si en Rincón cuando vayas a pedir un taxi llamas al pueblo M’diq sabrán que no eres de aquí y te cobrarán de más”, asegura un vecino de la localidad costera, a medio camino entre Castillejos y Tetuán, y vecina de Martil y Cabo Negro, también de toponimia hispánica. Como en las prefecturas vecinas de esta región que comprende la región Tánger-Tetuán-Alhucemas, las huellas de la presencia española son aún visibles; empezando por la lengua castellana, que muchos saben hablar con corrección. Los vínculos de todo tipo con la antigua metrópoli, aunque menguantes, son aún importantes.

El cóctel formado por la depresión económica –este fin de semana Rabat retrasó el toque de queda y el cierre de la hostelería hasta las 23.00 horas- y la frustración puede provocar no solo nuevas tentativas de emigración importantes en las próximas semanas o meses, sino inestabilidad en los municipios más golpeados.

¿Cómo salir de la crisis?

Las relaciones entre Marruecos y España han quedado heridas. “Esta crisis diplomática va a dejar huellas y cicatrices psicológicas que serán difíciles de sanar”, advierte el consejero diplomático marroquí Samir Bennis. “De aquí en adelante creo que Marruecos no aparcará ya la cuestión de Ceuta y Melilla sine die. Al contrario, Marruecos la pondrá sobre la mesa como ocurrió durante todo el reinado de Hasán II”, avisa el experto en relaciones hispano-marroquíes.

No en vano, la cuestión de la soberanía de Ceuta y Melilla ya protagonizó un reciente desencuentro, cuando a finales de diciembre pasado el primer ministro marroquí, el islamista Saadedin El Othmani, aseguró ante las cámaras de una televisión saudí que las dos ciudades autónomas eran “tan marroquíes como el Sáhara”. Marruecos no ha ocultado nunca su posición sobre la soberanía de las dos urbes, a las que los medios locales se refieren habitualmente como “presidios ocupados”.

Se impone de manera inminente un gesto público de distensión. Es la hora de la diplomacia entre bambalinas. En Marruecos se espera una disculpa clara de las autoridades españolas. La embajadora de Rabat en Madrid, Karima Benyaich, avisa: “Hacer salir a Brahim Ghalo, jefe del Polisario, de España de la misma manera en que fue admitido, siguiendo el mismo procedimiento, sería una elección para el statu quo y la agravación de la crisis”.

Tahar Ben Jelloun, el autor marroquí más conocido del momento, pedía a Madrid en una reciente tribuna titulada ‘España enferma de Marruecos’ que “no se deje engañar más por el veneno argelino, así como por el chantaje de la política interior, y que opte por la coherencia histórica” y sugería que “marcara de una manera espectacular su reconciliación con el vecino reconociendo la legitimidad del Sáhara marroquí”.

Marruecos es un socio fundamental de España en la lucha contra la inmigración ilegal y el narcotráfico. Madrid sabe que perder la línea permanente de comunicación y cooperación con Rabat, a pesar de episodios como los vividos a comienzos de semana no es una opción. La Operación Paso del Estrecho –suspendida el año pasado por la pandemia- se encuentra a la vuelta de la esquina y las fronteras entre ambos países se encuentran cerradas desde marzo de 2020, incluidas las de Ceuta y Melilla.

La XII Cumbre de Alto Nivel Marruecos-España, prevista para noviembre de 2020, continúa suspendida sine die. Están también en juego unas importantes relaciones comerciales, pues España es el primer proveedor de Marruecos. Más de un millar de empresas españolas están instaladas en el vecino magrebí.

Casi dos décadas después de la crisis del islote Perejil –situado muy cerca de la frontera occidental entre Marruecos y Ceuta-, los dos vecinos más alejados vuelven a acercarse al abismo. El tono verbal alcanzado por los representantes de ambos países ha alcanzado inusitados niveles de dureza. No se vislumbra luz al final del túnel. “Los políticos han jugado con la gente, como siempre”, nos asegura Aicha, une empleada de un hotel de Castillejos, representando el sentir en este lado de la frontera. Por ahora sería todo un éxito volver a la tensa normalidad imperante hasta hace apenas una semana.