El bombardeo de Estados Unidos y el Reino Unido a los rebeldes hutíes en Yemen amplía el conflicto de Gaza y el nuevo escenario, el Mar Rojo, es una arteria clave del transporte de mercancías en todo el mundo. El principal objetivo de los ataques es el de destruir la capacidad de los rebeldes para atentar contra buques en esta zona pero todo apunta a que es una advertencia de la Casa Blanca a los aliados de Irán y Rusia en pleno año electoral.
Yemen es el país más pobre de la región, pero ocupa un lugar estratégico dominando el paso hacia el Mar Rojo. Su gobierno está exiliado desde hace una década en Arabia Saudí. Los rebeldes hutíes, aliados de Hamás, enemigos de Israel y armados por Irán, controlan el oeste del país y desde que estalló la Guerra en Gaza, atacan los buques de mercancías condicionando el tráfico marítimo internacional.
La primera acción militar contra rebeldes yemeníes por sus ataques desde octubre a 27 barcos de mercancías en el Mar Rojo ha sido ejecutada con aviones británicos desde Chipre y estadounidenses desde un portaviones. Ha sido una acción coordinada contra el arsenal hutí en Yemen de radares, drones, misiles y sistemas de protección aérea.
Desde Yemen, los hutíes aseguran que han muerto cinco personas en los ataques y prometen una venganza inminente. El primer ministro británico ha defendido la acción asegurando que es proporcionada y necesaria para proteger vidas y garantizar la libertad de navegación.
Las agresiones rebeldes están condicionando el transporte marítimo internacional y la respuesta conjunta de Estados Unidos y Reino Unido con apoyo de Australia, Países Bajos, Canadá y Bahrein es para los hutíes una agresión brutal que habría dejado al menos cinco víctimas mortales.
Los rebeldes amenazan a través de un portavoz que los agresores pagarán un precio alto además de continuar con el ataque a los buques en esta ruta comercial vital para occidente. Hamás, Hizbulá, Irán y Rusia condenan los ataques de esta noche que Washington argumenta en defensa de la libertad de navegación. Y por tanto es una internacionalización bastante clara del conflicto de Gaza. En juego una extensión de la guerra en un escenario endiablado de tensión.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, dio la orden de preparar este bombardeo hace diez días. Quiere mostrarse firme frente a los ataques a los buques mercantes y es que Washington había lanzado muchas advertencias disuasorias y nada ha funcionado. La Casa Blanca llevaba semanas advirtiendo que estos ataques sutiles son ilegales e intolerables.
Y ahora el presidente Biden dice que esta es la respuesta de Estados Unidos y sus aliados para enviar un mensaje claro de que no tolerarán que los rebeldes pongan en peligro la libertad de navegación en una de las rutas comerciales más importantes del mundo, con las serias consecuencias que eso podría la recesión.
La importancia de los ataques queda clara sobre el mapa. Los bombardeos han golpeado en Yemen, el país más pobre de la región de las petromonarquías. En concreto, el oeste del país dominado por los rebeldes hutíes. Es esta organización islamista la que acosa a los barcos en el Mar Rojo. Por ahí pasan unos 10.000 millones de dólares al día en mercancías. Es una gran presión para Israel y Occidente en plena guerra de Gaza. Detrás de los hutíes, igual que de Hamás o de Hizbulá, en el Líbano está Irán.
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