Halloween

Los pueblos 'malditos' que existen en España: de su ubicación exacta a los hechos que nutren sus leyendas

Antiguo sanatorio en la Isla de Pedrosa, Cantabria. Instagram/@rickog69
  • Varios pueblos de España, abandonados o no, cuentan con leyendas y fenómenos paranormales no aptos para la gente con miedo

  • Son municipios en los que la tradición habla de apariciones de espíritus de niños muertos, psicofonías o aquelarres de brujas

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La noche del 31 de octubre, víspera de la celebración cristiana occidental de Todos los Santos, se celebra una fiesta muy tradicional en Estados Unidos y que cada vez está más extendida por el resto del mundo, también en nuestro país. Hablamos de Halloween, con niños, y no tan pequeños, recorriendo los domicilios pronunciando una y otra vez su conocido "truco o trato".

Las casas abandonadas y destruidas y los relatos acerca de presencias del más allá son habituales en los días previos a la denominada 'noche de los muertos'. Es más, son muchas las personas que acuden a realizar turismo y visitar los pueblos conocidos como malditos en España. Uno de ellos es Otxate, en el condado burgalés de Treviño, lugar idóneo para los amantes del miedo y de los fenómenos paranormales. Pero no es el único.

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Los pueblos malditos en España

Trasmoz, en Zaragoza. Situado a las faldas del Moncayo, a 13 kilómetros de Tarazona, éste es el único municipio español oficialmente excomulgado por la Iglesia católica. La maldición, lanzada por el abad del Monasterio de Veruela, en el siglo XIII, perdura hoy en día.

A la fama de su leyenda sobre la presencia de brujas y la existencia de aquelarres contribuyó el escritor sevillano Gustavo Adolfo Bécquer. La localidad cuenta con 83 habitantes, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) del año pasado.

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En la misma provincia también se encuentra Belchite, cuya población y casas quedaron completamente arrasadas por la Guerra Civil. Varios turistas indican que han presenciado sucesos paranormales. De hecho, las malas lenguas dicen que en sus calles todavía se pueden escuchar los gritos de los caídos en la batalla.

Jafra, en Cataluña. Esta localidad barcelonesa, en la comarca del Garraf, cuenta con la leyenda de que una niña, llamada Melinda, murió cerca del cementerio. Aseguran que su alma nunca ha descansado tranquila y que, en algunas ocasiones, su imagen cruza la plaza del pueblo. Además, afirman que se escuchan lamentos al atardecer y que en una de las viviendas se oyen ruidos, golpes y pasos.

También señalan que Melinda se aparece en unas curvas de la carretera que une las poblaciones de Sitges y Castelldefels. En Jafra se han celebrado misas negras y psicofonías, recopilando la voz de la pequeña, y se han avistado varios ovnis. El pueblo está hoy en día deshabitado.

Sancti Petri, en la provincia de Cádiz. La que hoy en día es una de las localidades turísticas por excelencia de los veranos en nuestro país, comenzó siendo un pequeño pueblo de pescadores. En el último tercio del siglo XX, el municipio fue abandonado como consecuencia de la caída del sector. Su leyenda cuenta que una menor de ocho años pasea descalza por sus calles cada anochecer por los alrededores de la iglesia y de las las embarcaciones. El espíritu, dicen, tiene un aspecto desaliñado, triste y melancólico.

Zugarramurdi, en Navarra. En su famosa cueva, las brujas celebraban aquelarres, misas negras, maleficios, actos de vampirismo y necrofagia. Esa es la conclusión a la que llegó la Inquisición española en 1610 durante un famoso proceso en el que se vieron implicadas 300 personas y que acabó con 11 de ellas en la hoguera.

Granadilla, en Cáceres. Esta antigua villa amurallada de origen feudal fue abandonada a mediados del siglo XX debido a la construcción de un embalse, que amenazaba con inundar la zona aunque, finalmente, no ocurrió. La falta de agua y el cambio en el paisaje obligaron a los oriundos a marcharse. No obstante, el pueblo ha mantenido intacta su estructura medieval y es un destino turístico muy popular.

Hechos insólitos tras enfermedades

Isla de Pedrosa, en Cantabria. Situada al fondo de la bahía de Santander, frente al municipio de Pontejos, está unida a tierra firme por un puente y cuenta con 10,4 hectáreas. Antiguamente llamada Isla de la Astilla, su historia moderna empezó en el siglo XIX, cuando se empleó como lazareto marítimo. Es decir, un local sanitario que se utilizaba para aislar y tratar a personas sospechosas de padecer una enfermedad contagiosa.

Su leyenda, además de en la aparición de niños con una enfermera, golpes y psicofonías, se basa en las 'niñas pájaro'. Estas eran dos hermanas que vivieron en el sanatorio infantil en la década de 1960. Aquejadas de progeria, comenzaron a presentar los síntomas cuando apenas tenían 3 y 4 años. Murieron a una enfermedad temprana.

La progeria, también conocida como síndrome de Hutchinson-Gilford, es un trastorno genético progresivo extremadamente raro que provoca una aceleración del envejecimiento de los niños a partir de los primeros dos años de vida, según detalla la Clínica Mayo.

La Alfaguara, en Granada. Al igual que ocurre con Isla de Pedrosa, el origen de los casos de misterios y de sucesos paranormales está vinculado a un sanatorio abandonado tras la Guerra Civil. Se trataba de un hospital que atendía a personas con tuberculosis y que fue fundado por la filántropa alemana Berta Wihelmi en 1923. La tradición relata que se escuchan voces en la zona, que los pájaros dejan de cantar cuando alguien se acerca al lugar y que hay coches que han aparecido con evidentes daños materiales.