Ana Mena, querer y conseguir los sueños

  • Con 'Una volta ancora', esta artista malagueña conquistó Italia

  • "Lo mío no ha sido un salto, ha sido un crecimiento paulatino y con mucho trabajo", sostiene

  • A los 11 años debutó como actriz interpretando a Pepa Flores de niña en 'Marisol, la película'

Parecía que llevaba toda la vida preparándose para triunfar en el mundo de la canción. Como un dictado que venía de lejos. Desde niña jugaba a ser artista ante la mirada atónita de sus padres, pero es que la ilusión, el entusiasmo, las ganas y su mirada se orientaban hacia un futuro alojado en otras latitudes, a la búsqueda de El Dorado, de una mudanza hacia el provenir.

Ana Mena (Estepona, Málaga 1997) atiende a mi llamada mientras viaja camino de Milán, está en plena preparación y ensayos para su intervención en el Festival de Sanremo, una de las citas musicales más importantes del mundo, un lujo al alcance de muy pocos, un sueño para aquella niña que desde pequeña sabía que quería dedicarse a esto: “Canto desde que tengo uso de razón", me cuenta desde su mirada clara y luminosa. "Me quedaba embobada viendo a los artistas cantar, me encantaba que mi padre me llevara a verlos. Con 7 años vi llegar al concurso “Veo, veo”, de Teresa Rabal, a mi ciudad y sin saber cómo iba el tema de los casting fui a la prueba de sonido y le pregunté a los técnicos si podía cantar aquella noche… Desde siempre supe que iba a ser cantante porque era lo que más me gustaba hacer y donde más libre me sentía. Era mi manera de jugar a comunicarme con el mundo”.

Ana creció entre canciones, escuchaba música a todas horas en su casa, su madre cantaba flamenco y quizá sin saberlo le inculcaba a su hija su afición.

Las cosas nuevas parecían viejas, sonadas como si vinieran de tiempos anteriores, de aquel pequeño estudio de grabación que había en su escuela de canto: “Sí, ese fue el primer estudio que yo pisé. Era enano, de un metro cuadrado nada más, y allí me metía a grabar mis propias maquetas. Pero la primera vez que entré en un estudio que podríamos llamar profesional fue a los 13 años, cuando me presenté a un concurso. Fue increíble, flipaba en un espacio tan grande con tantos micrófonos, y tanta gente manejando máquinas. Me pareció algo espectacular”.

José Bergamín decía que “aunque no vayas a ninguna parte, no te quedes en el camino”, y Ana no paraba, visitaba los ecos de la vida hechos canciones, de sonidos llegados de melodías lejanas, con tintes de nostalgia, recuerdos anclados en esos sonidos que rodeaban su infancia. Ahí está la raíz de “Música ligera”, una canción que lleva el roce y el sabor de la música de los 70, de aquellos años en los que ella todavía no había nacido: “Mi década musical favorita es la de esos años. Me la inculcó mi padre y me pasé los primeros años de mi vida escuchando a Camilo Sesto, Julio Iglesias, Nino Bravo, Mina, Sandro Giacobbe o Roberto Carlos y a un montón de músicos italianos. Es una época musical que no tendría que pasar de moda nunca, esas melodías, esas letras, esas maneras de contar historias… Hay canciones que me parecen obras maestras. “Música ligera”, cuando la descubrí en italiano me transportó a esa década y me hizo revivir momentos muy felices de mi infancia. Tiene una atmósfera atrayente, es como un embrujo, esa canción es mágica, la descubrí cantada por Colapesce Dimartino y no pude esperar a versionarla, a traerla al español con una letra que la gente pudiera entender. Es una joya de canción”.

Italia y el éxito

Ana se enamoró de Italia, de ese país que es un decorado cinematográfico natural, un fascinante museo al aire libre. Se enamoró también de sus músicas de vuelo suave, de ese manera de cantar “nel blu di pinto di blu”… Y triunfó en esas tierras, en sus listas de éxitos, y todavía hoy, después de unos cuantos años, se muestra sorprendida por ello: “Llegué a Italia hace 4 años y sin tener ni idea del idioma, tenía que cantar una canción que me aprendí como un papagayo, memorizando cada sílaba, cada palabra. Como hemos comentado siempre me fascinaron este país y sus músicas y siempre deseé llegar aquí, pero no sabía cuándo, ni cómo. Y en aquel momento, Fred de Palma me presentó una canción en italiano (D´estate non vale). A mí no me conocía nadie y él estaba empezando y por tanto ambos no esperábamos lo que pasó: que la gente se prendió de ella y el boca a boca la popularizó, las radios empezaron a hacerse eco también y la canción entró en las listas de éxitos escalando posiciones hasta la cima. Luego llegó la tele para darle el definitivo espaldarazo. A partir de ahí empecé a viajar a Italia y a conocer a muchos artistas y a sentir el calor de su público; y a enamorarme definitivamente de este país. Empecé a instalarme artísticamente aquí, me busqué un equipo de apoyo y al año siguiente volvimos a sacar una canción que también tuvo una espléndida acogida, llegó al número 1, en donde estuvo 7 semanas consecutivas. Poco a poco con humildad pero con mucho trabajo, ganas y constancia logramos hacernos un sitio en este mercado. El hecho de venir a Sanremo me hacía mucha ilusión, es un festival que he seguido mucho ya desde pequeña y adolescente y gracias a este certamen he conocido a muchos artistas y canciones. Siempre me ha parecido un escenario intocable, especial, al que se han subido artistas de la talla de Stevie Wonder, Tina Turner, Elton John, Julio Iglesias, Madonna, Luís Miguel… Para mí es un sueño, llevaba un par de años intentando participar pero no es fácil que te acepten una canción y este año sí les ha gustado nuestra propuesta y aquí estoy, feliz”.

“Italia viva. Tú eres un ligero perfume de verde, un hálito en mi corazón… Italia, tú siempre en mí”, dicen los versos de la poeta y dramaturga canaria Donina Romero en su libro “Doce sonetos y mi Italia en el recuerdo”.

Su sello discográfico es Sony Music. Se me ocurre llamar a Jose María Barbat, presidente de Sony Music Iberia, él puede ser de gran ayuda para acercarse a Ana Mena mejor que nadie:

“Yo de Ana Mena podría destacar tantas cualidades que estaríamos hablando todo el día, pero me quedo con su tesón. Pocas veces te encuentras un artista con tanta tenacidad, con esa capacidad para superar los obstáculos, no importa lo que se le ponga por delante. Y claro, si eso es una característica excepcional, imagínate en una persona tan joven como ella.

Ana siempre lo tuvo claro, desde el minuto uno. Para nosotros el reto era dar con la tecla de su dirección artística, y la encontramos de la forma más inesperada. En Italia y gracias a aquel éxito con Fred de Palma, Una volta ancora. Que además no es una canción suya, era una colaboración, y ahora, ya ves, Ana causa más impacto en Italia que en su España natal. Lleva tres años consecutivos siendo la canción más importante del verano, increíble.

Pero lo suyo con Italia no acaba ahí. La seleccionaron para Sanremo, un festival que todos sabemos perfectamente lo que representa para el país, hasta qué punto lo paraliza, y eso además le abre la posibilidad de representar a Italia en Eurovisión, algo que ya sería completamente inaudito. La simple posibilidad de lograrlo es una barbaridad.

Todo lo que le está ocurriendo en Italia le está ayudando para que en España la veamos como la triunfadora que es, una de las figuras imprescindibles de la escena musical. Y lo ha logrado con ese tesón del que te hablaba.

Pero tiene muchas otras virtudes que la hacen imprescindible, única. Es una mujer supertrabajadora, cariñosa y sincera. Y otra característica que te sorprende, y que tiene que ver con su sinceridad, es su capacidad para dejar las cosas claras en el negocio de lo musical. Podrías pensar que en un mundo a veces tan masculino y difícil como el nuestro, una mujer tan joven podría andar desnortada, pero al contrario. Ana sabe lo que quiere y cómo conseguirlo. Todo agallas”.

El éxito es saber sujetar ese hilo que mantiene en lo alto a la cometa, es hacer brillar los pequeños detalles, que permanezca lo sencillo. Ana parece tener una alineación astral, estar en sintonía con él, tanto que le persigue allá por donde va. Es joven, muy joven, y por ello le pregunto cómo se lleva la juventud en la cumbre: “Como empecé desde muy pequeña y desde muy abajo y no teniendo ni idea de cómo se hacían las cosas, de cómo empezar, pues lo mío no ha sido un salto, ha sido un crecimiento paulatino, paso a paso, de manera progresiva y con mucho trabajo. Cuando las cosas suceden así valoras todo mucho más y saboreas mejor los logros. Soy muy afortunada por dedicarme a aquello con lo que siempre había soñado y encima haber podido conseguir el cariño del público. No puedo pedir más”.

La faceta de actriz

Como la Madame Dumont de “El árbol de los sueños” de Gustavo Martín Garzo, Ana Mena era “una criatura rebosante de sueños” que se despertaba a “la hora en que despiertan las hadas”, y en ese despertar a los 11 años debutó como actriz en una miniserie dirigida por Manuel Palacios, “Marisol, la película”, en la que daba vida a Pepa Flores en su etapa infantil: “Fue otro sueño cumplido porque Marisol me encantaba ya de niña, me veía todas sus películas: recuerdo esa experiencia como un juego, jugaba a ser ella… Luego vino “Supercharly” en Telecinco e hice una serie en la que tuve que cantar, “Vive cantando”, de Miguel Albaladejo y también una pequeña participación en “La piel que habito”, de Pedro Almodóvar. Este año se estrenará en Netflix una serie en la que también participo, “Bienvenidos a Edén”, con un guion de Joaquín Górriz que va a sorprender mucho. Me gusta mucho actuar, es apasionante meterte en la piel de otros, vivir la vida de otros… Aunque siempre procuro que estas tareas me permitan combinarlas con la música, que es mi pasión y mi principal ocupación”.

Puede presumir también de formar parte de la nómina de “chicas Almodóvar”, lo fue con 13 años encarnando a Norma Joven, la hija de Antonio Banderas en la mencionada “La piel que habito”. Le pido que me describa ese momento: “Fue increíble. Tenía que cantar en portugués y no tenía ni idea, hice lo mismo que cuando canté por primera vez en italiano: memorizar y cantar. Fuimos a casa de Alberto Iglesias, el compositor de la banda sonora, que es un genio, y como pude o supe grabé la canción. Un mes más tarde me citaron en el despacho de Almodóvar para tener un encuentro con él y fue fascinante: estaba nerviosísima, era consciente de estar delante de una persona importantísima, de un grande del cine. Le pillé a la hora de comer, me sentó enfrente y me dijo: “El otro día cantaste una canción en portugués, ¿me la puedes cantar a capela?, más gente, y yo allí, delante de todo el mundo me arranqué a cantar y me dijo: “No crezcas mucho porque te necesito así tal y como estás”. Me llevaron enseguida a las pruebas de vestuario y a vivir una experiencia única. La verdad, me lo hizo muy fácil, me lo pasé muy bien y recuerdo haber valorado cada minuto que pasé en aquella película. Fue lo más grande del mundo”.

Abuso de la amabilidad de Esther García, directora de Producción de El Deseo, la productora de las películas de Almodóvar, la convoco a esta conversación para conocer su recuerdo de este episodio artístico de Ana Mena: “Ella entró en nuestras vidas para un periodo muy cortito de tiempo pero realmente dejó una gran huella, sobre todo su voz, su voz sorprendente que grabó uno de los temas que aparecían en la película sobre la que me preguntas, “La piel que habito”. Cuando llegó con esos enormes ojos, mirándolo todo con sorpresa, atención y admiración, transmitía un candor y por otro lado una alegría y una determinación que fue para todos nosotros una sorpresa. Era cálida, cercana, dispuesta a trabajar y portaba alegría. Creo que es la misma Ana que vemos ahora subida a los escenarios, derrochando voz e imaginación. Es un orgullo haber trabajado con ella y espero que le vaya muy bien en la vida, se veía que cualquier cosa que hiciera la iba a hacer bien y a las pruebas me remito. Mucha suerte y enhorabuena por todo tu trabajo”.

El novelista William Faulkner decía que “la sabiduría consiste en tener sueños lo bastante grandes para no perderlos de vista mientras se persiguen”.

Intentó participar en algunos concursos de talento pero no tuvo la suerte de conseguirlo. Desde el pasado lunes esa suerte le ha colocado en una silla del jurado de la presente temporada de Idol Kids, Idol Kids,de poder ser juzgada a juzgar, a ejercer la responsabilidad de evaluar el quehacer de los demás: “Es una responsabilidad enorme. Intento aportar todo lo que puedo desde la humildad y el cariño porque sé muy bien los nervios que pasan los niños. He pasado por experiencias similares en los casting y las audiciones a las que me presentaba. Se duerme mal y se tiene mucha ilusión por llegar ahí y eso me hace empatizar mucho con ellos. Valoro mucho su coraje, sus ganas, su actitud e intento que se lo pasen bien y ser partícipe de sus ansias de alcanzar sus metas y objetivos. Además, con Omar (Montes) y con Camela (los otros miembros del jurado) me lo paso muy bien y tenemos muy buena relación, nos respetamos y queremos un montón. No faltan las bromas y tampoco la tensión entre nosotros. Y luego están Jesús, que es la experiencia personificada, y Lara, un encanto, que se conduce de maravilla con los críos. El público se va a sorprender mucho con los niños porque descubrirán mucho talento. Es un gran programa Idol Kids. El hecho de estar ahí lo vivo como un regalo”.

Llamo a Lara Álvarez para redondear este tramo de conversación: “La sala de visionado tiene una banda sonora que se repite en cada programa: los suspiros de los niños que salen de manera espontánea y nerviosa al ver a Ana en la pantalla. Para ellos, Ana Mena representa la realidad de lo que enuncia el programa: “Aquí en Idol Kids, los sueños se cumplen”. Todos conocen su historia: “¿Sabes que Ana Mena salió de un programa como este?”. Tenerla en el jurado es tener la confirmación de que el talento unido a la constancia y la pasión, anulan los imposibles”.

Un vino dulce y malagueño

Ana me confiesa que no es muy bebedora, que el vino lo deja para ocasiones especiales. Me cuenta que le interesan, eso sí, sus paisajes y también sus historias. Me pidió en el inicio de la conversación que fuera yo el que le sorprendiera con la elección del vino que habría de acompañarnos en esta conversación y que hoy no podemos compartir porque la distancia nos lo impide, pero nos emplazamos para beberlo a su regreso de San Remo. La elección no me resultó complicada, pensé: para una malagueña un vino malagueño, que llevara el nombre de la patrona de la ciudad, Victoria; para una cría delicada y dulce un vino que le correspondiera, dulce y delicado, natural, de la Bodega de Jorge Ordóñez: Moscatel Número 2 Victoria.

Llamo a la bodega para que algún miembro del equipo técnico nos relate el vino: “Pertenece a la idea original de Jorge Ordoñez de realizar una gama de vinos dulces en la Axarquía en Málaga, la zona más importante de la uva moscatel de Alejandría en Málaga y donde la vendimia es heroica. Además es la variedad más antigua del mundo. Son viñas viejas de cerca de 100 años en suelos de pizarra, con plantación en vaso con viticultura tradicional sin riego alguno.

La particularidad del proyecto radica en que se realizó a modo tradicional como se hacían hace más de siglo y medio en la provincia.

Son vinos sin encabezar (sin alcohol añadido). Fuimos los primeros en España en hacer lo que se denomina vinos “naturalmente dulces”.

Para este proyecto nos basamos en un libro del siglo XVIII de un arcipreste de la catedral de Málaga donde criticaba cómo se realizaban los dulces encabezando los vinos para que los ingleses y holandeses lo trasportaran en barcos. Para su ejecución, contamos con el prestigioso y mejor elaborador de vinos dulces del momento, como era Alois Kracher, que junto con Jorge definieron los dulces a elaborar.

La bodega realiza 4 vinos dulces, que se diferencian entre otros aspectos por la cantidad de azúcar residual que tiene cada uno. Del 1 al 4 el producto incrementa su azúcar residual.

En particular el Nº2 Victoria se encuentra en torno a 250 gr/litro.

La vendimia se basa en una recogida tardía de uvas que se encuentran en la cara norte de la montaña, a 750 metros de altura sobre el nivel del mar. Esta cara norte le proporciona esa acidez y frescor al vino que el consumidor no espera encontrar cuando lo bebe. Es un vino totalmente distinto a lo usualmente producido en la zona antes de su salida al mercado.

Manzana recién pelada, pera, cáscara de naranja, hierbas aromáticas. Sedoso pero fresco al paladar con un largo final”.

Ana tiene esa luz que es como una suma de fuerzas, las mismas que le han llevado a su propio futuro, a conseguir lo que buscaba, a triunfar en el mundo de la música. Se termina nuestra conversación por la llamada para la preparación de su intervención en el Festival de Sanremo, uno más de sus sueños cumplidos. Nos emplazamos para encontrarnos frente al moscatel malagueño de Ordóñez. Le deseo mucha suerte mientras suenan los primeros compases de “Duecentomila ore", en medio del humo de miles de palabras de canciones que no tienen edad.

Palabra de vino.