Una buena relación entre el médico de atención primaria y el paciente puede reducir la mortalidad un 25 %

  • Un estudio realizado en Noruega calcula que tener una relación de años de médico y paciente reduce la mortalidad y las hospitalizaciones

  • Una relación de 15 años reduce hasta un 30% la necesidad de urgencias; una de dos o tres años la reduce un 13%

  • Otro estudio realizado en España refleja cómo la inversión en sanidad y el número de médicos por habitante incrementa la esperanza y la calidad de vida

“Es mejor conocer qué tipo de paciente tiene una enfermedad a qué tipo de enfermedad tiene un paciente”. La frase tiene un siglo. La acuñó el medico canadiense William Osler. Y apunta a algo que está en el foco del debate sobre la sanidad a raíz de la crisis madrileña: la calidad de la atención primaria. Entre cifras, declaraciones políticas y reclamaciones sindicales, conviene no perder de vista cómo afectan estas cuestiones a lo fundamental: la salud de los pacientes.

Lo sabe bien Ana, vecina de una localidad del norte de Madrid. Su familia tuvo durante tres décadas al mismo médico de atención primaria. “Era una relación personal, estaba al tanto de la salud de todos, nos llamaba a casa si hacía falta”, recuerda. La situación de sus hijos, sin embargo, ha cambiado a peor. “A mi hijo menor ya le han visto cuatro pediatras distintos en un año, no se conocen su historial ni las medicaciones que ha venido tomando”, explica.

La continuidad es un valor clave de la calidad de la asistencia sanitaria. Un estudio realizado en 2021 en Noruega se centró en este indicador que hace referencia a la estabilidad de las plantillas necesaria para que el médico conozca a sus pacientes. Se analizaron datos de 4,5 millones de personas, teniendo en cuenta los años de relación estable que mantenían con su medico de familia.

El impacto en la salud de tener un médico que nos conoce

Los resultados mostraron que, en comparación con un facultativo que nos conoce desde hace sólo un año, tener uno con el que se mantiene una relación desde hace 15 años

  • reduce un 30% tener que acudir a servicios de urgencias,
  • un 28% la necesidad de ser hospitalizado
  • y un 25% la mortalidad.

En los casos en los que la relación con el medico era de dos o tres años también se registraron mejoras en la calidad y esperanza de vida, aunque más moderadas.

  • El riesgo de acudir a urgencias se reducía un 13%,
  • el de hospitalización un 12%
  • y la mortalidad un 8%.

Los autores del estudio sostienen que se puede hablar de “causalidad”, teniendo en cuenta la gran cantidad de casos estudiados durante un largo intervalo de tiempo y al control que han realizado de otras variables como la edad, el sexo o el nivel educativo de los pacientes.

Esta investigación resalta la importancia de la continuidad en el trato sanitario, lo que el profesor emérito Ian McWhinney describía como "un contrato implícito entre un paciente y un médico que asume una responsabilidad personal por sus necesidades de salud". La continuidad, sin embargo, es cada vez más difícil de mantener.

Otros estudios

No es el único estudio que ha tratado de medir el efecto de la consistencia de la relación medico-paciente, pero sí es el más amplio. En Reino Unido, una investigación de 2014 no apreció diferencias en la hospitalización, pero se realizó sólo con los pacientes mayores de 75 años de 139 facultativos. Otro estudio en Estados Unidos con datos de 8.068 personas de avanzada edad sí detectó una reducción en la hospitalización, pero no en las urgencias.

Esta misma semana se ha conocido otro estudio elaborado por el Centro de Estudios Demográficos de la Universidad Autónoma de Barcelona que resalta la importancia de la inversión en sanidad y del número de médicos por habitante para la calidad de vida de las personas mayores de 50 años.

La diferencia en la esperanza de vida entre las comunidades autónomas con más inversión sanitaria es de hasta seis años en comparación con las que menos invierten. Calculan los autores que un gasto público de 800 euros per cápita a lo largo de doce años supone incrementar la esperanza de vida en 1,5 años para los varones y en 1,2 para las mujeres.

La esperanza de vida no es en cualquier caso el único indicador importante. A medida que vivimos más años, lo que se llamaba antes tercera edad pasan a ser en realidad varias edades diferentes y es fundamental vigilar los indicadores de calidad de vida. En este capítulo también la inversion sanitaria es clave.

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