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El proceso judicial que llevó al recién fallecido O.J. Simpson a los tribunales en 1995 por el asesinato de su exmujer fue uno de los casos más mediáticos de las últimas décadas, seguido por millones de personas no sólo en Estados Unidos, sino en casi todo el mundo. Hasta el presidente del momento, Bill Clinton, vio el veredicto con su secretaria.
En 1995 el actor y jugador de fútbol americano O.J. Simpson fue acusado del asesinato de su ex Nicole Brown Simpson y su amigo Ronald Goldman. Al deportista le defendió el famoso abogado Robert Kardashian, padre de las influencers.
Brown, de 35 años, y su amigo Ronald Goldman, de 25 años, fueron asesinados violentamente en su casa en Los Ángeles el 12 de junio de 1994. La exmujer había sido decapitada, además tenía los labios rotos y los ojos morados. Ronald Goldman había sufrido 17 puñaladas en el cuerpo.
La policía sabía que Brown era la exmujer del famoso jugador de fútbol, no necesitaban realizar indagaciones y pronto se convirtió en el principal sospechoso del brutal asesinato.
Cuando a la mañana siguiente los agentes acudieron a la mansión de O.J. Simpson descubrieron que había manchas de sangre en el vehículo del jugador. Además, los detectives encontraron un guante derecho de las dimensiones de la mano de Simpson con sangre.
Pocas horas después las autoridades emitieron una orden de captura para Orenthal James Simpson, sospechoso del doble crimen.
La policía defendía que Simpson los mató por celos, se creía que Brown y Goldman eran amantes y cuando los vio juntos en la vivienda los mató.
Poco tiempo después se descubrió que Goldman, un camarero de restaurante, simplemente se encontró en el lugar equivocado. El joven únicamente había ido a devolverle a Nicole unas gafas que se había dejado en el restaurante donde había cenado esa misma noche con su madre.
La orden de detención que pesaba sobre el jugador no supuso su detención, los fiscales pretendieron no montar un espectáculo ni acabar con la reputación del jugador por lo que decidieron tratar con los abogados.
Casi una semana después las pruebas que señalaban a Simpson eran tan numerosas y contundentes que no se podía evitar su detención.
Cuando lo supo, decidió huir con un revolver, su pasaporte, 8.000 dólares en efectivo y varios bigotes postizos para pasar desapercibido.
Durante más de 2 horas intentó escapar de los coches de policía que le seguían los pasos. Las cadenas de televisión retrasmitieron en directo la persecución que terminó frente a su casa, donde finalmente se entregó.
Para muchos norteamericanos fue el juicio de la vergüenza del que finalmente salió absuelto. O.J. Simpson tenía el dinero suficiente para rodearse de los mejores abogados del mundo y así fue. Le defendieron los mejores a cambio de casi 20 millones de dólares.
Un guante de golf de su talle ensangrentado, una huella de su talla, un palo de gol con restos encontrado en la escena del crimen y sangre en su vehículo fueron algunas de las numerosas pruebas que le señalaban, pero sus abogados jugaron la baza del racismo.
La prueba final que determinó su absolución fue que los guantes no le entraron y es que durante el año que duró el juicio los abogados hicieron que su cliente engordase deliberadamente. Además, estos habían sido custodiados en un congelador y su tamaño había encogido.
El 3 de octubre de 1995 O.J. Simpson fue absuelto tras cuatro horas de deliberación por el jurado.
Después de su absolución, Simpson prometió perseguir «al asesino o asesinos que mataron a Nicole y al Sr. Goldman... Están ahí fuera en alguna parte...».
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