La vida actual de Dolores Vázquez: del caso Wanninkhof a su paso por Reino Unido y su regreso a Betanzos

Dolores Vázquez reconstruye su vida en Betanzos mientras sigue esperando una disculpa del Estado. Europa Press
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Esta semana se cumplen 26 años del inicio del caso Wanninkhof, uno de los errores judiciales más mediáticos de la historia de España y que marcó para siempre la vida de Dolores Vázquez Mosquera. Conocida como Loli, Lolita o Nena, esta mujer gallega de 73 años hoy disfruta de una vida tranquila y lejos de los focos en su ciudad natal, Betanzos, aunque sigue reclamando justicia: "Necesito que el Estado me pida perdón. Ha habido disculpas del pueblo, pero no de los poderes del Estado. Ese perdón oficial tendría que llegar, por no decir otras cosas más", señaló el pasado mes de marzo al recibir el XVII Premio Úrsula Meléndez de Texeda.

El caso que cambió su vida comenzó la tarde del 9 de octubre de 1999, cuando Rocío Wanninkhof, hija de su expareja Alicia Hornos, desapareció en La Cala de Mijas. en Málaga. Semanas después se hallaría su cuerpo sin vida.

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Dolores, de entonces 47 años, fue injustamente detenida, acusada y juzgada por un jurado popular que la condenó a 15 años de cárcel basándose en indicios muy débiles, sin pruebas materiales sólidas. La coruñesa pasó 519 días en prisión por un crimen que no cometió y no fue hasta 2003, tras el asesinato de otra joven en Coín, Sonia Carabantes, que se detuvo al verdadero culpable: el británico Tony Alexander King, condenado por ambos asesinatos y que permanece entre rejas en la actualidad.

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La vida en la actualidad de Dolores Vázquez

Dolores Vázquez fue detenida en septiembre del año 2000 por la Guardia Civil bajo la acusación de haber asesinado a Rocío Wanninkhof. En 2001, fue juzgada y condenada. Tras la sentencia, después de haber estado 17 meses en prisión, no permaneció mucho más tiempo entre rejas, ya que su apelación avanzó y, en 2002, fue puesta en libertad provisional mientras se revisaban todas las pruebas del caso y se desarrollaban nuevas investigaciones que finalmente llevaron a exonerarla.

Después de afrontar todo el procedimiento judicial en Andalucía, Dolores decidió mudarse a Reino Unido. En 2011, se encontraba viviendo en una localidad al este de Londres y trabajaba como coordinadora de horarios para una empresa. En una entrevista, expresó su deseo de pasar desapercibida y evitar la atención mediática, ya que sentía que la sociedad española la había olvidado. Además, ya mencionó que nunca recibió una disculpa oficial ni compensación económica por el daño sufrido. Aunque su vida allí era tranquila, siempre llevaba consigo ese sentimiento de la injusticia sufrida, tal y como explicó en un documental.

Finalmente, hace aproximadamente siete años, regresó a Betanzos, su ciudad natal, donde reside actualmente y ha sido acogida por la comunidad local. La coruñesa se centra ahora en luchar por esa disculpa oficial y por dar visibilidad a su caso para que no ocurran situaciones similares en el futuro.

El horror al que se vio sometida Dolores Vázquez

El horror al que fue sometida Dolores sigue sorprendiendo. Algunos vecinos y conocidos dieron testimonios ambiguos que la incriminaron de forma indirecta, aunque no eran pruebas sólidas. Parte de estas declaraciones fueron exageradas o interpretadas de manera sesgada y se alimentó la idea de culpabilidad.

Se insinuó un perfil emocional conflictivo, cuando no existía evidencia de violencia ni antecedentes delictivos. Se utilizó esto como indicio de que "podría" haber cometido el crimen. Existían rumores sobre tensiones familiares y conflictos con la madre de Rocío. Se llegó a decir que Dolores “no soportaba” la relación entre Rocío y su madre, lo que se presentó como posible móvil. Todos pensaron que fue ella quien asestó ocho puñaladas a la víctima e hizo desaparecer el cuerpo durante semanas, cuando no lo había hecho. Estaba trabajando en el momento del crimen en el hotel de Mijas en el que estaba contratada entonces.

Entre rejas, siendo inocente, vivió una situación indescriptible para todo ciudadano. No obstante, ahora trata de alejarse del dolor en Galicia. Betanzos le concedió el XVII Premio Úrsula Meléndez de Texeda por su historia de lucha. Un galardón que le llegó en un "buen momento" de su vida, como señaló la propia Dolores, dejando ver que el 2025 ha servido para sanar. A pesar de querer esas disculpas del Estado, y aunque imagina que no le "darán nada", asegura no guardar rencor a nadie. El Ministerio de Justicia reconoció en enero de 2008 que Dolores había sido víctima de un error que le hizo ser condenada erróneamente y le propuso una compensación de 120.000 euros, cantidad alejada de los cuatro millones que ella exigía. Las indemnizaciones para casos como el suyo quedaron restringidas en 2010 debido a una doctrina que adoptó por el Tribunal Supremo.