El doctor Martín Perea Álvarez de Eulate explica cómo serían nuestras vidas sin el cambio de hora: "Todo depende de la franja que se elija"
El doctor Perea Álvarez de Eulate señala que el "eje fundamental del problema" es cuál es el "horario fijo" que queremos
Los efectos en la salud del cambio de hora: un neurólogo explica por qué nos cuesta tanto adaptarnos
Llega final de octubre y, con él, la polémica en torno al cambio de hora. Este próximo 26 de octubre se retrasarán los relojes una hora en toda España. Y, por si no hubiese debate suficiente, este lunes Pedro Sánchez ha decidido reabrirlo de manera formal proponiendo en el Consejo Europeo acabar con el cambio de hora estacional. Mantenerlo, según el presidente del Gobierno, "ya no tiene sentido" por varios motivos: "apenas ayuda a ahorrar energía" y tiene "un impacto negativo en la salud", alega.
En Informativos Telecinco hemos hablado con el doctor Martín Perea Álvarez de Eulate, Director del Máster Universitario en Energías Renovables en la Universidad Europea de Canarias, para conocer de la mano de una voz experta cómo cambiarían nuestras vidas si mantuviéramos el mismo horario todo el año.
P. ¿Cómo sería nuestra vida sin el cambio de hora?
R. Habría que decidir primero cuál sería el horario sin cambios al que nos acogeríamos. Ni siquiera sobre esto hay consenso. Parecemos no darnos cuenta de que ese es el eje fundamental del problema por sus posibles consecuencias, toda vez que han ido disminuyendo las razones meramente económicas al haberse ido optimizando el consumo de energía (utilización masiva de leds en alumbrado, por ejemplo).
Hoy en día, la defensa del cambio de hora en verano, DST (daylight saving time), tan arraigado a nuestras costumbres desde 1974, viene tanto de su normalización de la hora oficial de la salida del sol, cuestión no desdeñable, como de la constatación de que ha favorecido un mayor disfrute del ocio y las relaciones sociales en verano, especialmente en nuestro país.
Hay quienes defienden mantener todo el año el actual horario de verano. Es decir, permanecer todo el año en el huso +2, o europeo oriental: Grecia, Bulgaria, Rumanía, Ucrania…. En Madrid podría llegar a amanecer, como se ve en el gráfico, a las 9:38 de la mañana.
Otros defienden mantener todo el año el actual horario de invierno, pero manteniéndonos en nuestro actual huso horario +1, el de Europa Central. Era el horario vigente hasta 1974, fecha en que se adoptó en todo nuestro entorno, debido a la crisis energética.
También hay quienes defienden cambiar el horario por el “natural” de nuestro “huso horario geográfico”, el 0, o Greenwich. Dentro del mismo huso quedan, geográficamente hablando, Francia, Países Bajos, Luxemburgo, Bélgica, con régimen horario actual igual al nuestro (horario europeo central , huso 1 o GMT+1) y DST (cambio de hora en verano).
Galicia queda en gran parte fuera de este huso “natural”, así como también gran parte de Portugal e Irlanda, estos dos últimos encuadrados en el huso 0, cuando de forma “natural” se encuadrarían en el huso -1.
Y, por último, están quienes no desean cambiar el régimen actual. Esta fórmula actual tiene la gran ventaja de que la ‘carrera’ (o diferencia máxima) del orto (o salida) a lo largo del año, o sea, su variación horaria, se reduce a menos de dos horas, normalizando dentro de lo posible el horario oficial de salida del Sol.
En cualquiera de los otros tres casos estudiados, esta variación alcanza casi las tres horas. Por otro lado, esa normalización nos da una hora más de sol por las tardes del horario de verano.
P. ¿Cambiarían mucho nuestras rutinas?
R. Por supuesto, pero siempre dependiendo del horario que se elija: la vida social cambiaría, debido a la presencia de luz o carencia de ella en determinadas épocas del año, y fundamentalmente, por la tarde.
Las tardes serían más cortas que con el actual horario de verano, entre una y dos horas, según la opción. Ello afectaría especialmente al sector del ocio y turismo, de gran peso en nuestro país, superior al 12% de nuestro PIB, y en algunos casos, como el de Canarias, en torno al 37%.
La hora oficial de entrada al trabajo, con su trascendencia en lo relativo a presencia o carencia de luz no sería desdeñable.
Pero como hemos visto anteriormente, aún deberíamos enfrentarnos al debate acerca de cuál es el régimen horario que desearíamos como fijo. Curiosamente, en nuestro país tiene bastantes adeptos mantener todo el año el actual horario de verano, con todo lo que ello significa de cara a la hora del orto.
Por otra parte, estamos ligados también a las posibles decisiones de nuestros vecinos. Hasta ahora, solo cambiamos nuestro reloj de pulsera al visitar Portugal, Irlanda o Gran Bretaña, en nuestra Europa más próxima, pero no al viajar a Alemania, Italia, Suecia o, fundamentalmente a Francia. ¿Se van a atomizar los horarios sin ninguna coordinación? Esperemos que no, quizá lo prudente, por el momento, sea seguir aplazando la decisión hasta tener una idea clara consensuada entre los distintos estados de la Unión.
P. ¿En qué aspectos tangibles notaríamos -más allá de que anochezca antes o después- tener el horario de Portugal o Canarias?
R. En primer lugar, el horario ‘natural’ de Canarias se correspondería con el huso -1, por lo que si España peninsular adoptara, por ejemplo, el huso 0 (Greenwich), en pura lógica, Canarias volvería a tener una hora de diferencia con la península. ¿O no?.
Supongamos que no: en ese caso, Canarias tendría el mismo horario actual, pero sin cambio de hora en verano. Eso cambiaría, efectivamente, las rutinas en verano de una economía insular muy volcada al turismo, con su posible afección al mismo.
Una eventual coincidencia de horarios con Portugal facilitaría los intercambios transfronterizos, la movilidad peninsular.
P. ¿Otros países de nuestro entorno tienen tanto debate con el cambio de hora?
R. El debate, dentro de nuestro espacio común, existe precisamente en el seno de la Unión Europea, donde en 2018 se llevó a cabo un referéndum con una participación de 4,6 millones de ciudadanos, de un total, entonces, (aún sin la salida del Reino Unido) de 512M, o sea, el 0,8%. De ellos, el 84% optaron por eliminar los cambios de hora (un 0,75% sobre el total de la población).
Teóricamente, se debería haber adoptado la decisión en 2019, pero en un principio, y con tan exigua participación relativa, sin un planteamiento claro acerca de qué horario fijo mantener, se aplazó a 2021 y a día de hoy sigue pendiente de discusión y de propuestas nacionales de los miembros de la Unión, que no se han producido.
En el caso español, se nombró una comisión en 2019, de la que formaba parte, por ejemplo, el físico Dr. Jorge Mira, defensor entusiasta del cambio horario estacional. A día de hoy, no hay una decisión tomada y el cambio horario actual en principio, regirá hasta octubre de 2026. El debate se reaviva todos los años.
P. ¿El caso de España de ir a la contra del horario que nos tocaría es realmente excepcional?
R. En absoluto. Ya hemos citado en nuestro entorno los casos de Francia, Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo, que estando en el huso 0 prefieren regirse por el huso +1 (europeo central), y comparten con nosotros también la variación DST de verano. Se ha creado una gran franja europea de horarios comunes que es beneficiosa en muchos aspectos, facilitando la movilidad entre territorios.