Un hotel abandonado, un carrito y una noche sin respuestas: siete años del enigma de Nuria Escalante en Ibiza

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El nombre de Nuria Ester Escalante sigue resonando en Ibiza. Siete años después de la desaparición de la mujer alicantina, la isla aún no ha podido cerrar un caso que huele a crimen, pero del que faltan las pruebas más decisivas. El 31 de octubre de 2018, las cámaras la captaron entrando con un hombre en un edificio abandonado y, horas después, el varón salió solo empujando un carrito con un bulto tapado por un plástico.
Desde entonces, ni su cuerpo, ni una confesión, ni una sola certeza han emergido de la maraña de sospechas, detenciones fallidas y silencios que rodean una historia convertida en uno de los mayores misterios de la crónica negra pitiusa.
La desaparición de Nuria Escalante
Nuria Escalante tenía 52 años. Había viajado a Ibiza en años anteriores y había conseguido trabajo -en el sector de la hostelería y como vigilante de seguridad-. Por ello, decidió regresar allí para probar suerte de nuevo. La alicantina llevaba unas semanas en la isla, no llegaba al mes. Todavía no había encontrado un empleo, pero era optimista. Sin embargo, todo cambió para ella la tarde del 31 de octubre de 2018.
La mujer fue vista por última vez con un hombre caminando por el paseo de s’Arenal, en Sant Antoni de Portmany. Las cámaras de seguridad captaron a ambos dirigiéndose a un edificio abandonado, un antiguo hotel ocupado por personas sin hogar ubicado entre el citado paseo, la avenida Doctor Fleming y el Camí des Regueró. Entraron por la parte de atrás y, entonces, su rastro se perdió. Nadie volvió a verla. Dentro del inmueble, testigos afirmaron haber escuchado ruidos y discusiones, pero ninguno pudo precisar qué ocurrió. Fue la última huella de Nuria con vida. Y su hijo cree que este momento fue determinante (entre las 19:30 y las 20:30 horas).
Horas más tarde, entre las 22:00 y las 23:00 horas de la noche, las cámaras de vigilancia capturaron al hombre saliendo del edificio abandonado y empujando un carrito de supermercado con un bulto voluminoso cubierto por un plástico. Aquella imagen, hoy convertida en símbolo del misterio, es el punto de inflexión de la investigación. El sospechoso aseguró después que transportaba “un motor de barco”, pero los agentes de la Guardia Civil nunca dieron crédito a esa versión, al igual que la familia. El teléfono de Nuria dejó de emitir señal alrededor de la medianoche, y a partir de ese momento su rastro desapareció por completo. Durante la madrugada del 1 de noviembre, el hombre regresó solo al edificio, y varios testigos lo describieron nervioso y con ropa distinta.

Las incógnitas del caso y los cinco detenidos
Desde entonces, se abrió una franja de horas en la que todo parece haberse borrado: el carrito nunca se localizó, el recorrido exacto se perdió entre calles sin cámaras y ningún testimonio pudo reconstruir el destino final de la mujer. Días después, al no responder llamadas, su familia denunció la desaparición y la asociación SOS Desaparecidos activó la alerta.
A finales de noviembre fueron detenidos cinco hombres, hallándose pertenencias y restos biológicos de la víctima en algunos registros, aunque todos quedaron en libertad por falta de pruebas concluyentes y el caso fue archivado. ¿Dónde estaba Nuria? ¿Dónde está su cuerpo? En los años siguientes se realizaron búsquedas exhaustivas en pozos, torrentes y en el vertedero de Ca na Putxa, donde se invirtieron miles de euros sin resultados.
En 2019, Sebastián W., el principal sospechoso, de origen polaco, participó en una reconstrucción judicial que no aportó nuevas certezas. Este varón había caído en contradicciones y borró su historial de WhatsApp desde el día 30 de octubre hasta el 2 de noviembre de 2018. En su casa se encontró el equipaje de la joven, incluido el líquido de sus lentillas. Sin embargo, su móvil no. No se determinó cómo conoció al principal acusado y el resto de arrestados. Pero pudo ser por su interés en encontrar trabajo. En 2024, llegó la última sentencia del caso, cuando el Tribunal Superior de Justicia de Madrid condenó a la Guardia Civil a pagar los trabajos del vertedero.

El dolor de la familia de Nuria Escalante
David tenía 21 años cuando se despidió de su madre. Junto a su hermano Aarón, ha dedicado los últimos años a mantener viva la búsqueda, sin rendirse ante el silencio ni el paso del tiempo. Ambos han contado con el apoyo de numerosos ciudadanos, vecinos y colectivos feministas que se han negado a dejar que el caso caiga en el olvido. Porque son muchos los que han buscado a Nuria, y muchos más los que hoy reclaman justicia.
La asociación Dones Progressistes reclamó en su día la intervención de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil para localizar a Nuria. Denunciaron la lentitud de la investigación y la falta de recursos, subrayando que “no se entiende” que el titular del Juzgado de Instrucción número 4 de Ibiza, Santiago Pinsach, decretase la libertad provisional del principal sospechoso en 2019. El movimiento feminista de la isla respondió con contundencia: se organizaron concentraciones bajo lemas como “Asesino suelto en Ibiza. Peligro de muerte”, “En Ibiza hay una mujer desaparecida y el sospechoso está en la calle” o “Ens volem vives, ni una menys”, que aún resuenan en pancartas y redes sociales cada aniversario.
El letrado de la familia, Josep María Costa, lamentó en 2021 la “falta de medios” disponibles para investigar la desaparición y advirtió que, con los recursos existentes en la isla, el caso difícilmente se resolvería. Su diagnóstico fue tan certero como doloroso. Además, insistió entonces en que el caso de Nuria es “parte de un fracaso colectivo”, uno más de los crímenes sin esclarecer en Ibiza. “No significa que, con más medios, se hubiera garantizado un resultado positivo, pero al menos existiría la certeza de que se hizo todo lo posible. En este caso, no”, lamentó. Hoy, el nombre de Nuria Ester Escalante se ha convertido en un símbolo de lucha y de ausencia. En Ibiza persiste la sensación de que alguien sabe más de lo que contó, y de que bajo el silencio de aquella noche de octubre aún se esconde la verdad.
