Elsa, una niña sometida a una operación pionera en el Hospital Sant Joan de Déu para no quedarse ciega

La pequeña padece hipoplasia o subdesarrollo del nervio trigémino, lo que provocó que fuese perdiendo la visión hasta un 90%
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Elsa es una niña del Pla de Santa Maria, una localidad de Tarragona, que nació sin sensibilidad en la córnea y no podía parpadear, lo que le provocó una pérdida progresiva de visión del 90 %, hasta que con cinco años, en enero de 2024, fue sometida en el hospital Sant Joan de Déu de Barcelona a una operación pionera en España, que frenó su ceguera y le permitió recuperar un 10 % de vista.
La pequeña padece hipoplasia o subdesarrollo del nervio trigémino, lo que provocó que fuese perdiendo la visión hasta que fue sometida a una operación de neurotización de la córnea: le extrajeron un segmento del nervio sural, situado en la pierna, para empalmarlo y conectar el nervio auricular mayor, ubicado detrás de la oreja, con la córnea para restablecer la sensibilidad de la córnea.
A Elsa le operaron el ojo derecho y pronto le intervendrán también el izquierdo. Ahora Elsa puede participar en actividades cotidianas con mayor autonomía y sin la necesidad permanente de protección ocular estricta, aunque sigue con cuidados continuos y permanentes por parte de un adulto, según ha explicado su madre, Roser Caro, a EFE.
Caro se dio cuenta de que algo le pasaba a su hija pocas horas después de su nacimiento porque no tenía reflejo de succión. Se lo comentó a la pediatra y lo atribuyeron a la hipoglucemia que había tenido al nacer y a que le habían tenido que administrar mucha glucosa, pero Elsa seguía sin succionar.
Iba por la calle con gafas de piscina
La segunda alerta se produjo cuando la pequeña tenía ya 18 meses, cuando se quemó la córnea con un ambientador y no lloró. La llevaron al hospital y le pusieron unas gotas que picaban mucho, y tampoco se quejó. Caro explica que el oftalmólogo que la atendió les dijo que eso no era normal y la derivó a la oftalmóloga especialista en córnea.
"Al no tener sensibilidad, Elsa sufría con frecuencia múltiples lesiones oculares que le iban restando visión. Iba por la calle con gafas de piscina que la protegieran del viento en invierno y no iba a la playa porque teníamos que estar muy encima de ella para que no se quitara las gafas o para que no se le cayeran accidentalmente y le entrara arena en los ojos", afirma su madre a EFE.
Una resonancia magnética en agosto 2023 reveló que presentaba una hipoplasia o subdesarrollo bilateral del trigémino. Los doctores descartaron realizar una neurotización clásica, técnica consistente en un injerto del nervio supraorbitario o supratroclear hasta la córnea para suplir la función del nervio afectado, porque los tres nervios son ramas del trigémino y, en el caso de Elsa, estaba gravemente malformado.
Un año después de la operación ya sentía dolor
Al buscar otras opiniones, el hospital Sant Joan de Déu le propuso hacer el injerto desde el auricular mayor y no desde el nervio supraorbitario. "Los médicos nos dijeron que los resultados, si se producían, tardarían meses en llegar. Y a los cuatro meses, al ponerle el colirio, sintió sensación de frío. Y un año después, ya sentía dolor", detalla Caro a EFE.
Ahora, con las lentillas que le hizo su optometrista, Elsa ha conseguido un 60-70 % de visión y puede llevar una vida prácticamente normal como el resto de niños y niñas de su edad.