30 años cambiando la imagen de la Guardia Civil

telecinco.es 26/09/2018 19:56

Nuria Galán tenía 19 años y recuerda que no les daba tiempo a lavarse el pelo en condiciones porque los tiempos estaban preparados para hombres. Salían de las duchas con el pelo sin aclarar y se ponían gorros para taparlo. Incluso durante unas semanas las mandaron a su casa porque no había agua, y no sabían qué hacer con ellas. A los hombres no. Al fin y al cabo venían curtidos de la mili.

Ana Arias entró dos años después en una promoción acelerada porque había que destinarlas a las Olimpiadas de Barcelona. Los uniformes todavía estaban hechos para la anatomía de los hombres. Pero la cosa cambiaría, y pasaron por la falda pantalón hasta ver como diseñaban un horrendo peto para embarazadas que ninguna se quería poner. Algunos jefes hacían la vista gorda y permitían que se pusieran sus ropas de embarazas.

Fueron mejorando pero las infraestructuras no estaban preparadas para ellas. El primer error fue el de los bidés. No había y los necesitaban para las mujeres. El pelo fue otra de tortura. Debían llevarlo con una redecilla en un moño bien sujeto para que no escapara ni un mechón. Ahora ya llevan coleta. Saltaron obstáculos de lo más cotidianos en un cuerpo de hombres que no sabían dónde ubicar a las mujeres. Poco a poco se hicieron un sitio hasta ser iguales.

Maria Carmen Sirvent entró en 2004 y fue una pionera junto con su compañera. Las dos primeras mujeres que llegaron al Escuadrón de Caballería. La primera mujer piloto, las primeras moteras, las primeras G.E.A.S, la primera TEDAX fueron abriendo camino y convencieron a los hombres de que las necesitaban. Rosa Serrano llegó en el 2001 a la UCO. Tenía 19 años y comenzó a trabajar en el grupo de seguimientos, después en el de apoyo operativo.

Rompieron los estereotipos de que las labores operativas son solo de hombres. Una mujer y un hombre en un vehículo pasaban más desapercibidos para vigilar a los delincuentes. Dos mujeres entraban en un bar y los malos no sospechaban. En Información también se dieron cuenta de que las mujeres eran necesarias en la lucha contra ETA y pronto reclutaron jóvenes que han trabajado mano a mano con sus compañeros hombres.

No hay nada que se las resista y han aportado otra perspectiva a las investigaciones. Todavía tienen que romper estereotipos pero ellas creen que mayoritariamente están en la sociedad y no dentro de la Guardia Civil. El problema es cómo te miran desde fuera o lo que creen que puedes hacer o no te dejan hacer en el cuerpo.

La comandante Silvia Gil lo tiene claro. Es un cuerpo jerárquico y si manda una mujer, los hombres de menos galones obedecen. Son disciplinados y nos confiesa que si a alguno se le han revuelto las tripas, ella no se ha dado cuenta. Ahora está dedicada a la nueva área de igualdad que se ha creado por primera vez. Desde allí estudiaran conductas y defectos para mejorarlos pero sobre todo enfocarán su esfuerzo en captar a las niñas, jóvenes y mujeres.

El problema es la demanda. Quieren alcanzar la igualdad total para feminizar la Guardia Civil y conseguir que sea más compleja y más completa. Y la manera es diciéndoles a las niñas que no hay nada que no puedan hacer dentro de la Guardia Civil.

Ahora son 5.700 mujeres frente a 75.000 hombres. Este año 21 mujeres han entrado en la academia militar, en la escala de oficiales. 21 de 60 con notas de selectividad desde el 12,819 hasta el 13,503 de la número dos. En el resto de escalas el 18% de las admitidas ya son mujeres. Como dice Carmen: “Yo estoy aquí porque estoy a gusto por mis compañeros”.