Adopciones internacionales paralizadas por el virus: "Es desesperante, necesito abrazar ya a mi hija Dya"

  • Ana tendría que haber viajado a India a recoger a su hija el 21 de marzo. Ocho días antes el Gobierno decretó el estado de alarma y todavía no ha podido encontrarse con ella

  • Más de 40 familias piden al Ministerio de Asuntos Exteriores que negocie con los países de origen para poder volar por razones humanitarias

  • India, Filipinas, China, Rusia o Colombia son algunos de los países donde las familias españolas tienen que recoger a sus hijos

Ana Bernal entra en la habitación de su hija y comienza a desmontarla. Quita la cama, el armario con la ropita de la niña y el mueble de los zapatos. También retira un corcho con fotos de la familia y una pizarra con unos corazones dibujados junto al nombre de Dya. Todo esto lo hace tragándose las lágrimas. Porque la pequeña tendría que llevar ya meses viviendo en ese rincón de la casa. Sin embargo la pandemia lo ha impedido y a Ana se le hace imposible seguir pasando frente al dormitorio si su hija no está en él. Por eso ha decidido desmontar lo que con tanto cariño y emoción había ideado hace unos meses, antes de que el coronavirus dejara su vida en una cruel espera. Ahora, y de forma temporal, esa habitación es un cuarto para meditar y hacer yoga, una forma de intentar mantener la cabeza fría y despejada en uno de los momentos más complicados para esta malagueña de 45 años.

Porque Ana tendría que haber viajado a India a recoger a su hija Dya el 21 de marzo. Ocho días antes el Gobierno decretó el estado de alarma y su agencia le confirmó que se quedaba en tierra, que no podía volar hasta Nueva Delhi. Cuatro meses después sigue sin poder hacerlo. Primero España cerró su espacio aéreo. Después, India. Por eso la madre continúa en Málaga y la hija a 9.000 kilómetros de distancia, en un orfanato de la ciudad de Balurghat, al este del país, en la frontera con Bangladesh.

“Yo ya tenía la maleta hecha, había comprado toda la ropita de mi niña, había terminado de organizar todo el papeleo y solo pensaba en encontrarme con ella. Y de repente llamo a la agencia y me dicen que no iba a poder viajar y que ya me irían informando. Fue un shock explica Ana con emoción. “No tengo consuelo, le tuve que decir a mi familia que ni me llamara por teléfono porque no me podía ayudar nadie. A mí no me ha pesado el confinamiento, me pesa el no estar con mi hija cuando ya deberíamos estar juntas”.

La larga espera

Ana empezó el proceso de adopción internacional hace cuatro años y la gran noticia le llegó un día de febrero de 2019. Estaba trabajando de profesora visitante en Texas y cuando en plena noche sonó el teléfono, supo de inmediato de qué se trataba. Y así fue. “Me dijeron que tenían un expediente para mí. Fue muy emocionante. Me contaron que se trataba de una niña, que se llamaba Dya y que tenía 18 meses. Me pareció preciosa y no podía dejar de mirar su carita. En la foto que me enviaron tenía una mirada que parece que me está preguntando ‘cuándo vienes a por mí’… Fue increíble”, explica Ana.

Desde entonces se preparó mentalmente para sobrellevar de la mejor manera posible el tiempo que iban a estar separadas. Un año aproximadamente. “Cuando te asignan, lo primero que se crea es un vínculo brutal. Tú ya eres madre. Falta que un juez lo diga, pero ya eres madre. Te levantas todas las mañanas pensando en qué estará haciendo mi peque hoy, si estará comiendo bien, si estará contenta, cuántos niños hay con ella, cuántos cuidadores estarán atendiéndolos…”, asegura esta profesora. Con lo que nadie contaba era que cuando esa espera burocrática estaba a punto de acabar, iba a empezar otra de plazos inciertos.

La lucha de Ana y de otras 41 familias

“Yo me pasé la primera semana con una pregunta. ¿Cómo podría haber evitado esto? En qué falle, qué papel tardé en entregar, por qué no viajé una semana antes… No haces más pensar en qué habría pasado si hubiese actuado de otra manera. Pero después me dije que tenía que dejar atrás esos pensamientos autodestructivos porque mi hija iba a necesitar a una persona fuerte. Y me puse a pensar de forma activa”, afirma Ana.

Y eso es lo que hizo. Pensó que su caso no tenía que ser el único. Y decidió buscar a otras familias que ya tuvieran asignados a sus hijos y con fecha para volar a recogerlos. Creó un grupo en Facebook y el primer día una familia de Murcia que tenía previsto viajar a China se puso en contacto con ella. La primera semana ya eran ocho. Fueron subiendo poco a poco. Ahora son ya 42 las que forman parte de ‘Familias adoptantes con el corazón en la maleta’ “Hablábamos por teléfono y llorábamos al contarnos nuestros casos, porque lo que sentimos solo pueden entenderlo aquellos que están en la misma situación”.

A Janet y a Jordi el cierre del espacio aéreo les pilló en el mismo aeropuerto. Ese 13 de marzo tenían que viajar a Filipinas a recoger a su hija de cuatro años. No pudieron hacerlo. Amalia y Daniel tendrían que haber volado a Colombia a finales de marzo para reunirse con su hijo de 10 meses. No lo han logrado todavía. Pedro y Victoria tampoco han podido viajar a China a encontrarse con su hijo de tres años y medio.

Piden a Exteriores que negocien con los países de origen

Cada familia tiene una historia detrás de angustia y de desesperación. “Hemos hecho el trabajo que nuestras agencias no están haciendo. Hemos contactado con las Consejerías de Políticas Sociales de nuestras comunidades autónomas y también con el propio Ministerio de Asuntos Exteriores. Las familias estamos preparadas para volar. Tenemos que hacerlo ya”, suplica Ana. “Necesitamos que el Gobierno nos dé permiso para poder coger un avión por cuestiones humanitarias. Tienen que dejarnos ir a recoger a nuestros hijos de forma excepcional. Algunos países como Bulgaria o República Dominicana lo han permitido, pero el resto no. Le pedimos a Exteriores que, por favor, negocien con los gobiernos de los países de origen. Y que lo hagan ya”.

Fuentes diplomáticas han asegurado a NIUS que “desde hace semanas Exteriores está haciendo gestiones con las autoridades locales para intentar flexibilizar sus medidas restrictivas y que permitan a las familias españolas entrar en esos países por razones humanitarias”. Pero admiten que no está siendo fácil debido a las “estrictas normas de confinamiento” que han puesto en marcha. Según estas mismas fuentes, podría haber hasta un centenar de familias afectadas.

Estamos aterrorizados porque vemos que la cosa se complica cada vez más. Tenemos que viajar ya.

“Es muy difícil. Esto es una prueba de resiliencia infinita que nos ha puesto la vida en el camino. Se alarga el encuentro con nuestros hijos sin saber hasta cuándo. Y todo esto te mina por dentro”, explica con angustia Ana. En su caso, las noticias que llegan desde India no son tranquilizadoras. “Cada día allí detectan 20.000 nuevos casos de coronavirus. Y los números van aumentando. India está bloqueada, por lo menos, hasta el 31 de julio. Pero es un cierre al exterior, porque allí está todo abierto. Templos, centros comerciales, restaurantes… Estamos aterrorizados porque vemos que la cosa se complica cada vez más. No se nos está tomando como lo que somos, casos prioritarios”.

El contacto con Dya

Dya tiene dos años y 10 meses. Ya anda, come y se viste sola. No usa pañal y su madre ha conseguido poder hacer una videollamada cada 15 o 20 días con el orfanato. “La primera que hicimos fue impactante, pero las siguientes ya fueron mejor. Me mandaba besos y me decía ‘mum’. Yo he aprendido algo de bengalí y hablo cuatro cosas básicas con ella. Pero me reconforta verla y saber de primera mano que sigue bien. El dos de septiembre cumplirá tres años y sueño con celebrar su cumpleaños ya aquí, en casa”, explica Ana.

Y que por fin estén las dos juntas. En esa habitación, ahora desmontada.