Sin fútbol no hay ingresos: los establecimientos situados junto a los estadios sufren por la falta de aficionados

De por qué el bar `Gol ´lleva ese nombre no hacen falta muchas explicaciones. Es lo que gritan los aficionados a pocos metros, en el estadio del Cádiz, cada vez que su equipo consigue marcarle al equipo rival. Treinta y seis años al pie del campo dan para mucho. Se nota en sus paredes, que recogen en fotografías, más o menos descoloridas, la historia futbolera de la ciudad. Los exitos del equipo que este año, después de quince penando por las categorías inferiores, vuelve a jugar en la primera división. Se nota en los colores de sus paredes, teñidas de amarillo y azul.

Para el `Gol´, y los establecimientos que rodean el Carranza, debería ser un gran año, pero lleva camino de convertirse en el peor que recuerdan.

"Seguro", responde Jesús Sánchez, uno de los propietarios cuando se le pregunta si el más difícil de los treinta y seis que llevan abiertos. "Se pierde mucho, mucho, mucho, mucho dinero, que no te lo puedes ni imaginar. Y más con el equipo en primera división. Cuando hay partido está todo el mundo por aquí tomando cervezas, copas, tapas, desde dos o tres horas antes del partido. Todo el mundo con la camiseta amarilla. Ahora no hay nadie. Da mucha pena".

"Mi gozo en un pozo", dice unos metros más abajo, en su tienda de chuches, Veronica Muñoz. "Yo decía, uy, el Cádiz en primera, vendrá gente de toda la provincia, los chiquillos chicos vendrán a ver a los futbolistas, habrá más ambiente desde más temprano, comprarán agüita, refrescos, chuches. Vamos, el cuento de la lechera".

Ahora pasa ahora las tardes de los domingos mano sobre mano. Con suerte, algunos aficionados se acercan a ver la llegada del autobus del equipo. Luego el silencio, sólo roto por el sonido de las patadas -porque se oyen- de los futbolistas al balón. Verónica, una mujer que es cadista, con un marido y una hija que, dice riendo, "no son aficionados, son obsesionados", ve complicado mantener su negocio. "Antes, con lo que hacía los dos partidos en casa del Cádiz, cubría el alquiler del local y mi cuota de autónomo, los domingos eran mi salvación".

Un aficionado que pasa junto a ella, lo corrobora: "Antes recibíamos al equipo, y una vez que lo recibíamos nos quedábamos por aquí los grupos de amigos y disfrutábamos de la previa, y luego tras el encuentro, hacíamos post partido".

Diez y ocho litros de cerveza, un paquete de 24 latas, una botella de lejía, y papel higiénico. La propietaria de `El Marcador´, enseña en sus manos el pedido que hoy hará a su proveedor. En total, treinta y un euros, nada que ver con los más de doscientos diarios de la antigua normalidad. La nueva está a punto de llevarla a la ruina.

"Un domingo de futbol era vender más de doscientos bocadillos, con sus refrescos, sus cervezas, patatas, pipas, chicles", enumera, con nostalgia, la dueña del negocio. "Trabajábamos cinco personas, vendíamos unos dos mil euros. El último partido antes del ascenso, con el Albacete, ya no hubo gente el estadio, y nada, desde entonces, la ruina".

Y si hay algo que duela, más aún que las pérdidas, es que tres lustros después de su último paso por primera, la única forma que tienen de ver a su `Cadi´es por la televisión. Este domingo Cádiz-Granada. Si no hay negocio, al menos que los amarillos vuelvan a ganar.