Tramo final para el rescate de Julen: los mineros excavan "sin descanso"

Rubén Fernández 25/01/2019 00:32

La inmensa complejidad técnica, el agónico paso del tiempo y la dureza de un terreno que casi en cada paso ha ofrecido férrea resistencia a través de la dureza de sus materiales no ha puesta nada fácil llegar hasta el último tramo de la operación. Desde aquel aciago domingo 13 de enero, el día en el que el pequeño Julen cayó por el pozo de 25 centímetros de diámetro y 107 metros de profundidad, centenares de efectivos se han empleado a fondo, dejándose la piel en la realización de una operación mastodóntica que en circunstancias normales hubiera supuesto un plazo de varios meses. Lo extremo y lo inédito de este caso ha obligado a todos a emplearse sin descanso en la búsqueda de acortar los tiempos al máximo, siempre desde la directriz de trabajar salvaguardando la seguridad de Julen y la de aquellos empleados en su búsqueda.

Comienza la cuenta atrás

Finalmente, la cuenta atrás en el rescate del pequeño de dos años se ha producido este jueves en torno a las 17.33 horas. Era entonces el momento en el que los expertos de la Brigada de Salvamento Minero de Hunosa, Asturias, por fin se ponían manos a la obra y descendían por la cápsula de 1,05 metros de diámetro y 2,5 de altura creada para la ocasión para llevarles hasta las profundidades de ese túnel vertical en paralelo al pozo por el que cayó Julen.

Desde aquí, desde ese preciso instante trabajan incansablemente ocho especialistas de la brigada decididos a encontrar al pequeño. “Ningún minero se les ha quedado en la mina. Siempre lo han conseguido sacar”. Y ahora Julen, para ellos, es un minero más. Ese es el pensamiento que les mueve, y es su convicción, su arrojo, su experiencia y su profesionalidad lo que aún da esperanzas a los padres del pequeño, así como a la sociedad, pendiente del angustioso rescate.

La tarea que están asumiendo constituye otro inmenso desafío: excavan, de forma manual, los 4 metros llamados a conectar el túnel vertical con el punto del pozo en el que esperan encontrar a Julen. Lo hacen, –dadas las reducidísimas dimensiones del espacio en el que trabajan–, en equipos de dos (siendo el máximo tres) y por turnos que, según lo estipulado, son de 40 minutos, si bien pueden excederlos.

El reto más complejo de los mineros

En su titánica misión, trabajan con 15 kilos a la espalda del equipo de respiración que llevan por si hay gases tóxicos. Esa es otra dificultad: el oxígeno se recicla; es siempre el mismo y se calienta. En esas circunstancias, la sensación de claustrofobia es enorme.

Más allá, trabajan con hacha, pala y martillos neumáticos, que pesan más de cinco kilos.

Según los cálculos, siempre enunciados desde la máxima cautela, la labor podría prolongarse hasta 24 horas, contando desde su inicio.

De los cuatro metros a excavar, al llegar a la mitad se contempla hacer un orificio de unos 15 centímetros por los que introducirán una cámara para ver si el cuerpo de Julen está ahí. Tras ello, asumirán los otros dos metros restantes.

No obstante, y nuevamente, están a merced del terreno y la dureza que se encuentren. Si es roca muy dura, –mala señal– van a recurrir a microvoladuras con explosivos, labor de la que se encargaría la Guardia Civil. Si la tierra es blanda, el peligro es de derrumbe, y por eso apuntalan cada pocos centímetros con vigas de madera.

Las claves de la fase final

Junto a los ocho expertos mineros, en la fase final del rescate, que conforman un total de 26 efectivos, se encuentra, como indicamos, la Guardia Civil y también miembros del Consorcio Provincial de Bomberos.

Si los minero, tras excavar la mitad del recorrido e introducir la cámara remota verifican que el pequeño se encuentra en el lugar y está vivo, ellos mismos podrían evacuarlo rápido.

Si hay complicaciones, será el turno de los guardias civiles de montaña. Expertos en espeleología, están entrenados para sacar a gente atrapada de sitios imposibles. Pero además, es muy importante su labor de policía judicial. Por eso deben fotografiar o filmar la posición del niño, algo muy importante para reconstruir cómo cayó. Además, recogerán los vestigios que haya y vean alrededor. Tres guardias especializados en ello harán la inspección ocular.

En el momento en el que Julen sea localizado, el juez, el secretario y el forense serán llevados al pozo en el helicóptero. Después, subirán al pequeño. Si Julen está herido, el helicóptero se utilizará para evacuarlo. Si no hubiera sobrevivido, allí en superficie se harán las primeras comprobaciones forenses que la autopsia tendrá que ratificar posteriormente.

No obstante, en Totalán todos se aferran a esa última esperanza; a esa luz de los mineros que, en la oscuridad del túnel, iluminan el rescate. A ello se abrazan también los padres Julen, que en una vigilia celebrada en la localidad han podido sentir el calor de todos.