Sonia Vivas, concejala de Familia en Palma de Mallorca: "La violencia está dentro de los hogares"

  • El número de denuncias por malos tratos ha descendido un 40% pero se prevé que muchos casos afloren cuando se levante el confinamiento

  • "El feminicidio se produce cuando el hombre se da cuenta de que va a perder algo que cree que posee"

Sonia Vivas Rivera es concejala de Justicia Social, Familia, Feminismo y LGTBI en el Ayuntamiento de Palma de Mallorca. Antes prestó servicio durante 14 años en la Policía Local, donde fundó la Unidad de Delitos de Odio. También pasó un tiempo en Colombia durante el proceso de paz. Cuenta con casi 70.000 seguidores en las redes sociales.

Catalana, de 41 años es pedagoga, educadora social y autora del libro “Vivas nos queremos: Manual de autodefensa feminista”. Una obra en la que relata algunas de sus experiencias con mujeres que han sufrido la violencia de género.

“He sido para muchas de las víctimas que se atrevían a denunciar el hombro en el que llorar. El receptáculo de un dolor hondo, ronco e inconmesurable; la amiga desconocida a la que contarle todo el periplo por el que estaban pasando. He sido, a sabiendas y sin saberlo, la primera en escuchar lo que no habían contado nunca, la testigo de una verdad que se les escapaba de entre los labios sollozantes y llenos de razones para haber estado calladas durante tanto tiempo”, cuenta en el prólogo.

Por eso se ha convertido en una ferviente luchadora contra esta lacra social, que ha acabado con la vida de 18 mujeres en lo que va de año, dos de ellas durante el estado de alarma. “Las víctimas están en casa, atrapadas con sus agresores y el número de denuncias por malos tratos ha descendido un 40% . Pero se prevé que muchos casos afloren cuando se levante el confinamiento”, asegura.

18 mujeres han sido asesinadas por sus parejas en lo que va de año, dos de ellas durante el estado de alarma

Este martes ha anunciado “medidas económicas históricas" en la capital balear para ayudar a las mujeres que decidan dar el paso y a sus hijos: recibirán prestaciones económicas para hacer frente a los pagos de la vivienda, alimentación, educación, higiene o transporte y les ayudarán a conciliar su vida laboral. Calculan que podrían ser unas 700 personas.

Encerradas con el enemigo

Pregunta: ¿Cómo viven el confinamiento las víctimas de violencia de género?

Respuesta: Muchas están encerradas con el enemigo, poco sabemos de ellas. Nosotros seguimos trabajando para asistir a las que ya atendemos y hacemos un seguimiento permanente. No hemos parado ni un momento.

Sin embargo hay muchas mujeres que están sufriendo en silencio y no acuden a denunciar. Si antes les costaba tomar la decisión, ahora se lo piensan más. Soportan continuos episodios de violencia.

Sí están llamando más al teléfono 016 para preguntar qué salidas tienen. Lo que entendemos es que la violencia está dentro de los hogares. Las dos primeras semanas de confinamiento ya hubo una subida de un 18’2% en el número de llamadas para pedir información y las otras dos siguientes semanas estas demandas se incrementaron en un 50%.

¿En qué se traduce esto? Pues que probablemente cuando pase el estado de alarma va a haber un repunte en el número de denuncias y los servicios sociales pueden verse colapsados. Va a haber más mujeres que necesiten ser acogidas en centros de protección, por lo que habrá que ampliar la red asistencial.

No podemos pedirlas que denuncien si luego no actuamos en consonancia . Hay que prestarles ayuda para salir adelante hasta que puedan ser autónomas y más despues de un estado de alarma, de una pandemia, con una crisis económica grave y en muchos casos con hijos o familiares a su cargo.

P: ¿El confinamiento es un buen caldo de cultivo para los agresores, les permite actuar con mayor impunidad?

R: Lamentablemente ahora es el momento perfecto para ellos porque sienten que tienen todo el poder y que las pueden controlar, saben cuál es su situación de vulnerabilidad. Están todo el día en casa y los malos tratos son continuos. El agresor lo primero que hace es aislarlas y comerles la moral.

Si antes les costaba tomar la decisión, ahora se lo piensan más. Soportan continuos episodios de violencia

Las víctimas están muy poco empoderadas. Los malos tratos no solo son físicos, que a veces parece que tienen que venir con un ojo morado. También son los gritos, los insultos, los empujones, romper cosas, amenazar. El hecho de decir “rompo esto por no estampártelo en la cabeza”, eso ya es violencia, supone una intimidación y un abuso.

Ellas acaban muy dañadas, sin autoestima y necesitan recuperación psicológica. Lo tienen muy interiorizado. Vivimos en una sociedad patriarcal donde esta violencia se normaliza o se hacen chistes machistas. Ahora estas mujeres piensan, si no se puede salir a la calle ¿cómo voy a ir a denunciar?. Se ven sin escapatoria, no se atreven. Todo es incertidumbre. La situación es muy delicada.

Contraseñas para pedir ayuda

P: Algunas instituciones y asociaciones han creado una especie de contraseñas para que las mujeres que se sientan amenazadas puedan pedir ayuda en establecimientos comerciales o en las farmacias diciendo sólo estas palabras. Por ejemplo ‘Mascarilla-19’, una campaña que se ha puesto en marcha en Canarias. ¿Qué resultados están teniendo?

R: Mascarillas-19 fue una idea estupenda de Kika Fumero, la Directora del Instituto Canario de Igualdad, que ya se ha hecho extensible a todas las farmacias. En otros territorios también se han implantado otras medidas de este tipo y están funcionando bien.

Parece que la mujer sólo puede salir para ir a hacer la compra o a la farmacia y ahí pueden encontrar esa especie de excusa que necesitan para huir del agresor. Sólo tiene que decir esas palabras para que discretamente y sin pedirle explicaciones, esa persona llame a pedir ayuda al 112 y lo ponga en conocimiento de las Fuerzas y Cuerpos de la Autoridad.

Los menores como víctimas

P: En el caso de las parejas que tienen hijos, estos días también están en casa ¿Eso agrava más la situación?

Los agresores se esconden de puertas hacia fuera, intentan dar otra impresión. Pero en el día a día no se cortan delante de los hijos. Los menores viven en un entorno de violencia, la presencian o la padecen.

Los niños realmente no entienden lo que pasa. Para estos menores sus padres son sus figuras de referencia. Las madres suelen tolerar esa violencia para no hacerles más daño, hacen como si no fuera importante. Es un mecanismo de defensa con el que pretenden protegerles.

Luego si estas parejas se separan, los agresores suelen manipular a los menores, les hablan mal de sus madres, los utilizan para hacerles daño a ellas y amenazan con quitárselos. Los niños también son víctimas de esta violencia y es nuestra obligación protegerles.

Por otro lado hay que hablar de los menores que son víctimas de agresiones sexuales, son quienes más la padecen. Las violaciones suelen darse en el ámbito familiar y cuesta mucho detectarlas, sobretodo ahora que no van al colegio o al instituto, que es donde suele descubrirse.

P:¿Qué se prevé que pueda pasar cuando se levante el confinamiento?

R: El riesgo se eleva cuando la víctima le dice a su agresor que va a dejarle o le denuncia. Si ella consigue hacerse fuerte, si cuenta con la ayuda su familia, una amiga o una vecina ahí es cuando él intenta agredirla o la asesina.

Un hombre no mata de un día para otro, antes esa mujer ha sufrido paliza tras paliza. El feminicidio siempre produce cuando la mujer toma una decisión firme, cuando el hombre se da cuenta de que va a perder algo que él cree que posee. Por eso ahora debemos estar atentos y contar con lugares para albergar a estas mujeres y a sus hijos.

Los hijos de las víctimas viven en un entorno de violencia, la presencian o la padecen.

La situación se va a hacer insostenible porque las víctimas han estado más de un mes sometidas a muchísima presión. Muchas van a tomar la decisión de denunciar. Las estadísticas reflejan que durante los fines de semana, en periodos festivos o en verano las parejas pasan más horas de convivencia y los agresores ejercen más violencia. Ahora es imposible hacer un balance de lo que está ocurriendo pero en verano ya tuvimos una alerta negra debido a un incremento de la violencia machista en todo el mundo.

Las mujeres siempre son las últimas y los cuidados de los demás recaen sobre ellas. Muchas dejan de lado su vida laboral para dedicarse a la crianza de sus hijos. Después de tanto sufrir, denunciar a su agresor, ponerse en pie y volver a empezar de cero es muy difícil. En Palma, cuando estalló la crisis económica del 2008 las demandas del centro de acogida y de servicios para la atención de mujeres víctimas de malos tratos se multiplicaron en un 228%.

Al decretar el estado de alarma, nosotros ya hicimos un primer movimiento para reforzar los servicios sociales, adelantándonos a lo que podía ocurrir. Habíamos cogido un paquete de otras partidas como las destinadas a las fiestas y habíamos aumentado con casi 300. 000 euros el presupuesto dedicado a la atención de estas víctimas.

Estamos buscando plazas en albergues y en hoteles para ampliar las que ya tenemos disponibles. Pero hay que tener en cuenta que Mallorca vive del turismo y ahora todo está cerrado. Nos adentramos en una crisis económica grave y vamos a tener que reinventarnos.

Va a haber un antes y un después. Esto ha cambiado muchas cosas y en parte ha sido un retroceso. Pero algo bueno tendremos que sacar de esta pandemia. Han sido enormes las muestras de unión y de solidaridad. Debemos partir de ahí y pensar en lo que está por venir, remar todos juntos en la misma dirección para empezar una nueva etapa en la vida.