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Federico J. González Tejera, el CEO cuya historia es un caso de éxito: "Ante la duda de trabajar fuera, márchate"

Federico J. González Tejera, CEO de Radisson Hotel Group.. Javier Salas
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¿Te gustaría vivir fuera de España? ¿Has recibido una oferta de trabajo en el extranjero pero no terminas de decidirte? Federico J. González Tejera, experto en transformación en multinacionales como Disney, NH Hoteles y, actualmente, en Radisson Hotel Group, comparte en la reedición de su libro 'Vivir y trabajar en el extranjero. Manual de supervivencia' (Planeta, 2025) toda su experiencia vital desde los años 90 viviendo fuera de España. En esta reedición, además, añade la de trabajar en China, un país donde hacer negocios no es tan fácil como parece. Su carrera profesional le ha llevado a vivir y trabajar en países tan diversos como Suecia, Portugal o Francia, y siempre lo ha hecho con su familia, su mujer Begoña y sus tres hijos, pilares fundamentales para que "sobrevivir" en lugares culturalmente opuestos.

Federico J. González Tejera, que ahora es el CEO de Radisson Hotel Group y Miembro del Consejo de Administración de Louvre Hotels Group, cuenta en una entrevista a la web de Informativos cómo ha sido su experiencia trabajando fuera todos estos años y cuáles son sus mejores consejos para aquellos que están pensando dar el paso.

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Pregunta: ¿Cuándo te marchaste de España y en qué países has vivido?

Respuesta: Me fui de España en el 95, viví en Bélgica dos años y medio, luego en Suecia dos años y medio, luego en Portugal cinco años, después en París, ocho; entonces, volví a España tres, como casi seis meses en EE.UU., y luego a Bélgica otra vez. Ahora estoy entre Bélgica, París, Madrid, como base, pero yendo mucho a China y a la India. 

P: Pensaba que habías vivido en China…

R: No, he pasado periodos largos y llevo trabajando con China desde el año 2018, pero siempre hablo más de la parte profesional. No me he atrevido a mudarme a China. 

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P: De todos estos lugares, ¿cuál consideras tu hogar? 

R: Es curioso lo que dices, o sea yo ahora en este momento te diría que mi hogar es Madrid, pero mi hogar ha sido siempre donde nos hemos ido a vivir. Yo creo que una de las cosas es cuando te vas es que tienes la sensación de que te vas a un sitio que no es el tuyo, o sea que dejas tu hogar y te vas, pero yo creo que una de las claves para sobrevivir y para vivir bien, en ese periodo, es precisamente recrear tu hogar. Al final tienes una experiencia que yo comento en el libro, pero que es una sensación muy rara cuando vienes a Madrid y luego te vuelves a Bruselas a casa, cuando antes tu casa era Madrid, pero te vas a vivir a Bruselas y, de repente, casa se convierte en Bruselas. Por eso digo que el hogar te lo llevas contigo y lo recreas. 

P: ¿No crees que parte del éxito ha sido que tu familia - tu mujer y tus hijos- te hayan acompañado?

R: Sí, por supuesto, es fundamental. Yo siempre le digo a la gente de mi empresa, cuando se van a ir fuera a trabajar, que esto funciona siempre y cuando llegues a casa y todo funcione. Si hay un día que llegas a casa y tu pareja te dice que está harta, pues, definitivamente, se ha acabado. O se acaba la pareja o se acaban las expatriaciones. Si tienes la suerte de que sea un viaje, un viaje de familia, como yo la tuve, porque Begoña y yo nos apuntamos juntos a la aventura, pues es fantástico. El estar fuera, sin familia, sin apoyo, sin cosas y con muchos más cambios, lógicamente, exige mucha más atención o mucho más esfuerzo personal que si hubiera estado siempre en España, en el mismo sitio, en el mismo colegio, en el mismo barrio. Sin ese apoyo o sin esa comunión de la familia entera, es una experiencia más complicada. 

P: Tus hijos ya son mayores, pero ellos te han acompañado desde bien pequeños en cada uno de sus cambios. ¿Cómo les ha afectado?

R: Yo creo que una vez que has tenido la experiencia internacional suele pasar que los hijos que han vivido experiencias de ese estilo vayan a uno de los dos extremos. Uno que diga, “yo ya he vivido todo esto, ya no me hace falta volver a vivirlo" y otro que pueda decir, “oye, a mí me ha encantado este tipo de vida y yo quiero seguir en ese tipo de vida”. En ese sentido, cada uno de mis tres hijos ha tomado tu propio camino: una de ellas, trabaja en París para una compañía francesa, en cambio la segunda vive en Madrid y, posiblemente, se quedará siempre en Madrid porque le encanta; y luego, el tercero, que está viviendo en Barcelona todavía no se ha decidido muy bien. 

P: Claro, tú les has sembrado la semilla del viaje…

R: Sí, es como un virus. Creo que, efectivamente, cuando vas cambiando de un país a otro, al final despiertas la curiosidad por necesidad, porque cuando te vas cambiando de colegio despiertas una curiosidad por propio interés de intentar entender, de intentar adaptarte, de intentar saber cómo es ese país, ese idioma y, entonces, despiertas en ti capacidades y un nivel de curiosidad que necesitas mantener. 

"Si tú te has educado en un solo colegio con los mismos compañeros pues el mundo es uno, no hay mucha diversidad. De esta manera puedes descubrir que el mundo es diverso"

P: Hay psicólogos y educadores que no recomiendan los cambios de escuela, sin embargo, tu experiencia de vida demuestra que no siempre puede salir mal. De hecho, hablas de los beneficios que puede tener en el libro.

R: Yo me eduqué en España, siempre en Madrid, y, lógicamente, no cambié de colegio nunca. En aquella época ya era un trauma cambiar de la clase A a la B. Ese, sin duda, es un extremo. Cambiar muy habitualmente también es duro y igual no es bueno, pero yo creo que ese tipo de cambios son, precisamente, los que los que te hacen ver que el mundo es diverso y que tienes que ser tolerante, que no hay sólo una única solución, que no hay sólo un mundo, que hay muchos y que las soluciones en uno y otro son diferentes. Si tú te has educado en un solo colegio con los mismos compañeros pues el mundo es uno, no hay mucha diversidad. De esta manera puedes descubrir que el mundo es diverso. Si tienes la posibilidad de vivirlo, puedes ver que la diversidad existe, y eso te hace ser más tolerante porque percibes mejor la diferencia que existe. 

P: El primer viaje que hacéis, es decir, el primer traslado es a Bruselas. ¿Cómo tomáis esa primera decisión? ¿Os cuenta mucho, verdad? 

R: Sí, el primero es el que más os cuesta. Cuando nosotros nos fuimos a Bruselas, nos íbamos con una idea mental de iremos uno o dos años y nos volvemos. Entonces, no salimos con la misión de vivir fuera. Eso ayudó a que el nivel de angustia bajara. Lo que no sabíamos es que eso iba a durar 20 años. Si lo hubiéramos sabido, lo hubiéramos vivido con más angustia, claro. 

P: ¿Cómo es ese trabajo previo antes de irse? ¿Qué se debe hacer antes de marcharse? 

R: Lo que he hecho siempre y recomiendo es, antes de aceptar o de irte, tienes que ir y ver el sitio. Ver cómo son los posibles colegios, ver cómo es donde viven gente como tú o qué tipo de entornos existen, cómo es la ciudad, cómo es la gente… También me ha ido muy bien, ir antes y hablar con la persona española que está en la Cámara de Comercio, con la persona que está en la Embajada, el cónsul o el embajador, es decir, alguien que te ayude, desde el punto de vista cultural o de su propia experiencia, y te cuente cómo es vivir en ese lugar. Además, es bueno contactar con algún otro español que esté viviendo allí o que haya vivido allí un tiempo porque eso te permite ver, entender las cosas desde la óptica española de alguien que ya ha estado allí. Ese es el objetivo del libro, compartir con la gente antes de que vayan, todo lo que puede significar el cambio. 

P: Muchas veces te recomiendan, si, por ejemplo, vas a aprender el idioma, no interactuar demasiado con españoles -o con las personas que hablen tu mismo idioma-. Pero tú hablas de crear tu propia comunidad.  

R: Sí, yo creo que las dos cosas no son incompatibles. A mí me parece muy razonable, tú culturalmente tienes una afinidad, pues entre los españoles te relajas, yo siempre me relajo más. A nivel idioma, a nivel cultural, a nivel de chascarrillos…compartes un espacio cultural en el que la socialización es muy natural. Lo cual no quiere decir que luego, según llegas al destino, puedes tener la oportunidad, bien por el colegio, bien profesional o bien de algún tipo, de crear relaciones en el propio país. Pero entrar o empezar con ese nivel de apoyo siempre ayuda a sentirte un poquito más en casa, a tener un poquito más de sensación de estabilidad o menos ruptura. 

P: Europa puede parecer que es un continente muy fácil, más cercano, pero cada país tiene sus reglas, valores, cultura… ¿Cómo os empapáis antes de ir a cada uno de ellos y cuál es el que para ti supuso un gran reto? 

R: Cada país ha tenido su complejidad diversa. Bélgica, por ejemplo, al ser la primera expatriación, pues fue el primer gran shock. Suecia fue un shock porque realmente la cultura sueca y la nuestra son muy diferentes, y fue, de hecho, lo que me llevó a escribir mi primer libro ‘¿Cómo “hacerse el sueco” en los negocios con éxito?”. Porque tienes que entender muy bien lo que hacen y por qué lo hacen, cómo son y cómo piensan, que es muy diferente a cómo lo hacemos los españoles. Eso fue lo más chocante. Debo decir también que cuando fuimos de Suecia a París, estábamos casi entrenados en la diversidad y el francés nos pareció mucho más cercano al español. La cultura francesa nos pareció menos chocante. En Portugal, curiosamente, sí lo fue desde el punto de vista que son dos países que parecen muy similares, pero dentro son muy diferentes. Así como en Suecia la diferencia es obvia, en Portugal la diferencia es mucho más sutil, lo cual hace que el nivel de error sea el mismo casi. 

"Lo más importante es atreverse, marcharse y saber que la aventura casi siempre es positiva y que te va a hacer crecer"

P: Sobre las costumbres de España, sobre todo las laborales, que es de lo que más hablas en el libro como la puntualidad, el tema de las negociaciones, el tiempo de la jornada.. ¿Cómo fue adaptarse a todo esto?

R: Hay cosas a las que te adaptas rápido porque lo ves muy obvio, como la jornada laboral o cómo son los ritmos de trabajo. Lo que yo creo que te lleva más tiempo es entender la parte más soft. Las reuniones, efectivamente, son normalmente más organizadas, aunque España ha evolucionado mucho, pero hay más organización y más disciplina. Pero yo creo que, sobre todo, en España hay más frescura a la hora de comunicarnos. Por ejemplo, alguien puede entrar en tu despacho un día y decirte que tiene una idea que quiere comentar, pero eso en Suecia es impensable. Tú vas a entrar en el despacho y te dirán que mejor mañana a tal hora, y puedes pensar que no te han considerado, pero no es así. Ese tipo de cosas pueden llevarte a una confusión. 

P: ¿Qué consejos darías a una familia que se va a trasladar a otra ciudad, que quiere probar de vivir y trabajar fuera? ¿Qué es para ti esencial? 

R: Primero, atreverte, es decir, saber que el hecho ya de irte es bueno. Y el hecho de tener una experiencia nueva siempre es bueno. Puede ser más o menos dolorosa, puede ser más o menos complicada, pero el hecho de salir del molde donde hemos sido todos educados, va a enriquecerte en términos de aceptación de la diversidad, de tolerancia y de valorar también lo que tienes y con lo que te has educado. Ante la duda, márchate, experimenta y aprende. Si no funciona, te vuelves. Si no estás contento, vuelve. Lo más importante es atreverse, marcharse y saber que la aventura casi siempre es positiva y que te va a hacer crecer. 

P: Y ante los primeros problemas, ¿resiliencia? 

R: Bueno, yo digo en el libro que es pedir ayuda. Yo creo que muchas veces, una de las cosas que el ser humano sabe hacer peor es pedir ayuda. Normalmente antes te quejas que pides ayuda. Para pedir ayuda hay que ser humilde. Si estás en tu ciudad, en tu entorno, lo dominas todo, pero salir de esa capa de confort e irte a un sitio donde te sientes más pequeño, te hace crecer, ser más humilde para pedir ayuda y para intentar solucionar los problemas.