El caso Alcàsser, 33 años después: el criminólogo Félix Ríos explica las pruebas forenses que autorizó la jueza y siguen pendientes
El criminólogo Félix Ríos detalla las pruebas forenses del caso Alcàsser que aún esperan resultados en los laboratorios
La evidencia hallada en un vehículo del caso Alcàsser
33 años después de que Miriam García, Toñi Gómez y Desirée Hernández fueran secuestradas, violadas y asesinadas, el caso Alcàsser sigue en la memoria colectiva. Las niñas desaparecieron el 13 de noviembre de 1992, cuando hacían autostop para ir a una discoteca de Picassent, y sus cuerpos fueron hallados 14 días después en el cercano paraje de La Romana. El crimen conmocionó a toda una generación y se convirtió en un símbolo del dolor de las familias y de la exposición mediática de los hechos.
En 1997, el único condenado, Miguel Ricart, fue sentenciado a 170 años de prisión como coautor del triple asesinato, aunque luego obtuvo la libertad en 2013. Su cómplice, Antonio Anglés, logró escapar tras el crimen y continúa oficialmente en paradero desconocido. Desde entonces, se han sucedido teorías, documentales y controversias, mientras algunos expertos han revisado las pruebas para arrojar luz definitiva sobre lo ocurrido.
El criminólogo y perito judicial Félix Ríos, cuya asociación forense ejerce una de las acusaciones, lleva casi cuatro años impulsando diligencias para actualizar el estudio científico del caso. Su equipo propuso al Juzgado nº 6 de Alzira una batería de pruebas forenses que nunca llegaron a realizarse en los años noventa y a las que la jueza dio luz verde en la actualidad. Ahora, el experto analiza en la web de 'Informativos Telecinco' la actualización de todas esas pruebas.
La primera novedad a nivel forense del caso Alcàsser en 30 años
La primera novedad a nivel forense del caso Alcàsser en 30 años llegó de la mano de Félix Ríos y su equipo hace tres años. Tras analizar toda la documentación, sugirieron a la Guardia Civil la reinspección ocular de los dos vehículos relacionados con el caso y, los especialistas de la benemérita, consiguieron detectar "una reacción", una mancha de sangre, en el asiento trasero que ocupó una de las víctimas, lo que coincidía con la declaración que hizo en su día Miguel Ricart, en la que señaló que Antonio Anglés, desde el asiento del acompañante, golpeó en la mandíbula a una de las chicas con una pistola y que la joven sangró un poco.
Por ahora, el material genético recuperado no fue suficiente para una identificación concluyente, pero constituye el primer avance forense real en tres décadas. Valida parcialmente la versión judicial de los hechos y aporta una prueba forense inédita que conecta directamente los vehículos con las víctimas.
Esta es la única prueba que ya se ha terminado. No obstante, hay muchas otras que siguen pendientes de resolverse en los laboratorios oficiales del INT y la Guardia Civil.
Los análisis de muestras de pelo pendientes de resolverse
Según explica Félix Ríos, actualmente, en los laboratorios, están pendientes de analizar "recortes” de la tapicería de los coches, análisis que aún no han llegado, y pelos que se encontraron en los vehículos con el objetivo de saber si pudieran corresponderse o no a las niñas.
Posteriormente, en relación con la fosa de La Romana y el colchón que se encontró dentro, hay una serie de pelos y de fragmentos de pelo de los que tampoco se analizó el ADN en su momento y se ha pedido que se haga ahora. También, vinculados a la fosa de La Romana y a la caseta de Alborache (una guarida de Antonio Anglés), hay dos guantes, uno apareció en cada escenario. Dentro de dichos guantes se hallaron siete pelos en total pero nunca fueron analizados para ver si había algún tipo de correspondencia con los investigados, por lo que también el equipo de Ríos solicitó esta prueba.
El criminólogo relata otras pruebas solicitadas: "Durante las autopsias que se realizaron en su momento a las víctimas, se extrajeron pelos sin raíz del cuerpo y la ropa que llevaban. Algunos se analizaron en Santiago de Compostela, pero otros no llegaron a examinarse, por lo que también lo pedimos hace unos años".
La importancia del ADN mitocondrial en las pruebas
Félix Ríos destaca que hubo fragmentos de pelo que quedaron "destruidos" tras estudiarse en los noventa. Sin embargo, estos pelos que están pendientes de analizar se han conservado bien y hay una alta probabilidad de que puedan arrojar resultados, al contarse en la actualidad con tecnología genética que no estaba disponible en aquella época. "Imaginemos que sobre el cuerpo de una víctima -en un pelo analizado- aparece ADN de Miguel Ricart. Pues sería la primera vez, aunque Ricart esté condenado, que hay una prueba forense que lo vincula con una de las víctimas. Y lo mismo ocurriría con Antonio Anglés", detalla el experto.
Tampoco se descarta que pudiera encontrarse ADN producto de contaminación involuntaria (de un médico forense, un profesional, un agente, etc.; y también, si se hallara ADN de un desconocido, podría cruzarse con alguna base de datos actual y comprobar si se trata de una persona fichada, o anónima pero relacionada con otros casos). "Cuando tengamos el resultado del ADN, si es que se consigue revelar algo, habrá que interpretar indicio a indicio dicho resultado, según donde se haya encontrado (escenario, ropa, cuerpos, etc.)", apunta Ríos.
“También algo que se ha hecho después de muchos años es pedir una muestra a los familiares de las tres víctimas para que aportaran ADN mitocondrial. El análisis del ADN mitocondrial ahora es mucho más avanzado. Para que lo entendamos. Imaginemos que el ADN mitocondrial es un libro. Antiguamente podíamos saber el título del libro. Pero ahora podemos ir a cada una de las 200 páginas de ese libro y sacar una letra de una palabra en una página. Es mucho mayor el nivel de sensibilidad de las pruebas. Esto permitirá saber si los perfiles de ADNm extra, encontrados en su día, corresponden a las propias víctimas o a terceras personas.", subraya el experto.
Las raspaduras en la caseta de La Romana
Además de las pruebas de los pelos, hay otras que también hay que mencionar, como unas raspaduras que se realizaron sobre manchas aparentemente de sangre en la caseta de La Romana. Este punto es de especial interés.
"Aquí, en el pasado, no se buscó nada genético, ya que no se realizaban esos estudios. Por ahora no hay pruebas que vinculen directamente el crimen a lo que es la caseta de la Romana. En las fosas sí, pero no en la caseta", explica Félix Ríos. “Imaginemos que apareciera el ADN de una de las víctimas en alguna de esas manchas. Pues ya estaría certificado que fue allí donde ocurrió todo", agrega el experto. Además, también se podría situar físicamente a los autores en el lugar de los hechos y reforzar una posible acusación.
El criminólogo subraya que tanto él como miembros de su equipo están convencidos de que las atrocidades que se cometieron ocurrieron muy posiblemente en La Romana y que además fue allí donde enterraron sus cuerpos. Varios expertos en antropología forense descartaron la existencia de indicios sobre un segundo enterramiento. Es decir, que no hay evidencias de que depositaran allí sus cuerpos tras haberlas enterrado anteriormente en otro lugar.
El ADN de Antonio Anglés y los cuerpos sin identificar en Irlanda
Otra de las líneas de trabajo del equipo de Félix Ríos es también la búsqueda internacional de Antonio Anglés, cuyo perfil genético se conserva gracias a una muestra indubitada de semen hallada en su guarida de Alborache. Según explica el criminólogo, "a lo largo de estos años han ido apareciendo cadáveres en las costas de Reino Unido y de Irlanda", en el trayecto que coincide con la fuga de Antonio Anglés (el 18 de marzo de 1993 se lanzó al mar con un bote desde el 'City of Plymouth', un barco que tenía como destino Dublín y al cual pudo acceder en Portugal como polizón).
El experto comenta que el Grupo de Fugitivos ha solicitado a las autoridades irlandesas el poder cotejar el ADN de Anglés con el de esos cadáveres que han ido apareciendo y, además, se ha enviado el código genético del prófugo para que los agentes lo introduzcan en su base de datos. Irlanda no forma parte del Convenio de Prüm, que automatiza el intercambio de datos genéticos entre países europeos.
"Ellos tienen cadáveres con ADN que no saben a quién pertenece o cuerpos de los que no han extraído el ADN. Entonces, lo que están haciendo ahora es cotejar el ADN de esos cuerpos con la muestra de Anglés para verificar si puede ser él en algún caso. Sé que se han ordenado incluso exhumaciones", comenta Félix Ríos, que indica que, por ejemplo, la policía irlandesa les informó directamente sobre el hallazgo de un cráneo en la zona y se confirmó que se trataba de una persona que no era europea. Ríos insiste en que, aunque se tenga la creencia de que lo más probable es que Anglés muriera durante la huida, no puede darse por fallecido sin evidencia forense directa: "Mientras no aparezca vivo o muerto, el procedimiento no tiene por qué pararse si hay evidencias de que hay cosas que se pueden hacer a nivel judicial". Por eso las familias de las víctimas han pedido expresamente al juzgado que no lo declaren fallecido, manteniendo vivo el procedimiento judicial.
Lo más probable es que más del 90% de la sentencia coincida con la realidad
El criminólogo explica que, tras estudiar todo el expediente, creen que lo más probable es que más del 90% de lo recogido en la sentencia coincida con la realidad: Miguel Ricart y Antonio Anglés fueron los autores del crimen. Sin embargo, aclara que la sentencia no menciona en ningún momento que Anglés haya muerto y que deja un pequeño margen abierto al hablar de la posible presencia de entre tres y cinco personas más, derivado de esos perfiles genéticos sin identificar, encontrados en algunos fragmentos de pelos hallados entre la ropa y los cuerpos de las víctimas.
Según Ríos, ese margen posiblemente no apuntaría a otros implicados, sino a las propias víctimas. Como ya explicamos, en los años noventa no se cotejó el ADN indubitado de las tres niñas con los restos hallados, y algunos perfiles genéticos no se pudieron identificar. “Con una alta probabilidad pensamos que van a corresponder a las víctimas”, precisa el criminólogo.
El experto, que sigue pendiente de otras pruebas que no se han mencionado, como una moqueta que podría revelar también indicios, también recuerda las reticencias iniciales con las que se toparon al reactivar el caso después de tres décadas sin movimiento: “Cuando apareces de repente tras 30 años, con informes y solicitud de pruebas que nadie había hecho, es normal que las demás acusaciones se mostraran a la defensiva. Nos costó mucho generar confianza y avanzar con seguridad y objetividad”. Ahora, Ríos confía en que los resultados de las nuevas pruebas puedan conocerse pronto y ayuden a esclarecer definitivamente uno de los crímenes más impactantes de la historia reciente de España.