De Valencia al Kremlin: la colosal mesa elegida por Putin para reunirse con Macron se fabricó en Alcàsser

  • La mesa formó parte de un encargo del Kremlin para amueblar la zona presidencial

  • Para su fabricación se utilizó una madera de haya de los Alpes de árboles nacidos y crecidos a la sombra

  • La empresa valenciana amuebló también la casa oficial de recepciones del Gobierno ruso

"Hasta que no la vi cargar embalada, no descansé. No te imaginas el sufrimiento que fue esa mesa para mí", así recuerda Vicente, un conocido fabricante de muebles valenciano, el momento en el que salió de su fábrica de Alcàsser (Valencia) la gigantesca mesa en la que esta semana Vladimir Putin y Emmanuel Macron se reunieron durante cinco horas en Moscú para tratar de rebajar tensiones y evitar un conflicto armado entre Rusia y Ucrania.

Una mesa que se convirtió en protagonista de la reunión. Objeto de numerosos análisis políticos sobre el mensaje que quería lanzar el presidente ruso al mundo -The Guardian habló de demostración de poder-, y también carne de miles de memes por lo desproporcionado de su tamaño para una reunión de tan solo dos personas.

Al final el motivo fue otro. El Kremlin eligió esa mesa de seis metros de largo para mantener la distancia social entre los dos dirigentes después de que Macron se negara a realizarse una PCR en Rusia.

"Tenías que seguir estrictamente sus instrucciones"

Ajeno a estas especulaciones, nada más verla en periódicos y televisiones, Vicente la reconoció. Es una de las numerosas mesas y muebles que fabricó en sus talleres con dirección al Kremlin en la primera década de este siglo. "Hicimos muchas cosas para ellos. Es un orgullo, pero era una responsabilidad muy grande, no se podían cometer fallos y tenías que seguir estrictamente sus instrucciones", asegura.

Un proyecto al que llegaron a través de un intermediario extranjero y que se selló en una visita de una delegación rusa a la Feria del Mueble de Valencia, para amueblar la zona presidencial del Kremlin.

Aunque no lo recuerda con exactitud, Vicente cree que el encargo llegó en 2005. En aquel momento Vladimir Putin ya ejercía como presidente de la Federación Rusa en su primer mandato.

A partir de ahí, el primer ministro ruso parece que quedó satisfecho con la calidad de los muebles y llegaron más encargos, como las mesas de todas reuniones del BRICS, una asociación económica-comercial, nacida en 2006, que agrupaba a las por entonces cinco economías emergentes más importantes del mundo: Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica.

Una época boyante, con tantos pedidos, que incluso tuvieron que recurrir a otras empresas amigas para hacer frente a la carga de trabajo. "Nosotros colaboramos en una ocasión aportando sofás, centros y pedestales", afirma Luis Miguel Moreno, propietario de Moblesa.

El último gran proyecto consistió en amueblar la casa oficial de recepciones del Gobierno ruso, un palacete del siglo XIX llamado Dom Morozova. "Llegó un momento, que mi hijo, que era el que acudía a revisar el montaje, ya paseaba por el Kremlin, uno de los lugares del mundo con más medidas de seguridad, como si estuviera en casa y hasta los guardias le saludaban".

Madera de haya de los Alpes y pan de oro italiano

Vicente recuerda cada uno de los detalles de la mesa en la que negociaron Putin y Macron. "Está elaborada principalmente con madera de haya del sur de los Alpes, en la frontera entre Francia e Italia, de árboles nacidos y crecidos a la sombra", afirma.

Una madera que él mismo seleccionó directamente en los Alpes por sus características especiales. "Además de tratarla con mucho cariño, al estar siempre en sombra, esa madera tiene el poro más pequeño y es mucho mejor para aplicarle un barniz especial que utilizábamos en estos encargos", explica.

Un detalle importante porque desde el Kremlin habían exigido que la mesa y muchos de los muebles fueran lacados en blanco, una técnica que hasta ese momento no habían utilizado.

Para decorarla y darle el toque final, muy del estilo ruso y de países árabes, utilizaron pan de oro, pero no uno cualquiera. "Lo trajimos expresamente del mejor fabricante de Italia para satisfacer sus exigencias".

Después de innumerables horas, con hasta tres operarios trabajando a la vez para lijarla, barnizarla y montarla, consiguieron terminarla y casi dos décadas después, sigue luciendo como el primer día y acogiendo trascendentales reuniones en el Kremlin. "¿Tú sabes lo que me ocurre a mí? Que yo la veo y sigo buscándole fallos y cómo la podríamos haber hecho mejor", confiesa entre risas Vicente.