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Gran Hermano

Raúl y Aroa dejan de ser amigos, ¿definitivamente?

Raúl no entiende y critica que Aroa discuta y al rato esté pidiendo perdón, prodigándose en abrazos. Para ella es una forma de no cargar más con ese peso e ir retirando “clavos”, como dice cierta historia.

Raúl discute con Aroa
Raúl discute con Aroa. telecinco.es

Analizar ‘realities’ es para el gato tan satisfactorio como formar parte de ellos para sus concursantes. El placer de ver frente al de ser visto.

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La relación entre Raúl y Aroa quedó ayer dañada, posiblemente de manera grave, no sé si definitiva. Ayer hablé del nuevo enemigo declarado de Aroa, que no era otro sino Raúl. En realidad, es una impresión que no tengo desde hace poco tiempo. Siempre me ha parecido Raúl un verso suelto, poco o nada dispuesto a ser gregario. Tampoco el carácter de Aroa le permite hacer grupo con otros estando todos en la misma posición. No es que ella aspire a ser líder, es que lo es en realidad. Raúl, como escribí también ayer, estuvo más unido al grupo de Aroa de manera estrictamente circunstancial, y cuando le ha venido bien se juntó con Edurne y Jonay. Ahora estos hacen trío con Patricia, por lo cual Raúl es más verso suelto que nunca.

Destacaba Raúl una característica en Aroa de manera crítica, aunque en mi opinión es algo positivo. Entiendo su queja porque Aroa se enemiste con una persona para poco rato después estar pidiendo perdón y prodigándose en abrazos. Se puede interpretar como producto de un carácter cambiante e inestable, pero la conclusión podría ser igualmente que es una persona comprensiva y hace esfuerzos por mantener sus relaciones con los demás. Hasta ahora lo había hecho con todos, incluso con Patricia, su némesis. También con Raúl, con quien a pesar de ser amigo ha discutido en ocasiones, sobre todo últimamente. El choque de ayer entre ambos y los reproches de Aroa porque no la defendiera ante Jonay pueden marcar un punto de inflexión, ya digo que no sé si definitivo.

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Aroa polemizando vestida de reno

Los clavos

No solo he visto en Aroa hacer lo posible por curar las heridas que dejan sus discusiones con otros concursantes. Patricia también lo ha hecho, aunque todos tenemos un límite. Esto me ha hecho recordar la historia de los clavos. Habla de un chico con muy mal carácter al que su padre le dio una bolsa de clavos y le dijo: “Cada vez que pierdas la paciencia, clava uno de estos clavos detrás de la puerta”. El primer día clavó 37 clavos. Durante los días que siguieron, a medida que aprendía a controlar su pronto, iba clavando cada vez menos. Poco a poco fue descubriendo que le resultaba más fácil dominar su carácter en determinados momentos que seguir clavando clavos tras la puerta.

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Pasado un tiempo, el chico de los clavos terminó controlando su carácter durante todo el día. Entonces su padre le sugirió que retirase un clavo cada día que lograse dominarse. Los días pasaron hasta que pudo anunciar que no le quedaban clavos por retirar. El padre se dirigió a la puerta de la mano de su hijo y allí le dijo: “Has trabajado duro, hijo mío. Pero mira esos hoyos en la madera: nunca más será la misma. Cada vez que pierdes la paciencia dejas cicatrices como las que aquí ves. Puedes insultar a alguien y retirar lo dicho, pero la cicatriz perdurará para siempre”.

Aunque Aroa “retire el clavo”, es decir, pida perdón y se funda en sentidos abrazos con quienes discute, la marca de ese “clavo” queda para siempre. Por eso puede esta concursante reconocer sus fallos, aprender, mejorar y hacer lo posible por reparar las relaciones con sus compañeros, pero todo depende de los otros. Es necesario que su oponente esté dispuesto a perdonar de verdad, sin enseñar sus heridas ni siquiera recordar las situaciones que pudieron producirlas. En cualquier caso, Aroa (igual que otros concursantes en ocasiones) han dado muestras de que puede equivocarse (clavar varios clavos), para después mejorar y reparar el error (quitarlos). Aunque no olvidemos que debe encontrar en la otra parte predisposición a permitir que complete ese proceso.

Patricia y Aroa discuten por un espejo del cuarto de baño

Me parece inteligente la postura de Aroa ante sus conflictos con los demás. Es una manera de no permitir que los problemas crezcan y se conviertan en una pesada carga. Hay un vídeo viral en el que se ve a un conferenciante poner un ejemplo gráfico sobre el manejo de la tensión utilizando un simple vaso de agua. Sujetándolo, pregunta al auditorio: “¿Cuánto creen que pesa este vaso de agua?”. Tras escuchar algunas respuestas cuenta que el peso depende del tiempo que se deba sostener el vaso. Lo explica así: “Si lo sostengo por un minuto, no pasa nada. Si lo sostengo durante una hora me empezará a doler el brazo. Si lo sostengo durante un día completo, tendrán que llamar a una ambulancia. Y es exactamente el mismo peso: pero cuanto más tiempo paso sosteniéndolo, más pesado se va volviendo”.

La interesante conclusión del conferencia es esta: “Si cargamos nuestros pesos todo el tiempo, más temprano que tarde no seremos capaces de continuar. La carga se irá volviendo cada vez más y más pesada. Lo que tienes que hacer es dejar el vaso en algún lugar y descansar un poco antes de sostenerlo nuevamente. Tienes que dejar la carga periódicamente”. Supongo que esto debe estar en el subconsciente de Aroa, si es que no lo piensa abiertamente. La manera de continuar de manera reconfortante es no mantener la carga mucho tiempo. Aunque a Raúl no le guste, bienvenido sea pedir perdón si esto le permite ir soltando lastre y dejar atrás algunas cargas.

Prefiero contar estas historias en lugar de hablar en detalle de las discusiones de ayer porque da un poco de vergüenza ajena. Motivos pocos y actitudes infantiles muchas. De la polémica por el espejo ni siquiera me enteré bien y es porque creo que faltan algunos episodios para reconstruir el relato, pero igualmente me pareció un sinsentido con escasísima importancia. Lo mismo lo que tuvo con Jonay y el remate de la supuesta ruptura con Raúl, aunque esta madrugada hicieron las paces, él dice que porque le obligó Quili, con quien Aroa está viviendo un final de edición muy especial. No sé si esta reconciliación entre Aroa y Raúl puede considerarse otro clavo retirado.

Decolorando y tiñendo el pelo a Raúl

Concursantes de Gran Hermano haciendo cosas de concursante de Gran Hermano

Hubo un cambio radical entre la mañana y la tarde de ayer. Discusiones de mañana y beauty session por la tarde, como dice Aroa. Los cambios de imagen unen a las personas, por lo que se pudo ver en la casa de Tres Cantos. Raúl terminó el día con el pelo rubio platino tirando a blanco, Cristian tiene un par de tonos más claro el suyo, Aroa se lo oscureció y se cortó el pelo por primera vez desde que era pequeña, Joon ahora es castaño, Edurne casi tan platino como Raúl y Patricia no sé bien. Evitaron cambiar Jonay, Quili y las peluqueras (Rocío y Desi). Dice la frase popular que en casa del herrero cuchillo de palo. Pues bien, podríamos decir que en la casa de las peluqueras huelga de tijeras.

Diría que para Aroa fue más importante el disgusto por el trabajo de las peluqueras que su discusión con Raúl, a quien consideraba su amigo. Desi la quiso tranquilizar explicándole que veía el pelo rojizo porque tenía que terminar de secarse. Por la noche estaba encantada con su nuevo aspecto y celebraba haberse animado al cambio. Lo de hacerse perrerías en el pelo es tan de Gran Hermano como las discusiones o que haya una prueba de hacer cinta, bicicleta o similar. La de esta semana les obliga a recorrer a lomos de unos renos (en realidad son elípticas) la distancia que separa la casa de Papa Noel en Laponia de Tres Cantos. Son unos cinco mil kilómetros aunque el mínimo que deben completar está escrito en un sobre. No llegar a tiempo o sin los disfraces bien puestos (unos van de Papá Noel y otros de reno) son fallos que les restan kilómetros. Ya se respira la navidad en la casa, aunque mucho más tarde que en los supermercados.

La prueba en la cabaña, antigua pajarera

Moleskine del gato

Edurne es paparazzo en sus horas libres. Ha contado que “a veces” ha grabado a novios de sus amigas con otras chicas y luego lo ha enseñado, lo cual le ha traído no pocos problemas. No se podía saber que era entrar en terreno pantanoso. Lo que más me sorprende es que no sea un caso aislado. “Me ha pasado más de una vez y es muy duro”, aclaraba. Una vez pase. Dos, si acaso. Pero ese “más de una vez” me hace pensar que son más de dos, y eso ya borda lo profesional. Hemos ganado una buena concursante de Gran Hermano, pero hemos perdido una fotógrafa de agencia seguramente cotizada.

Esta noche tenemos una fiesta en la que se hará el encendido de las luces navideñas. Preguntan por ahí por qué las luces si esto acaba en pocos días, pero todos los años sucede e igualmente la final es poco antes de comenzar la Navidad. Las luces durarán lo de siempre, no como esta edición. Además, habrá cinco expulsiones. Has leído bien, cinco. Una entre los tres nominados de esta semana y luego cuatro expulsiones fulminantes, y en este caso es fulminante de verdad. Los cuatro serán expulsados por parejas, no me pregunten cómo va eso porque hasta esta noche no lo sabré. Nos enteraremos todos juntos, como debe ser.

Ya adelanté antes que en el vídeo hoy cuento sin ambages quién (o quiénes) me gustaría que ganase (o ganasen) esta edición que hoy entra en su precipitada recta final. No digo quién debería ganar, ni quién pienso que lo hará. Solamente es mi opinión, más o menos explicada. Lo bueno de Gran Hermano es que la audiencia no tiene necesidad de justificar sus decisiones, que bien podrían responder al puro capricho personal. Pues así va a ser, más o menos.

GH20 - Moleskine 10
GH20 - Moleskine 10
[Todas las imágenes de este texto han sido capturadas por el autor]