Sobrevivimos a un vendaval de más de 100 km por hora en Groenlandia

Hilo Moreno 07/06/2016 15:12

Por fin estábamos todos juntos con el trineo avanzando a plena carga, demostrando la eficacia de navegar por turnos divididos en los dos equipos originales. De esa manera, cuando uno de los equipos duerme, el otro continúa su marcha y el trineo nunca deja de avanzar. Para mí, que soy nuevo en este transporte, resulta una maravilla amanecer al día siguiente sin haber movido ni un músculo, pero habiendo recorrido decenas de kilómetros.

Así, continuamos la marcha y, cuando amanecimos, comenzó nuestro turno. Un viento algo más alto de lo normal comenzaba a soplar dificultando la navegación, así que nos dedicamos a la puesta a punto del trineo cuando, de repente, arreció. Eran cerca de las nueve de la mañana e hicimos lo que corresponde en estas situaciones: reforzar las tiendas y anclar todo lo posible para que no se volase.

Este año me tocó hacer algo similar en el polo opuesto, en la Antártida, cuando se desencadenó una tormenta que alcanzó rachas de 140 Km/h. En ese caso, la tormenta fue anunciada por el meteorólogo de la base pero éste, unos meses después y muchos kilómetros más al norte, nos pilló de sorpresa. El viento siguió creciendo y las rachas superaron los 100 kilómetros hora, mientras nosotros no parábamos de trabajar para mantener todo a salvo.

Cuando no hubo más que hacer, nos refugiamos en la tienda situada en la locomotora del trineo (la parte delantera, donde se encuentra el tiro) y nos afanamos en sujetar, con nuestros cuerpos, el lateral de la tienda que sufría los embistes del vendaval. Así permanecimos unas horas, abrigados hasta los ojos y en constante alerta. Las rachas comenzaron a distanciarse y a suavizarse, signo de que la tormenta comenzaba a remitir. Unas horas más tarde, coincidiendo con el fin de nuestro turno, el viento cayó y pudimos tranquilizarnos.

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