Cuando el proyectista del complejo residencial se niega a sufragar el fallo de edificación, Enrique tratará de solucionar el conflicto por las buenas, siguiendo los trámites legales, o por las malas, aunque tenga que saltarse sus propios principios.
Entretanto, la elección del nuevo color de la pintura de los rellanos suscita una encendida polémica entre Fina y los vecinos. Al verse incapaz de imponer su criterio ante los demás, la huraña anciana inicia una dura campaña de represalias, que Fermín tratará de frenar poniendo en marcha un arriesgado plan.
Por otra parte, Amador, deseoso de recuperar a sus hijos, convence a Maite para que le ayude en su nuevo reto laboral: convertirse en empresario. Para ello, el Cuqui montará un negocio ambulante de perritos calientes en la caravana de Coque.