Entrevista a Rappel: "Le leí la mano a Pedro Sánchez y me dijo: 'Chico, ni que vivieras en mi casa'"

Uno de los videntes más famosos acaba de publicar sus memorias, 'El futuro ya es ayer', en las que hace un repaso de su historia
La web de Informativos Telecinco ha entrevistado a Rappel, que se ha sincerado sobre los aspectos más impactantes y desconocidos de su vida
"Presagiar la muerte de mi hijo ha sido la peor adivinación de mi vida", nos explica
Nacido en plena posguerra y protegido por Gregorio Marañón y Cristóbal Balenciaga. Una vida entre telas y un don que le acompañaría toda su vida. Entre el lujo y decenas de rostros de la alta sociedad. Desde Édith Piaf y Ava Gardner hasta Francisco Franco, la duquesa de Alba y la madre del rey emérito Juan Carlos I. Quien le conocía y le conoce quiere darle la mano. O los posos del café. Todo por la habilidad con la que convive desde hace más de 70 años: adivinar el futuro. Rappel no necesita carta de presentación. La baraja habla por él. Esa de la que no se desprende nunca.

Rafael Francisco Payá Pinilla -nombre de pila- ha vivido y ha hecho de todo. Ha echado las cartas y ha leído la mano a diestro y siniestro. Entre su lista de clientes se encuentra el nombre del dictador español. También el de Frank Sinatra. Y el del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tal y como nos desvela. No menos importante el de la actriz italiana 'Cicciolina', a quien le leyó los pechos -el futurólogo asegura que también se puede adivinar el futuro por las aureolas de las mujeres-.
Su vida da para escribir unos cuantos libros. Ahora, el vidente acaba de publicar el primero sobre su historia. Sus memorias: 'El futuro ya es ayer', (Roca Editorial). "No sabes la de cosas que no he dicho. Voy a tener que hacer otro que se titule 'Lo que se me olvidó'", cuenta a este medio. Es padre de tres hijos y hace cuatro décadas volvió a encontrar el amor de la mano de José María Morón, su pareja y pilar fundamental. La web de Informativos Telecinco ha charlado con Rappel.
Pregunta: ¿Qué momentos de tu vida no has plasmado en las memorias?
Respuesta: Muchos. Algunos he preferido guardármelos y otros se me han olvidado. Por ejemplo, tuve la ocasión de echarle las cartas en el Hotel Ritz de Madrid a Frank Sinatra y a su última mujer. Fue muy emotivo y precioso. A lo largo de mi vida piensa que he pasado por muchas cosas y tengo anécdotas divertidísimas que se me olvidaron.
P: ¿Cuándo y cómo te diste cuenta de que sólo tú podías ver y saber cosas que otros no?
R: Recuerdo que cuando era pequeño, con ocho o nueve años, ya decía cosas como "el fin de semana va a llover, así que no vamos a poder ir al campo". Mi madre nunca me creía y, ella hacía planes para ir los domingos. Cuando llegaba ese día efectivamente llovía y no podíamos irnos, y yo le decía: "Ves... te lo dije". Ella se ponía de los nervios. Eran bobadas que yo decía y otros niños no. Y un día yendo al colegio con mi niñera vi que ella se quedaba fuera, que se acercaba a una señora gitana a la que llamábamos 'La Pioji', que vendía chuches, cigarrillos y demás cosas, y se sentaban con unas cartas. Y yo pensaba: "¿Qué hacen jugando a las cartas?". Y no estaban jugando. La estaba echando las cartas a mi niñera. Al salir de clase la pregunté y me contó lo que hacía la gitana, y me quedé con esa historia. Al día siguiente yo me llevé dinero y le pregunté a la señora si podía decirme también cosas de mi futuro. Me explicó que con un niño no podía hacerlo, pero yo le dije que no era un niño normal, que yo tenía dinero, y se puso a contarme cosas de mi vida que no podía saber. Los días siguientes me estuvo enseñando a leer las cartas a cambio de que yo la pagara. Y así aprendí. Sin que mis padres se enteraran. Hasta que un día mi madre me descubrió en la cocina con mi cuidadora y unos vecinos adivinándoles el futuro. Ella no podía creerlo y me dijo que yo no iba a echar las cartas nunca más.

P: Dices que a tu madre la costó hacerse a la idea de que querías ser vidente. ¿En algún momento llegó a comprenderlo?
R: Lo llegó a comprender porque después de mucho tiempo como vidente y mientras trabaja en la tienda de telas de mi familia muchas personas la decían que qué hijo tan maravilloso tenía. Ella me decía que si yo era feliz haciendo ese trabajo y podía ayudar a otras personas que lo respetaba. Mi madre lo enfocaba a que yo trabajaba ayudando a la gente. Ella murió de Alzheimer. Estuvo más de cinco años sin memoria, sin conocernos a nadie y sin saber nada. Creo que es la peor muerte. Y mi padre murió de repente. Se durmió y ya no despertó.
Vi que nuestro hijo se nos iba a morir antes de cumplir un año. Y sí, a los once meses se nos fue por un derrame cerebral
P: Cristóbal Balenciaga salvó a tu abuelo y a tu padre de la ruina dándoles dinero y ayudándoles con su negocio de telas. Le llegaste a considerar como alguien más de tu familia. ¿Alguna vez os lo echó en cara?
R: Al revés. Balenciaga fue para nosotros un mecenas. Después de la guerra les dijo a mi abuelo y a mi padre que se alquilaran un local en Madrid, les dio no sé si fueron 25.000 o 30.000 pesetas, que entonces era una fortuna, y que les daría las mejores telas para venderlas. Productos que entonces no había en España. Y les aseguró que iban a ganar mucho dinero y que podían decir que eran proveedores de Balenciaga. Y así lo hicieron. Empezó a ir mucha gente de la alta sociedad, como la esposa de Franco, Carmen Polo, o la actriz y marquesa de Ampudia Nini Montián, que se rodeó durante toda su vida de selectas amistades dentro y fuera de España y organizó varios eventos para que el negocio de mi familia se diera a conocer. Balenciaga lo fue todo para nosotros.
P: Estuviste casado con la madre de tus hijos, y poco después de que naciera uno de ellos, Humberto, presagiaste que iba a morir antes de cumplir un año. Y así fue. ¿Ha sido esa tu peor experiencia como vidente?
R: Sí. Ha sido lo peor que me ha pasado en la vida. Yo vi que ese niño se nos iba a morir antes de llegar a los 12 meses de vida. Lo comenté en la familia. Y sí, a los once meses se nos fue por un derrame cerebral. Ha sido la adivinación más triste que he tenido en mi vida.

P: ¿Te gustaría saber cuándo y dónde vas a morir?
R: Ay, no. No pienso en la muerte. Sé que me tengo que morir, pero únicamente lo que le pido a Dios es que el día que yo me muera, que me dé tiempo a despedirme de mis seres queridos. Tampoco quiero ser una carga para nadie ni morir en una residencia de ancianos. Me gustaría morirme en paz, en casa y rodeado de mis seres queridos, junto a mis hijos. También le pido morirme antes que mi pareja, que por ley de vida lo haré, porque él tiene 18 años menos que yo. Dios me libre de vivir su muerte. Yo ya he vivido la de mi hijo.
Le eché las cartas a Franco y me dijo que le había hecho el hombre más feliz
P: Cambiando de tema. Le echaste las cartas a Franco pocos años antes de que muriera. Cuéntame cómo fue ese día.
R: Cuando quiso que le leyera las cartas ya era mayor sí, creo recordar que fue en 1971, cuatro años antes de morir. Ese día entré a El Pardo y me le presentaron. Me dijo que era un honor que yo fuera a su casa, y yo le subrayé que el honor era mío. Ojo, que yo no hablo de la política, eso lo dejo a un lado, porque también le leí el futuro a La Pasionaria, quien incluso lloró en mis brazos. Y a Pedro Sánchez le leí la mano, pero no voy diciéndolo por ahí. Total, que Franco me llevó a un despacho que estaba escondido, y me dijo que no quería que le adivinara su futuro porque sabía que le quedaba poco tiempo de vida. Él quería saber qué iba a pasar con sus nietos, con Carmen y Francisco Martínez-Bordiú. Quería saber si iban a morir antes que él. Yo le dije que podía estar tranquilo, que él iba a morir mucho antes, y que ellos se iban a casar e iban a tener hijos. A Franco se le llenaron los ojos de lágrimas. Me agarró las manos y me dijo que no hacía falta que le dijera más, que le había hecho el hombre más feliz. Yo le dije que no se preocupara, pero que un día yo iba a escribir mis memorias y que iba a contar esta historia. Y él me dio permiso. Cuando acabamos me preguntó que cuánto tenía que pagarme, y yo le dije que nada claro, cómo iba a cobrarle. Era un hombre muy cariñoso, ya como un abuelito amable al que le preocupaban sus nietos. Fue muy simpático y encantador conmigo.
P: ¿Le has leído la mano a Pedro Sánchez?
R: Sí.
P: Esto no lo habías contado hasta ahora. Explícame cómo ocurrió todo.
R: Fue hace poco más de dos años. Estábamos en la fiesta del 25 aniversario del periódico 'La Razón'. A mí me invitaron como a mucha gente más. Entre otros a Pedro Sánchez y los reyes Felipe VI y Letizia. Cuando llegó el presidente se fue adentrando en el salón y casualmente pasó por mi lado, se paró delante de mí y le dije que estaba encantado de saludarle y nos dimos la mano. Y me soltó: "Eso de darte la mano y que no me la leas... es como un pecado". Fue él quien quiso que se la leyera. Y yo claro, lo hice. Le dije varias cosas que no me pertenece a mí desvelar y al terminar cerró sus manos con las mías y sus palabras fueron: "Chico, ni que vivieras en mi casa", por lo que tuve que adivinarle muchas cosas que habían pasado en su vida y con su familia.
P: ¿Eran buenas o malas noticias?
R: Mmm... Vi unos cambios en su vida muy importantes.
Una vez el rey Felipe y yo nos dimos un coscorrón y me dijo: 'Es la primera vez que me saludo a coscorrones con alguien'
P: Dices que también estuvieron los reyes. ¿Compartiste alguna anécdota con ellos?
R: Sí, una graciosísima. También pasaron por nuestro lado y Letizia se paró y me dijo: "Hombre, Rappel, qué alegría". Yo me incliné para besarle la mano, pero de repente se le cayó el bolso que llevaba colgado del brazo. Se abrió y se le cayó todo: el móvil, la cartera... Todo. Cuando fui a agacharme para recogerlo no me di cuenta de que el rey Felipe estaba haciendo lo mismo. Nos agachamos los dos a la vez y nos dimos un coscorrón. Qué vergüenza pasé. Nos reímos y me dijo: "Es la primera vez que me saludo a coscorrones con alguien".

P: ¿Le has leído las manos o le has echado las cartas a Sus Majestades?
R: A Felipe y Letizia no.
P: Pero sí a la abuela del rey, la madre del emérito, María de las Mercedes de Borbón y Orleans.
R: Sí. También a la abuela de Letizia, Menchu Álvarez del Valle, a la infanta Pilar y a la infanta Margarita. Con Margarita he vivido momentos inolvidables. Me acuerdo que una vez en el rastrillo de Nuevo Futuro me dijo que si podía acompañarle a una mesa de la Cruz Roja porque la había tocado presidirla. Y fui con ella. Estuvimos allí no sé si una o dos horas sentados y nos fuimos a dar una vuelta porque la dolían las piernas, y me agarró del brazo porque decía que no veía bien. Salimos de la mesa, los dos agarrados del brazo, y ella sujetando con el otro el bote para recaudar fondos. Es entonces cuando me dice: "Si se me acerca un hombre guapo, avísame". Claro, ella era muy coqueta y muy presumida. Y yo le decía cosas como "hombre guapo a la vista" o "qué señor tan guapo te está dando donativos". Nos reímos muchísimo. Era muy divertida.
P: ¿Qué futuro crees que le depara a la princesa Leonor?
R: Yo veo que levanta cariño en la gente. Está muy bien preparada. Sus padres la han educado muy bien y su madre, que es muy disciplinada y está haciendo muy bien el papel de reina consorte, ya está mostrando su faceta más cercana con el pueblo. También Felipe, que está metiéndose mucho en el ambiente del pueblo. Y eso es algo que ha heredado y aprendido Leonor. Creo que va a ser muy buena reina porque puede haber un futuro en nuestro país con una reina cercana a su pueblo y amiga del pueblo, compaginando a la vez el peso de la Corona, lo que la hará muy accesible y con una monarquía muy moderna.
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