"Lo siento, no volverá a ocurrir": el día en que comenzó el declive del rey Juan Carlos

El rey Juan Carlos en 2024.
El rey Juan Carlos en 2024.. Europa Press
  • El 14 de abril de 2012, se conocía que Juan Carlos I había sido operado de urgencia tras romperse la cadera en Botsuana

  • El motivo de su viaje salió a la luz y la Casa Real, tradicionalmente hermética, se vio obligada a reaccionar con rapidez

  • Aquella fractura marcó el principio del fin del reinado del padre de Felipe VI, entonces príncipe de Asturias

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Aquel 14 de abril de 2012, mientras España despertaba entre titulares de crisis económica y descontento social, un escueto parte médico del Hospital USP San José en Madrid provocó un terremoto político e institucional. Juan Carlos I, entonces rey, había sido operado de urgencia tras romperse la cadera durante un viaje privado a Botsuana.

¿El motivo? Una cacería de elefantes. En plena recesión, con casi seis millones de parados, el jefe del Estado se encontraba de safari en África, acompañado por la empresaria alemana Corinna Larsen, cazando animales en peligro de extinción. Aquella fractura fue mucho más que ósea: marcó el principio del fin de un reinado que hasta entonces había gozado de una legitimidad casi incuestionable.

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El rey Juan Carlos en abril de 2024.

Todo comenzó el 13 de abril de ese año. Juan Carlos se encontraba en Botsuana. Aquella noche, según relatarían después fuentes cercanas, sufrió una caída en su habitación. La fractura de cadera era grave. Fue trasladado urgentemente a Madrid en un avión medicalizado y operado al día siguiente.

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La noticia de la operación trascendió solo después de que el rey ya se encontrara en quirófano. Hasta ese momento, el viaje había sido completamente secreto. Pero lo que encendió la indignación pública no fue solo la opacidad, sino el contexto: España estaba sumida en la peor crisis económica desde la transición, con recortes sociales, protestas ciudadanas y familias perdiendo sus hogares. El contraste entre la vida del monarca y la realidad de millones de españoles era demasiado abismal para pasar desapercibido.

La imagen que selló el escándalo fue una fotografía tomada años antes en un viaje similar y que se publicó entonces: el rey posando con un rifle en mano frente al cadáver de un elefante. La captura no tardó en viralizarsede tras conocerse su hospitalización, y se convirtió en símbolo del desatino real. Era la España de los indignados, del 15M, de las mareas ciudadanas. Y ahora también, del rey cazador de elefantes.

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La disculpa del rey y su posterior abdicación

Las críticas arreciaron desde todos los frentes. Partidos de izquierda y derecha, medios de comunicación y ciudadanos anónimos coincidieron en algo inédito: la conducta del rey había sido inaceptable. La Casa Real, tradicionalmente hermética, se vio obligada a reaccionar con rapidez.

El 18 de abril, tan solo cuatro días después, el padre de Felipe VI reapareció ante las cámaras saliendo del hospital, visiblemente debilitado y apoyado en muletas. Pero lo que quedó para la historia fueron sus palabras: "Lo siento mucho. Me he equivocado y no volverá a ocurrir". Era la primera vez que un rey de España pedía disculpas públicamente. El gesto fue valorado por algunos sectores, pero la herida ya estaba abierta.

La caída del rey en Botsuana no fue un hecho aislado, sino lo que hizo estallar una estructura ya agrietada. Su imagen llevaba años desgastándose. En 2011, su yerno Iñaki Urdangarin había sido imputado por el caso Nóos. Además, su relación con Corinna Larsen, que se encontraba con él en el safari, empezaba a filtrarse en medios internacionales, aunque en España aún se trataba con cautela.

El escándalo del safari sirvió para que muchas de esas cuestiones salieran a la luz con toda su crudeza. La opinión pública comenzó a cuestionar a la institución monárquica como modelo.

Dos años después, en junio de 2014, Juan Carlos I anunciaba oficialmente su abdicación en favor de su hijo, el entonces príncipe Felipe.

El rey Juan Carlos anunciando su abdicación.

Aunque en su discurso habló de "una nueva generación" y de la necesidad de renovación, nadie dudó de que el punto de inflexión había sido el escándalo de Botsuana, que fue la primera pieza en caer como si se tratase de un dominó que arrastró la reputación de Juan Carlos I. Años después, nuevas polémicas completarían el cuadro del declive del monarca.

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