La anécdota en el encuentro de la reina Sofía con los reyes Felipe y Letizia en la Nunciatura

Los reyes Felipe VI y Letizia, acompañados por la reina emérita Sofía, se han desplazado a la Nunciatura Apostólica de Madrid
Allí, han trasladado su dolor por la muerte del papa Francisco y han firmado en el libro de condolencias
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En una jornada cargada de simbolismo y dolor, los reyes Felipe VI y Letizia, acompañados por la reina emérita Sofía, se han desplazado este martes 22 de abril a la Nunciatura Apostólica de Madrid para expresar personalmente sus condolencias por el fallecimiento del papa Francisco.

Los miembros de la familia real española, vestidos de riguroso luto, han firmado en el libro de condolencias dispuesto por la embajada de la Santa Sede en España, destacando así la profunda relación que históricamente une a la monarquía española con el Vaticano.
A su llegada, los reyes han trasladado su pésame al arzobispo y nuncio apostólico ante la Unión Europea, Bernardito Cleopas Auza en las inmediaciones del enclave. Primero Sus Majestades, que han acudido por separado de la emérita, siguiendo un protocolo sobrio acorde a la ocasión.

Los reyes han sido los primeros en bajarse del vehículo y en ser recibidos por el nuncio apostólico, con quien han entablado una breve conversación a la entrada del edificio.
En ese momento, ha tenido lugar una curiosa y simpática anécdota que ha aportado un matiz humano a la jornada solemne: la reina emérita Sofía se ha acercado a ellos discretamente, sin que el rey Felipe se percatara de su presencia.

Ha sido Letizia quien la ha saludado con dos besos en un gesto cálido y espontáneo mientras el rey, enfrascado en su conversación con el arzobispo, no ha notado la llegada de su madre hasta que Letizia, con una sonrisa discreta, ha tenido que intervenir para interrumpirle amablemente e indicarle que Sofía ya se encontraba allí.
Enseguida, Felipe VI se ha girado para saludar a su progenitora y compartir también dos besos con ella en una estampa familiar que, aunque breve, no ha pasado desapercibida para los presentes.

Este pequeño malentendido, lejos de generar tensión, ha sido recibido como una anécdota simpática que ha humanizado aún más el acto.
En un momento de luto compartido por millones de católicos en todo el mundo, la escena ha evidenciado la cercanía y naturalidad con la que los miembros de la familia real afrontan incluso los actos más solemnes. La intervención oportuna de Letizia ha permitido que el saludo entre madre e hijo no se viera empañado por el descuido momentáneo, dejando patente su papel mediador y atento en la esfera pública y familiar.
Tras este breve episodio, los tres miembros de la familia real han accedido al interior de la Nunciatura y después han abandonado el lugar, ya que los soberanos han tenido otro compromiso después: un almuerzo con el mundo de las letras en el Palacio Real con motivo de la entrega, el día siguiente, del Premio Cervantes al escritor Álvaro Pombo.
La Casa Real ha mantenido siempre una relación estrecha con el Vaticano, especialmente la emérita. No es la primera vez que representa a la familia real en actos religiosos de gran simbolismo, y su presencia hoy reafirma ese vínculo permanente entre la monarquía española y la Santa Sede.
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