El emotivo adiós al bombero Juan Ramón en Jaén: entre sirenas, abrazos y el relevo de su hijo

Juan Ramón es un bombero de Jaén que se jubila con 59 años y que deja a su hijo de 24 como su relevo en el parque, lo que provocó unas emocionantes imágenes el día de su despedida
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JaénLas sirenas suenan con fuerza en el parque de bomberos de Jaén. No es un aviso de emergencia, aunque el nudo en la garganta de algunos recuerda a los momentos más intensos del servicio. Es una despedida, un homenaje a Juan Ramón Rodríguez, bombero durante 35 años, que cuelga la manguera a los 59.
A su alrededor, todos los camiones han salido al patio, como es tradición, mientras que sus compañeros le reciben en formación entre aplausos. Lo que no es tan habitual es que entre ellos esté Carlos, su hijo, de 24 años. También está emocionado y también va de uniforme, porque resulta que también es bombero.
Carlos ha compartido un año de servicio con su padre, el último de Juan Ramón y el primero de él. Un tiempo más que suficiente para comprender por qué su progenitor ha sido un referente en el cuerpo y en su propia vida. "Ha sido la persona que más me ha enseñado como bombero", reconoce, “sobre todo en cuanto a la actitud, la templanza y el respeto hacia los compañeros”.

Quizás por eso el momento más emotivo de la despedida fue cuando padre e hijo se fundieron en un abrazo, entre lágrimas, mientras el relevo entregaba a quien se marcha un casco con la firma de todos los compañeros: "se me ocurrió darle esa sorpresa", dice. Aunque para sorpresa la que hace unos años le dio al confesarle que quería seguir sus pasos.
Quiero ser bombero
La vocación de Carlos no nació de un día para otro. Es algo que lleva dentro desde niño, ya que ha crecido viendo a su padre acudir al parque con una sonrisa. Lo que más le impresionaba, cuenta, era su capacidad para resolver cualquier problema, desde abrir una puerta cerrada hasta enfrentarse a un nido de avispas o controlar un perro peligroso: “eso me hizo despertar las ganas de ayudar a la gente”.

Durante este tiempo juntos, padre e hijo han vivido momentos intensos. Uno de los que más recuerda Carlos fue su primer incendio en una vivienda, donde coincidieron como pareja de extinción: “Vi con mis propios ojos la gran experiencia que tiene y sus ganas de enseñarme. Al volver al parque, me di cuenta de la masterclass que acababa de recibir”.
También quedó marcado por una intervención ocurrida dos días antes de la jubilación de su padre, un intento de suicidio a las dos de la madrugada. Sin hablar, ambos cogieron el arnés y montaron en silencio el sistema de seguridad que permitió al negociador acercarse a la persona afectada. “Fue una intervención difícil, y al saber que era de las últimas que viviríamos juntos, la hizo aún más especial”
La despedida
Juan Ramón se retira con la satisfacción del deber cumplido, después de casi cuatro décadas de trabajo, intervenciones, incendios, accidentes, rescates. Carlos recoge el testigo. Lo hace desde la admiración, pero también desde la experiencia vivida en carne propia.

En esta historia entre generaciones queda todavía una por incluir, la del padre del jubilado y abuelo de quien se queda en el cuerpo. A él estuvo dedicado el momento más íntimo, cuando Juan Ramón señaló al cielo mientras sonaban las sirenas. Era un homenaje a su padre que falleció hace unos meses; “siempre decía que quería ver cómo se jubilaba, porque había sufrido mucho durante su preparación”, explica Carlos, pero no le dio tiempo a verlo.
Juan Ramón se marcha dejando un legado visible, no solo en sus compañeros, sino en su propio hijo, que continúa ahora el camino. El mismo uniforme, la misma vocación y una experiencia que para ellos se queda.
