El barrio de la Macarena despide a Vicente, el quiosquero que daba los buenos días a todos los vecinos: "Te echaremos de menos"

El quiosco de Vicente
El quiosco de Vicente. R.R
  • El barrio de la Macarena despide con cariño a Vicente, su quiosquero de toda la vida, cuya presencia en el pequeño quiosco era mucho más que venta de chucherías y periódicos

  • Tras más de veinte años tras su mostrador, Vicente fallece a los 59 años y el barrio le rinde ahora homenaje con carteles y mensajes de agradecimiento

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SevillaEl quiosco de Vicente, en el barrio de la Macarena de Sevilla, cerró sus puertas para siempre el pasado 31 de octubre. Tras más de 20 años al frente de aquel pequeño espacio en el que apenas cabía él y todo lo que vendía (chuches, revistas, periódicos y, sobre todo, alegría), falleció de forma repentina a los 59 años. Con su partida se ha llevado parte de la historia de la calle Fray Isidoro, las risas y los saludos de todo un vecindario que encontraba en su quiosco un lugar de conversación y de cercanía.

Nada podrá reemplazarlo. La venta de toda la vida, entre el murmullo de la calle y el aroma de las chucherías, tiene algo de mágico que la tecnología no logra reproducir. Los vecinos iban a comprar y, al mismo tiempo, a dejarse contagiar por la amabilidad que siempre desprendía Vicente. Su mujer, Bene, recuerda que su quiosco era como "el confesionario de una iglesia", porque escuchaba a todos, atendía cada historia y nunca contaba nada de lo que le confiaban. "Era excelente, una persona maravillosa y lo mejor que me ha pasado en la vida", asegura emocionada su compañera de vida.

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El quiosco de Vicente

Días después de su fallecimiento, el quiosco amaneció con un fatídico cartel que decía: "Cerrado por defunción, agradecemos el cariño que le habéis dado a Vicente todos estos años". La noticia corrió como la pólvora. Todo aquel que se acercaba en busca de su saludo matutino, se encontraba con la triste realidad. Así que los vecinos, de forma espontánea y a modo de despedida, han comenzado a colgar mensajes en la fachada del puesto de chucherías. Un homenaje improvisado a quien, cada mañana, estaba ahí, esperándoles. "Gracias por ser el primero en darme los buenos días durante tantos años", "hombre de corazón grande" o "daba gusto hablar contigo, alma bonita".

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Un hombre cercano, amable y querido por todos

Sin conocerle, los mensajes reflejan la cercanía de Vicente con todos los que se acercaban a su quiosco. Hay uno escrito con letra de niño que dice: "eras muy bueno conmigo y te compré un álbum", recordando con ternura sus vivencias con los más pequeños. Otros vecinos han dejado palabras llenas de incredulidad y cariño. "No me lo creo, Vicente", puede leerse, o "no sabes lo que te vamos a echar de menos" y "el barrio no es lo mismo sin ti". Porque cada nota colgada con cariño parece ahora llenar el vacío que su ausencia ha dejado en las calles de la Macarena.

El quiosco de Vicente

"Buenos días, al cole", resuena todavía a los pies de su quiosco. Una frase que repitió con entusiasmo durante décadas. Para muchos, esos saludos eran como un ritual que daba inicio al día, un pequeño gesto que marcaba la diferencia. "Agradezco los buenos días que me diste cada mañana casi al amanecer" o "gracias por ser tan buena persona", son palabras que resumen la esencia de un hombre sencillo que hacía grande la rutina de su barrio.

El quiosco de Vicente vendía mucho más de lo que colgaba tras la ventanita por la que atendía a su gente. Por eso, aunque ahora esté cerrado, la memoria de este quiosquero permanecerá viva en sus vecinos. "El barrio se queda huérfano sin la luz de tu quiosco", aseguran, y añaden: "los domingos te echarán de menos".

El quiosco de Vicente

Ese puestecillo, de los que cada vez quedan menos por las calles de Sevilla, no volverá a abrir sus puertas. Sin relevo generacional, su hueco quedará vacío y los vecinos buscarán otro lugar al que acudir para hacerse con las últimas noticias del día y los primeros saludos de la mañana.