La historia de una niña de 3 años con autismo a laque una tablet le ha cambiado la vida: "Son la boca de los menores que no pueden hablar"

Cristina del Rey, logopeda especialista en comunicación aumentativa y alternativa. Hospital San Juan Grande de Jerez, Cádiz
  • Una madre de Jerez de la Frontera (Cádiz) relata cómo un comunicador digital instalado en una tablet ha permitido a su hija de 3 años, con autismo no hablante, expresar por fin sus necesidades y reducir su frustración

  • El dispositivo, introducido gracias al CAIT de San Juan Grande y apoyado también por su colegio, ha abierto un nuevo lenguaje en casa y ha revelado el mundo interior que la pequeña no podía mostrar

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CádizHasta hace apenas unos meses, Cristina vivía con una preocupación permanente. Su hija, de 3 años y con autismo no hablante, estaba a punto de empezar el colegio sin poder comunicar sus necesidades, sus emociones o sus frustraciones. "Estaba aterrada", admite. Pero entonces asistió, por curiosidad, a un taller para familias organizado por el Centro de Atención Infantil Temprana (CAIT) de San Juan Grande, en Jerez de la Frontera (Cádiz), y allí descubrió algo que, en sus palabras, "le abrió el cielo".

El taller, impartido gracias al proyecto de actividades financiado por la Fundación Unicaja, mostraba a las familias las herramientas tecnológicas diseñadas para que los menores que no han desarrollado el habla puedan comunicarse, es decir, comunicadores digitales instalados en tablets que traducen elecciones en palabras.

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Para Cristina fue toda una revelación, después de años de obstáculos, encontraba una forma de allanar el camino: "saber que existían herramientas para comunicarnos, para que ella pudiera contarme qué le pasa, qué quiere o qué siente… fue todo un descubrimiento", explica.

Cuando todo empezó a torcerse

Esta madre jerezana no olvida el punto de inflexión en su vida. Su hija tenía un año y medio cuando dejó de chapurrear, dejó de mirar a los ojos y perdió interés en gestos cotidianos como posar para una foto. La confirmación del diagnóstico, autismo no hablante, cayó como un jarro de agua fría. "Estuve quince días llorando sin parar", confiesa. "Hasta que un día me dije que no podía perder ni un minuto más. Tenía que entender qué era el autismo y cómo ayudar a mi hija".

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El apoyo del CAIT llegó pronto y a las pocas semanas del diagnóstico, comenzaron las sesiones de estimulación con las terapeutas. Un año y medio después, los avances son visibles, pequeños pero gigantes para ella.

La llegada del comunicador digital

Hace cinco meses, las profesionales del centro le plantearon que su hija podía beneficiarse de una tablet con un comunicador digital. Cristina no lo dudó. Se puso a aprender su funcionamiento "a marchas forzadas", decidida a convertirse en experta para acompañar a la pequeña en ese nuevo lenguaje. "El proceso requiere constancia y tiempo, pero las ventajas son innumerables. La tablet me ha cambiado la vida", asegura.

Al principio, la niña veía el dispositivo como un juguete lleno de dibujos, pero pronto entendió la magia. Si pulsaba un icono, su mensaje llegaba claro al adulto de enfrente. Y eso lo cambió todo. "Su frustración y sus enfados por no poder hacerse entender van disminuyendo", celebra Cristina. De hecho, la primera petición que hizo a través de la tablet ya dejó ver personalidad: "pidió un instrumento musical". Y es que tocar el tambor es una de sus actividades preferidas.

En casa, Cristina replica todas las técnicas que aprende en el centro. "Tengo un CAIT en pequeño", dice entre risas. "He ido comprando cada uno de los juguetes que usan allí". Y dedica horas al comunicador digital porque los resultados ya asoman cada día.

El colegio, pieza clave

El avance no depende solo de la familia. Su colegio también se ha implicado en usar la tablet como herramienta de comunicación: "El profesorado tiene que entender que los comunicadores digitales son la boca de los menores que no pueden hablar. No es solo por ellos, es por toda la comunidad educativa". Así que agradece que el centro escolar de su hija esté colaborando con sensibilidad y ganas, aunque reconoce que no siempre ocurre así en todas las escuelas.

Cristina conoce a su hija "con solo mirarla", y sabe que dentro de ella hay mucho más. "Hay emociones, necesidades, aptitudes… y es una pena que quienes estamos a su alrededor no podamos llegar a conocerlas". Por eso decidió hacer pública su historia, para visibilizar la importancia de normalizar el uso de estas herramientas y promover la inclusión real.

De momento, la pequeña no solo ha integrado la tablet en sus rutinas, sino que la busca ella misma cuando necesita expresar algo. Los avances son prometedores, aunque aún es pronto para saber hasta dónde llegará