Día Internacional de los Voluntarios

Chencho, el voluntario y artista circense que hace magia con su tiempo para ayudar a los demás: "Sé que hago una buena labor"

Chencho, el voluntario que hace magia con su tiempo
Chencho, voluntario en la ONG Madre Coraje de Sevilla. Redacción Andalucía
  • Hoy, Día Internacional de los Voluntarios, Chencho sigue dedicando sus tiempo a clasificar ropa donada en Madre Coraje, ayudando a que miles de prendas tengan una segunda vida

  • Además de voluntario es artista circense con más de veinte años de experiencia, y ha aprendido a combinar su pasión por el espectáculo con su compromiso solidario

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SevillaA las nueve de la mañana, en una nave de la ONG Madre Coraje en Sevilla, de una furgoneta comienzan a salir sacos y sacos de ropa. Son donaciones de personas anónimas, prendas con etiqueta todavía puesta, ropa infantil que se ha quedado pequeña demasiado rápido, abrigos con historia. Y allí, entre bolsas y jerséis está Chencho, revisando cada pieza con gesto tranquilo y una rutina aprendida. Lleva cinco años haciéndolo, varios días a la semana, sin faltar casi nunca. A esa hora, mientras muchos empiezan el día corriendo, él ya ha empezado a ayudar.

Su nombre real es Sergio, pero eso casi nadie lo sabe. Para todos es Chencho, voluntario, compañero y, para quien lo conoce fuera de la nave, artista circense. "Empecé en pandemia con esto del voluntariado, porque la gente tenía mucho miedo, y alguien tenía que hacerlo", recuerda. En un momento en el que las calles estaban vacías y las mascarillas eran el mejor refugio, él decidió acercarse en lugar de alejarse.

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Desde entonces, no se ha marchado. Cada mañana que dedica a esta labor comienza de la misma manera: "tengo una montaña de sacos", dice. Así que abre las bolsas, separa las prendas por tallas, por edades o por destinatarios. Es un trabajo meticuloso y necesario. "Nosotros tenemos que clasificarla, separar si es de niño, niña, hombre o mujer y valorar el estado de cada prenda para que pueda tener otra vida", explica. A la una del mediodía se va a casa a preparar la comida, y por la tarde vuelve a su vida, la otra, la de los espectáculos.

Porque Chencho hace algo poco habitual, que es unir la magia con el voluntariado. Desde hace más de veinte años se dedica a la animación y ahora forma parte, junto a su hermano, del grupo Los Chenchachonales, con el que recorren escenarios, ferias y eventos. Trabaja con fuego, con zancos y con humor, y en estas fechas navideñas dice que está "repleto" de pasacalles. Este trabajo ocurre cuando otros descansan, es decir, los fines de semana, las noches, y los festivos. Eso le ha dejado libre el resto de las mañanas. Y esas mañanas, él ha decidido convertirlas en tiempo útil.

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La Fundación Madre Coraje

Gracias a personas como él, la Fundación Madre Coraje, una ONG con más de treinta años de experiencia, ha podido mantener gran parte de su actividad basada en reciclaje y reutilización. Más del 80% de sus recursos procede de dar una segunda vida a materiales que podrían haber terminado en la basura, como ropa, aceite o material escolar. Con diez delegaciones en España y dos oficinas técnicas en Perú y Mozambique, la entidad ha impulsado proyectos de desarrollo sostenible y educativos en los tres países.

En ese engranaje, los voluntarios han sido esenciales. Solo en Sevilla hay casi 300. María Ángeles Gómez, gerente de la delegación, afirma con claridad: "Son fundamentales, sin ellos no seríamos nada". La mayoría son mujeres mayores de 55 años que han encontrado aquí algo más que una tarea. Aquí tienen un lugar donde sentirse acompañadas, útiles y activas. "Muchos me dicen: ‘esta es mi vida’, y puede que lo sea", cuenta.

Voluntarios jóvenes y en activo

Perfiles como el de Chencho, un hombre joven, son minoritarios, no por falta de voluntad, sino por falta de tiempo. "Encontrar a gente como Chencho, de 48 años, es más complicado, y nos encantaría que no fuese así", reconoce.

Él lo ha hecho posible. Ha encontrado huecos entre espectáculos y ensayos, entre malabares y fuego, entre ruido y silencio. Ha hecho magia, pero no sobre un escenario, sino en la vida real. Su satisfacción es sencilla, directa y contagiosa: "Yo estoy feliz porque soy consciente de que he hecho una buena labor, así que recomiendo a todo el mundo que se anime", y esto lo recuerda justo en el Día Internacional de los Voluntarios.

Sus mañanas en la ONG no buscan aplausos, esos los deja para su trabajo en la calle. Aquí basta con saber que, gracias a voluntarios como él, una donación ha llegado a quien la necesitaba. A veces la magia no está en hacer desaparecer cosas, sino en darles una nueva vida.