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Dani Anglada, el navegante ciego que hará historia en la regata más antigua del mundo: "El mar me ha vuelto a enganchar a la vida"

Dani Anglada, el navegante ciego que hará historia en la regata más antigua del mundo
Dani Anglada, el navegante ciego que hará historia en la regata más antigua del mundo. Cedida
  • El regatista encontró en la navegación la fortaleza para "darle la vuelta a la discapacidad" y construyó el primer patín a vela adaptado para invidentes

  • Dani perdió la vista al explotarle un extintor en alta mar en 2018: "No le encontré sentido a seguir viviendo sin ver"

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BarcelonaEl mar ha marcado de por vida a Dani Anglada, quien ha vivido desde el agua tanto sus mejores vivencias, navegando por todo el mundo, como el episodio más "oscuro" al quedarse ciego tras una explosión de su embarcación cerca de Hawái en 2018. Un grave accidente mientras trabajaba como oficial de la marina mercante, que le hizo tocar fondo hasta el punto de no entender una vida sin ver y navegar, pero su pasión por el medio acuático le llevó a "buscar otras capacidades" para seguir hacia delante.

Ahora está a punto de convertirse en la primera persona invidente en competir en la regata más antigua del mundo, pero para llegar a ello ha vivido un periplo de aceptación tras el incidente que le cambió para siempre hace siete años. "Me explotó un extintor en la cara y ahí perdí la visión. Recuerdo las 52 horas que estuve embarcado, esto pasó a más de 500 millas del sur de Hawái", explica Dani en una entrevista a Informativos Telecinco sobre unos hechos que le llevaron a redefinir su relación de "amor-odio" con el mar.

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Dani se vio obligado a dejar su pasión y a frecuentar el médico en una etapa que acabó por confirmar su pérdida total de visión y el inicio de una depresión "total" en 2019: "No le encontré sentido a seguir viviendo sin poder ver y realizar lo que más me gustaba, que era el estar embarcado, gobernar una embarcación, ver las puestas de sol, las salidas, leer el cielo, el mar y ver paraísos alrededor del mundo".

Años de "oscuridad"

Un dolor que estuvo a punto de ser el punto y final de su vida tras tres años de "oscuridad". Sin embargo, el apoyo incondicional de su madre y de su perra Lady fueron esenciales para revertir la situación: "Hubo una reflexión de que debía seguir luchando. Tenía que hacer un cambio y busqué lo que me gustaba, dentro de mí seguía esa pasión y ganas de volver a navegar".

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Dani volvió a encontrar en el mar su mejor aliado tras su último recuerdo doloroso en una embarcación: "La llamada de la mar siempre ha estado en mí, esa atención hacia ella, y nunca le he dejado incluso en las peores situaciones, me he vuelto a enganchar a una vida gracias a la práctica de este deporte".

Así logró reemprender una pasión que pensaba que nunca volvería a disfrutar. Primero lo hizo desde un par de clubes catalanes: "No me sentía nada a gusto cómo se planteaba el desarrollo de la actividad". Por ello, decidió probar suerte por su cuenta: "Intenté hablar con alguien para salir a navegar. Lo primero que hice fue meterme en barcos grandes. Ahí iba más perdido, no sentía el viento, no entendía la embarcación. Intenté hacer la casa por el tejado, por lo que tuve que aprender a navegar como si tuviera seis años en la vela ligera".

La creación del primer patín a vela adaptado para invidentes

Tras varios intentos fallidos, Dani dio con la tecla al encontrar un proyecto de vela para personas invidentes a través de sonidos, que le sirvió de inspiración para crear el primer patín catalán adaptado para la navegación de personas con discapacidad visual: "Lo que busco en la navegación es tener la máxima autonomía con la máxima toma de decisión a bordo y con seguridad. Son para mí los tres pilares claves de poder disfrutar plenamente de esta experiencia y hacerla inclusiva".

Precisamente, la autonomía en el agua es clave para que disfrute de la navegación: "No es que te suban y te digan todo lo que tienes que hacer, sino ir poco a poco introduciéndote y constituyendo esa imagen mental y pudiendo darte esa confianza en ti mismo de que aunque te equivoques sacas una conclusión de lo que debes hacer. Con el tiempo eso se le llama aprender a base de equivocarnos, vamos aprendiendo".

Todo ello con la seguridad de contar con una persona a bordo de una lancha que controla la situación. Asimismo, Dani cuenta con un artilugio tecnológico que él mismo desarrolló y que le ayuda a ubicarse durante la travesía. "Es una pieza textil que llevamos debajo del neopreno. Lleva dos tiras que bordean el cuerpo y tienen 12 vibradores, uno por cada hora como si fuésemos un reloj".

Gracias a volver a navegar estoy agradecido al vivir una situación que ni me la habría planteado

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Esta creación le permite saber el rumbo y por dónde está entrando el viento: "Con eso tengo dos vectores y aquí es empezar a jugar con la teoría de la navegación igual que haría una persona que ve". Un artilugio tecnológico y un patín catalán que mostrará al mundo el próximo mes de agosto desde la Cowes Week, la regata más antigua del mundo.

"No hay una clasificación para personas invidentes o con discapacidad. Vamos a mostrar en una de las regatas más antiguas del mundo, con la mayor afluencia de barcos inscritos, donde hay más de 500, cómo una persona invidente con una tecnología que es válida y con un protocolo y meteorología que ha desarrollado es capaz darle la vuelta a una de las islas más complejas por el tipo de mar y situación donde se encuentra", explica orgulloso Dani.

Un reto que llevará a cabo en una pequeña ciudad inglesa en la Isla de Wight, donde espera dar visibilidad a la vela más inclusiva, que le ha permitido al navegante catalán tener un nuevo propósito de vida y seguir ligado al mar: "Ha sido una relación de amor-odio en muchas fases. Gracias a volver a navegar estoy agradecido al vivir una situación que ni me la habría planteado y cómo he enfocado esta vida junto con el mar desde otro punto de vista".

He conseguido tener una vida cada vez más plena y digna sin la vista

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La falta de visión no le ha impedido seguir navegando y disfrutando de su gran pasión:"Sin ver he aprendido a confiar en mis otros sentidos tanto como lo hacía con la vista. Como soy capaz de interpretar lo que está pasando a tu alrededor a través de otros sentidos como el tacto, sonido, sensaciones internas".

Su mayor aprendizaje ha sido entender "que no hay que marcarnos nosotros mismos los límites": "He conseguido tener una vida cada vez más plena y digna sin la vista. A veces hay que saber darle la vuelta a la discapacidad y buscar otras capacidades que uno tiene para seguir hacia delante".