¿Por qué la sequía volverá a España este verano a pesar de las lluvias extraordinarias de marzo

Embalse de Cubillas en Albolote, Granada. Unsplash
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Marzo de 2025 ha sido un mes lluvioso de principio a fin. El tren de borrascas que se han ido paseando por el territorio nacional (Jana, Konrad, Laurence y Martinho) ha provocado que la reserva hídrica española se encuentra al 72,9% de su capacidad al iniciar el mes de abril, según datos del Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico, lo que supone un total de 40.857 hectómetros cúbicos almacenados en el total de nuestros embalses. Esta situación privilegiada en la última década, con unas cifras de reserva hídrica nacional que no se veían desde 2015, cuando fue del 76,3%, y en la que todas las cuencas del país se encuentran en estos momentos a más del 50% de su capacidad, salvo la del Segura, que está al 27,5%, podría hacernos pensar en un año libre de preocupaciones por la sequía, pero no será así y este exceso de agua no perdurará demasiado.

Un mes de marzo de récord

La situación del mes de marzo de 2025 ha sido completamente excepcional. El mes de transición entre el invierno y la primavera suele dejar precipitaciones, pero las de este año han estado fuera de lo que estábamos acostumbrados. Como decíamos al comienzo, el tren de borrascas de marzo de 2025 dejó una situación envidiable a nivel de reserva de agua, con todas las cuencas superando el 50% a excepción de la del Segura, distribuidas de la siguiente forma: Cantábrico Oriental 87,7%, Cantábrico Occidental al 79,6%, Miño-Sil al 77,4%, Galicia Costa al 78,5%, Cuencas internas del País Vasco al 95,2%, Duero al 83,9%, Tajo al 82,3%, Guadiana al 66,7%, Tinto, Odiel y Piedras al 92,1%, Guadalete-Barbate al 54,3%, Guadalquivir al 59,6%, Cuenca Mediterránea Andaluza al 52,8%, Segura al 27,5%, Júcar al 60,7%, Ebro al 85,8% y Cuencas internas de Cataluña al 61,7%.

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Para hacernos una idea de cómo de anormal ha sido esta situación, no solamente tenemos el referente de que ha sido el mes de marzo que ha dejado los embalses y pantanos con más volumen desde 2015, sino que, a nivel comparativo, si cogemos los datos del tercer mes de 2024 nos encontramos una situación bastante diferente. Según los primeros datos de abril del año pasado, teníamos una reserva hídrica de 35.375 hectómetros cúbicos, el 63,1% de su capacidad. La distribución era la siguiente: Cantábrico Oriental al 93,2%, Cantábrico Occidental al 82,9%, Miño-Sil al 86,9%, Galicia Costa al 87,3%, Cuencas internas del País Vasco al 90,5%, Duero al 86,4%, Tajo al 76,6%, Guadiana al 48,7%, Tinto, Odiel y Piedras al 84,3%, Guadalete-Barbate al 27,2%, Guadalquivir al 42,9%, Cuenca Mediterránea Andaluza al 26,9%, Segura al 22,8%, Júcar al 52,6%, Ebro al 73% y Cuencas internas de Cataluña al 16,4%. Como se puede ver, no solamente la del Segura no llegaba a la mitad de su capacidad, sino que había otras bastante preocupantes como Cuencas internas de Cataluña, Guadalete-Barbate o Cuenca Mediterránea Andaluza.

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La sequía volverá a la Península

Sin embargo, con el comienzo del verano estos niveles no estarán ni cercanos a los actuales. La culpa de este retorno de la sequía, como en muchos de los fenómenos meteorológicos, la tiene el cambio climático causado por el ser humano. Lejos de ser un juicio de valor sin más, esta posición está refrendada por la comunidad científica, tal y como se extrae de la última edición del Informe Clivar-Spain. Este proyecto tiene como objetivo principal “mejorar la comprensión de la variabilidad y el cambio climático”. Recientemente se ha presentado una nueva edición que sucede a los tres informes anteriores (2006, 2010 y 2017) y un informe ejecutivo (2019) sobre el estado del arte del clima en España y sus resultados no son nada halagüeños.

“La Península Ibérica muestra una disminución sostenida de la humedad relativa, un fenómeno que, combinado con el incremento de la evaporación oceánica, está acentuando los episodios de sequía y desertificación, particularmente en el sur de Europa. En este contexto, los estudios apuntan a una mayor aridez en amplias zonas del país, con una reducción progresiva de los recursos hídricos y una creciente exposición a eventos climáticos extremos. En paralelo, las proyecciones indican que la aridez y la severidad de la sequía en el sur de la Península Ibérica continuarán agravándose. La combinación de temperaturas más elevadas, una menor disponibilidad de agua y una mayor demanda evaporativa reforzará este proceso, aumentando la vulnerabilidad de los ecosistemas y de la actividad agrícola”.

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El informe de 366 páginas profundiza en cómo el calentamiento global está afectando los territorios nacionales y cuál es la previsión del futuro en nuestras tierras y aguas. Principalmente podemos resumir la situación con respecto a la sequía en que a pesar de que las precipitaciones se mantienen en unos valores promedio en nuestro país, es la mayor actividad evaporativa de la atmósfera debido a las altas temperaturas la que provoca esta situación en la que hay más evaporación, menos humedad en tierra y reservas de agua.

Si pensamos que todo el aire mundial se está calentando por igual, nada más lejos de la realidad. Según refleja el informe, en nuestro país la temperatura del aire ha ido aumentando desde los años 80 a un ritmo superior al de la media mundial. Las condiciones climáticas en España son “cada vez más severas, en términos de aumento de la frecuencia e intensidad de sequías y calores extremos, mientras que las proyecciones indican que esta situación empeorará en el futuro”, lo que lleva a los autores a pedir urgentemente un seguimiento mucho más riguroso de la evolución del comportamiento del clima en nuestros territorios, ya que las estimaciones de cara al futuro son que las condiciones de sequía sean más frecuentes y más graves, porque hay previsión de que las lluvias medias disminuyan a lo largo de este siglo, por si el incremento de temperaturas no fuera suficiente.