Así reacciona tu cerebro al multitasking: por qué crees que haces más pero en realidad rindes menos
La neurociencia coincide: nuestro cerebro es monotarea y realizar varias tareas a la vez realmente es una distracción de una con la otra que reduce significativamente la productividad.
Productividad lenta, o cuando hacer menos significa trabajar mejor
En nuestra constante búsqueda por maximizar la productividad, una de las grandes corrientes es la del multitasking o multitarea, consistente, como bien indica su nombre, en intentar realizar dos o más tareas simultáneamente. Sin embargo, la ciencia tira por tierra esta capacidad humana, no solamente invalidándola como una forma de ser más productivos, sino incluso considerando que tiene un impacto negativo en la salud de nuestro cerebro.
Nuestro cerebro es monotarea
Lo primero que se puede sacar en claro al echar un vistazo a las publicaciones científicas es que realmente multitarea es casi siempre un término inapropiado, porque la mente y el cerebro humanos carecen de la arquitectura necesaria para realizar dos o más tareas simultáneamente. Esto entendido como los componentes y sistemas cognitivos y neuronales que dan lugar al funcionamiento mental. Por tanto, una definición más acertada del multitasking desde el punto de vista científico sería cambiar repetidamente entre tareas o dejar una tarea sin terminar para hacer otra y más tarde volver a la anterior.
De hecho, la ciencia lo que asegura es que el cerebro humano ha evolucionado hacia la monotarea. Podemos tomar como ejemplo el estudio “Multicostes de la multitarea” publicado en Cerebrum y a cargo del cual estuvieron psicólogos y neurocientíficos de la Universidad de Stanford. Según este estudio, los sistemas cerebrales clave involucrados en el control ejecutivo y la atención sostenida determinan nuestra capacidad para realizar múltiples tareas. Estos incluyen la red de control frontoparietal, la red de atención dorsal y la red de atención ventral.
A su vez, la primera de estas redes identifica un objetivo de tarea, selecciona información relevante y descarta la información irrelevante que no nos ayuda a alcanzarlo, por lo que se enfoca tanto en una tarea que no podría hacer una secundaria a la par, ya que sería una distracción del objetivo principal. Nuestro cerebro tiene dificultades para procesar y completar dos o más tareas a la vez debido a la interacción inherente entre los sistemas de atención dorsal y ventral y la red de control frontoparietal. Dado que la atención centrada en la tarea surge de las interacciones entre las tres redes cerebrales, al realizar múltiples tareas, existen múltiples fuentes en conflicto sobre lo que se consideran objetivos e información relevantes e irrelevantes, lo que puede causar interferencias e interacciones complejas entre las redes cerebrales de atención y control.
Además, esos cambios entre tareas, son muy poco productivos si observamos cómo funciona nuestro cerebro en lo relativo a la llamada “curva de atención”. Un estudio realizado en la Universidad de California en Irvine y titulado “El coste del trabajo interrumpido” reveló que se tarda una media de 23 minutos en recuperar la concentración tras una interrupción o distracción. Esto significa que incluso las interrupciones breves pueden afectar significativamente la productividad, ya que se necesita un tiempo considerable para retomar el ritmo de trabajo. Por tanto, al cambiar de tarea necesitaríamos 23 minutos extra para estar plenamente enfocados en el nuevo cometido.
La multitarea tiene efectos en la estructura cerebral
Por tanto, una vez que hemos comprendido a grandes rasgos por qué cuando estamos siendo multitarea realmente estamos dando un quebradero de cabeza a nuestro cerebro y estamos reduciendo la productividad de centrarse en cada una de las tareas por separado, hay que explicar qué consecuencias tiene seguir forzándonos a realizar múltiples tareas de la forma más simultánea que se puede (que, como hemos dicho antes, realmente no es posible y lo que hay es un cambio repentino de una tarea a otra).
Otro estudio, en este caso del Centro Sackler para la Conciencia de la Universidad de Sussex y publicado en PLOS ONE, mostró que aquellos que intentan realizar varias tareas de forma simultánea lo que acaban provocando es una menor densidad cerebral en la corteza cingulada anterior, la parte de la corteza cerebral encargada de establecer respuestas automáticas y endocrinas de la emoción y de la memoria y responsable del control ejecutivo y emocional.
Este estudio va en línea de otro anterior de la Universidad de Stanford publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences que se preguntaba si quienes realizan múltiples tareas de forma crónica nacen con una incapacidad para concentrarse o si están dañando su control cognitivo al consumir voluntariamente tanta información a la vez. “Cuando se encuentran en situaciones donde existen múltiples fuentes de información provenientes del mundo externo o que emergen de la memoria, no pueden filtrar lo que no es relevante para su objetivo actual. Esa incapacidad para filtrar significa que se ven ralentizados por esa información irrelevante”, explicó el Dr. Anthony Wagner, uno de los responsables de la investigación.
Sobre si las personas que creen ser muy productivas al realizar múltiples tareas de forma simultánea, Eyal Ophir, otro de los autores principales del estudio e investigador del Laboratorio de Comunicación entre Humanos y Medios Interactivos de Stanford, tira por tierra esta teoría. “Seguimos buscando en qué son mejores y no lo encontramos”. De hecho, va en la línea de su colega en que más que una virtud, es un lastre. “No podían evitar pensar en la tarea que no estaban haciendo. Las personas que realizan muchas tareas a la vez siempre están extrayendo información de toda la que tienen delante. No pueden mantener las cosas separadas en sus mentes”.