El día que Carl Sagan nos puso en nuestro sitio

  • Se cumplen 30 años de la fotografía que la sonda Voyager 1 tomó de la Tierra desde Saturno en su viaje de exploración a los planetas exteriores

  • El astrónomo Carl Sagan bautizó aquella instantánea con el nombre de ‘pale blue dot’, ese punto azul pálido

  • La NASA ha remasterizado aquella fotografía que inspiró a Sagan, pero toda la Tierra sigue teniendo el tamaño de un simple pixel a 6.000 millones de kilómetros de distancia

Posiblemente haya visto usted alguna vez el ‘meme’. En medio de una acalorada discusión por temas políticos, o deportivos, o meramente triviales en sus redes sociales, alguien cuelga una foto de nuestra galaxia con un un flecha apuntando a punto en uno de los brazos espirales exteriores del margen inferior izquierdo, acompañada de una frase que reza más o menos así: “Usted está aquí. Cálmese un poco”. Es un modo de poner las cosas en perspectiva.

Vivimos en un planeta pequeño que órbita una estrella ordinaria, en una galaxia mediana, en un Universo observable de 13.500 millones de años de antigüedad, que tiene cientos de miles de millones de galaxias con cientos de miles de millones de estrellas en cada una de ellas y, lo sabemos ahora, cientos de miles de millones de planetas.

Ver estas magnitudes por escrito sobrecoge. Pero como reza el dicho: una imagen vale más de que mil palabras. Esa imagen que nos puso en nuestro lugar en el Cosmos al enseñarnos nuestra verdadera dimensión se tomó hace 30 años.

Se hizo 14 de febrero de 1990 desde la sonda espacial Voyager 1, que por aquel entonces pasaba cerca de Saturno, a más de 6.000 millones de kilómetros de la Tierra. Fue el astrónomo Carl Sagan quién le sugirió a la NASA que, antes de apagar la sonda para que ahorrase energía y siguiera su camino más allá del sistema solar, le dieran la vuelta para que sacase una foto de la Tierra desde allí. Convencer a la Agencia Espacial Estadounidense no fue fácil. Le costó diez años. Muchos pensaban que aquella petición podría poner en peligro una de las misiones de exploración espacial más importantes de la historia.

Afortunadamente no fue así. La Voyager 1 ya ha salido de nuestro sistema solar, al igual que su gemela, la Voyager 2. Por cierto, ambas naves llevan consigo unos discos dorados con sonidos de la Tierra, música rock, saludos en multitud de idiomas, dibujos esquemáticos de cómo somos los humanos, de cómo es una cadena de ADN y nuestra dirección en relación a uno cuantos púlsares cercanos. Por si algún extraterrestre las encuentra y quiere hacernos una vista. Y sí. Aquello también fue idea de Carl Sagan.

Pero volvamos al selfie más lejano que nos hemos hecho todos jamás. Aquella foto mostraba un cielo oscuro atravesado por varias franjas más claras. Eran los anillos de Saturno. Y allí, como suspendido en un rayo de luz, un punto azul, nada más. Toda la humanidad en un pixel.

Cuatro años después de que se tomara aquella fotografía Carl Sagan publicó su libro ‘Un punto azul pálido: una visión del futuro humano en el espacio’. En él nos dejó la siguiente reflexión sobre aquella fotografía:

“Mira ese punto. Eso es aquí. Eso es nuestro hogar. Eso somos nosotros. En él, todos los que amas, todos los que conoces, todos de los que alguna vez escuchaste, cada ser humano que ha existido, vivió su vida. La suma de todas nuestras alegrías y sufrimientos, miles de religiones seguras de sí mismas, ideologías y doctrinas económicas, cada cazador y recolector, cada héroe y cobarde, cada creador y destructor de civilizaciones, cada rey y campesino, cada joven pareja enamorada, cada madre y padre, niño esperanzado, inventor y explorador, cada maestro de la moral, cada político corrupto, cada “superestrella”, cada “líder supremo”, cada santo y pecador en la historia de nuestra especie, vivió ahí – en una mota de polvo suspendida en un rayo de sol”.

En 2014, la sonda Cassini de la NASA nos hizo otra foto como aquella, sus cámaras eran mejores y la definición más clara, pero seguíamos siendo un pixel, un simple punto. Ahora, en conmemoración de aquella primera instantánea la NASA ha remasterizado la foto original. Se ve mejor, pero nada ha cambiado. Desde allí, no somos más que un punto azul pálido

El divulgador que educó a toda una generación

Recientemente revisité la serie ‘Cosmos, un viaje personal’ que se estrenó el 28 de septiembre de 1980 en la televisión pública de Estados Unidos. Hacía tiempo que no la veía y me sorprendió comprobar su absoluta vigencia 40 años después.

No sólo su contenido científico sigue, en su gran mayoría, vigente. Las reflexiones de Sagan sobre la humanidad, sobre quienes somos, sobre cómo actuamos y sobre los problemas a los que nos enfrentamos como civilización siguen siendo los mismos.

Sagan ya avanzaba el problema que podríamos tener con el calentamiento global. “Un poco de efecto invernadero es buena cosa” decía. Pero ponía como al planeta Venus como ejemplo de lo que puede pasar si el calentamiento de la atmósfera se desboca.

A lo largo de los 13 capítulos de la serie contribuye a despertar el pensamiento crítico de la audiencia. Para desmitificar la astrología explicaba: “Marte es mucho más grande que el ginecólogo que me trajo al mundo, pero yo nací en una habitación cerrada, la luz de Marte no llegaba hasta mi, y además, el ginecólogo estaba mucho más cerca”.

La serie Cosmos es un viaje a la historia de la ciencia, y de la humanidad que ya ponía énfasis en visibilizar el papel que las mujeres han desempeñado en este viaje, por ejemplo, ensalzando los logros de Hipatia. La última responsable de la biblioteca de Alejandría, asesinada a manos del fundamentalismo religioso.

El único contenido que durante años se ha considerado desfasado de aquella serie es la obsesión de Sagan con el peligro de una guerra nuclear. Es comprensible, eran los ochenta y la guerra fría seguía caliente. Hoy, ese asunto podríamos decir que está templado.

El primer capitulo de la Cosmos se titula ‘En la orilla del océano cósmico’ y comenzaba con la siguiente frase: “El Cosmos es todo lo que fue, todo lo que es y todo lo que será”. Y nosotros vivimos en un pixel azul pálido. Quizá debamos tenerlo en cuenta más a menudo, tomar distancia, ver las cosas en persepectiva, y calmarnos un poco.